El vuelo de la esfinge y el criptograma del ser

El vuelo de la esfinge es una novela introspectiva, compleja y enigmática cuya narrativa nos devela la voz femenina de un personaje que navega por la oscura noche materna, el deseo como diario de guerra y el tono lírico de la remembranza.

El contexto político es el espacio donde Susana asume una postura, desde la estrategia epistolar con acrósticos y cartas dirigidas al actual presidente de nuestro país; esta referencia se la puede observar en algunos libros de Homero Carvalho o la novela “Octubre Negro” de Adolfo Cáceres Romero, donde la coyuntura política no es un pretexto para la ficción, la ficción se aproxima con mayor nitidez a nuestra historia contemporánea, cuyas cicatrices aun respiran enigmas que sondean las preguntas de la protagonista.
En El vuelo de la esfinge no hay sibilas redentoras, ni una epistemología de la levedad del ser, nos encontramos con quince capítulos que interpelan al lector como cómplice, como testigo impenitente de una mujer que se desnuda frente a la intimidad del lenguaje. El tono poético que elige la escritora es adecuado para la composición narrativa “la noche me mira con sus ojos negros”, “hoy es noche y oscura la circunferencia de enfrente”. Esta novela parece haber sido escrita para noctámbulos y, al igual que Clarice Lispector, la escritora afirma haber pasado madrugadas hilando finamente el cuerpo narrativo del enigma.

Rosse Marie teje una estructura innovadora, polifónica, de voces que generan un tono existencial e intimista, con personajes que exudan nostalgia, faunos pseudoartistas, recuerdos de la infancia y una estructura narrativa que hace referencia al lenguaje lúdico del tablero de ajedrez donde las piezas blancas y negras son una estrategia discursiva en la eterna contienda entre el hombre y la mujer, la soledad de compartir la misma sangre y el buscar detener los movimientos de la reina, en una atmósfera que lleva a preguntarnos ¿todos seremos simples piezas en el juego de la vida? ¿Nuestro destino será el parpadeo final de un dios que nos sueña? Entonces, “El vuelo de la esfinge” descubre un detallado juego del lenguaje pocas veces visto en nuestro medio literario; cuando las páginas avanzan en el recorrido del lector, la misma novela culmina con un jaque mate.

¡Felicidades Rosse Marie! A un año de tu publicación tus palabras siguen ardiendo.

Lourdes Saavedra Berbetty
Otoño del 2010
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