¡Basta! Treinta y nueve escritoras bolivianas dicen ¡basta! contra la violencia de género es el título de la antología que Gaby Vallejo editó, la que contó con el auspicio de la Fundación Iberoamericana del PEN Internacional y del Women Writers Committee del PEN Internacional. Este proyecto se inició en Chile donde la escritora, Pía Barros, publicó la antología ¡Basta!, más de cien mujeres contra la violencia de género.
Los micro-cuentos del texto de las bolivianas tratan de hechos comunes de la violencia doméstica, como ser las palizas que los hombres propinan a las mujeres, golpes que dejan huellas corporales y psicológicas; las mutilaciones y hasta el asesinato son otros temas ficcionalizados, violencia muchas veces transmitida de una generación a otra. En este sentido, estos micro-cuentos codifican temas universales.
A menudo la violencia tiene lugar en presencia de los hijos aterrorizados, tema de “Un día cualquiera,” de Rosse Marie Caballero y de “Amaranta y Perseo” de María Nieves Espada Rivas. A este tema Sisinia Anze Terán añade la ambigüedad en “Una lección aprendida,” dado que no se sabe a ciencia cierta si el hijo aprende la violencia de su padre o la repudia, ambigüedad que incrementa el valor literario de este micro-cuento. En cambio, en “La última cena,” de Norma Mayorga, el hijo desea que cese la violencia contra toda la familia, que la comida de ese día sea la última cena. La connotación religiosa del título contrasta el mensaje de amor cristiano con la tiranía con la que el padre abruma a su familia. La ruptura de la violencia contra la mujer es más enfática en “Coincidencias,” de Isabel Auza de Dupleich, en el que la hija rompe con su novio al primer vestigio de violencia y decide no ser como su madre.
En varios micro-cuentos el personaje femenino sufre en silencio, tragándose su dolor en “Ella,” de Cristina Zabalaga, o se halla restringida por su dependencia económica, tema de “Presagio de abandono,” de Edith B. Zabalaga de Montecinos. Virginia Ayllón propone una solución en “Calla y come.” Su micro-cuento termina con estas frases: “Callar y escribir, eso queda.” Sin embargo, el argumento no da indicios si la escritura será pública o será un diario privado sin lectores, lo cual no es una solución. En otros micro-cuentos, la mujer disculpa al marido ante otros, mantiene el secreto de la violencia que sufre, situación que Beba Rodríguez Estenssoro lleva a un extremo. Su protagonista se hace tatuar sobre los moretones para mimetizar los colores permanentes que cubren su cuerpo.
El incesto es una de las formas más agravadas de la violencia doméstica. “Debajo de la escalera,” de Lilibeth Galindo de Guardia, está narrado desde el punto de vista de una niña temblorosa que sabe que va a ser violada una vez más. La descripción de sus manos pequeñas y el vestidito que lleva realzan más la fragilidad de esta niña y lo monstruoso de la acción. “Un hermano en mi vientre,” de Judith Ustáriz Arandia, adquiere mayor amplitud y valor literario al combinar el silencio de la hija, el incesto y la ignorancia de la madre. Teresa Constanza Rodríguez Roca retoma el mismo tema, pero enfatiza la incapacidad de revelar el secreto.
La violación es el tema de “La felpa de tu piel,” de Rosario Quiroga de Urquieta, quien inscribe una canción infantil como contraste de la violación de una niña. La comercialización del cuerpo de la mujer constituye otra forma de violencia, tema de “Celo,” de Rosalba Guzmán Soriano, donde un hombre no identificado prostituye a una joven y perversamente mira la desfloración. En “Ausente,” de Pilar Pedraza, el marido prostituye a su esposa para pagar su bebida. La mujer se ausenta de su cuerpo como una manera de escape.
Todos estos cuentos tienen lugar dentro del espacio doméstico, violencia mantenida en secreto, salvo en los micro-cuentos en los que la mujer, cansada de la violencia que sufre, mata al marido y es hallada culpable por la justicia. Esta no es una solución a este problema, puesto que la violencia solo genera violencia. María Melita del Carpio rompe la restricción de la geografía doméstica ya que el grito de su protagonista de “Mejor antes,” grito que se anticipa a la primera golpiza, sale del hogar, pasa por las azoteas y llega a toda la ciudad. La dimensión épica que alcanza este relato concuerda más con el propósito de la presente antología, que es visibilizar un crimen largamente guardado entre cuatro paredes.
La borrachera del hombre acompaña muchas veces a los actos de violencia. Sin embargo, la bebida es una consecuencia y no la causa de la violencia. Más cercanas a las causas de esta violencia se halla en “Tertulia,” de María Lourdes Zabala Canedo, donde la protagonista cavila sobre la capacidad reproductiva de la mujer, la que se ha convertido en un deber, en un servicio y que cuerpo/sexo han sido expropiados. Precisamente, el hombre considera el cuerpo de la mujer como de su propiedad, razón por la cual puede hacer con él lo que le plazca: abusarlo, violarlo, venderlo o cosificarlo.
Me gustaría llamar la atención a otros micro-cuentos que amplían la temática de la violencia contra la mujer. En “La niña y el tamaño de la madre,” Carmen Beatriz Ruiz construye su argumento con el crecimiento corporal de la niña y la disminución del tamaño del cuerpo de la madre, percepción psicológica de la hija ante la violencia que su madre sufre en silencio. Y, en “Vileza,” Irma María Magnani Valdez de Vía sitúa la acción en la colonia, cuando en complicidad patriarcal el patrón y el capataz matan a la recién nacida, por ser mujer y negra como su madre. De esta manera se incluye la discriminación racial y las diferencias de clase a esta antología.
El subtítulo de esta antología dice ¡basta! a la violencia de género. Sin embargo, las escritoras no han considerado otras formas de género, como el lesbianismo, la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad y prácticamente han ignorado la violencia que algunas veces la mujer ejerce sobre el hombre, problemas sociales que permanecen en el mayor secreto, especialmente en una sociedad machista como la nuestra. Tampoco se ha codificado el cruce temático de los géneros con la raza y las clases sociales. En las próximas ediciones esta antología, espero que estos temas también sean incluidos.
Oscar Muñoz
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Reblogueó esto en Rossemarie Caballero's Blog.
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