Lindaura Anzoátegui de Campero

La rara entereza de Lindaura Anzoátegui de Campero
Primera novelista boliviana
Por Rossemarie Caballero*

En la ciudad de Tarija, abril representa el mes de la pascua florida, vivida con intensidad y tradición. Tal es así que las actividades festivas se inician con la Entrada Normalista, cuando jóvenes y señoritas estudiantes, además de docentes de la Escuela Superior de Formación de Maestros de Canasmoro, entre danzas y cánticos, recorren las principales calles hasta la plaza Luis de Fuentes, derramando a su paso todo el brillo y colorido de este valle vitivinícola. Durante la versión de 2017 se implementó a la Entrada un desfile de “Personajes emblemáticos” de Tarija. Ahí surgió la idea de reivindicarla del olvido y personificar con atuendo y peinado a la usanza de la época a, escritora, poetisa y Primera dama de la nación por matrimonio Narciso Campero (1880-1804), presidente de Bolivia.

Luz María Achá, profesora de Literatura durante 31 años en la Unidad educativa Lindaura Anzoátegui de Campero, nos comparte sus impresiones cuando “Fijamos la vista en el retrato de doña Lindaura Anzoátegui de Campero y encontramos un rostro que revela un alma conmovida, con gesto imperceptible de dolor. A sus ojos asoman sentimientos nobles: amor, bondad, tristeza, el espíritu elevado y puro de la poetisa y novelista, que nació en el Valle de Tojo (Cantón de la provincia Avilés, departamento de Tarija), el 31 de marzo de 1846, allí, junto a sus padres, pasó la primera infancia, cuando llegó a la edad escolar, la familia se trasladó a la Ciudad Blanca de Sucre.

Lindaura nació en el Valle de Tojo, nieta del aristócrata marqués de Tojo. A sus 16 años quedó huérfana de madre, y en el mismo año perdió a su hermano. Más tarde se comprometió y casó con el coronel Campero, con quien viajó a Europa cuando el coronel fue designado embajador en Francia en 1888. A su retorno, quizá influenciada por la cultura europea publicó su primera novela…. Utilizaba dos seudónimos para escribir. El Novel y Tres estrellas, llegando a publicar el total de cinco novelas: La madre,1891; La mujer nerviosa, 1891; Luis, 1892, cuidado con los celos, 1893, Huallparrimachi, 1894; Don Manuel Ascencio Padilla, 1976; el ensayo Cómo se vive en mi pueblo. Estampas, 1892, y varios poemas, según el libro Más de cien escritores bolivianos (2017) de combate cívico, entre ellos el emblemático Bolivia, dedicado a su esposo, develando el sufrimiento de una mujer y madre en tiempos de la guerra del Pacífico.

Me referiré en primera instancia al significado del término “raro”, como poco común, y “entereza”, como “Cualidad de la persona que afronta un problema o dificultad con serenidad y fortaleza para mantener las propias ideas, juicios o decisiones”. El porqué del título del presente ensayo se explica con el fragmento de Urquidi: Los azares de la política y lo precario de la situación económica (…) siempre la hallaron de rara entereza de carácter, a prueba de vicisitudes. Sufriendo el general Campero hostilidad encarnizada… (1919, 83), fragmento que rescato como base del título del presente documento “La rara entereza de Lindaura Anzoátegui de Campero, primera novelista feminista boliviana”.

Virginia Ayllón (2006) en su ensayo: Lindaura Anzoátegui de Campero – La primera dama escritora, señala “Primera dama por su doble característica de ser esposa del presidente Narciso Campero (presidente entre 1880 y 1884), pero también por ser la primera narradora boliviana, la primera en usar la pluma para la denuncia de la situación del indio en la nueva República, la primera en impugnar las vicisitudes de la vida política y la primera en cuestionar la situación de la mujer en el nuevo país denominado Bolivia” (Ayllón, 2006: 17). Y con toda razón complementa que “El carácter de la literatura de Lindaura Anzoátegui de Campero es fundacional en las letras bolivianas”.

Asimismo, en otro estudio, Ayllón & Olivares la declaran escritora “suicida”, junto a las pioneras autoras bolivianas, Adela Zamudio, María Virginia Estenssoro e Hilda Mundy: “Este ensayo se acerca a la vida y obra de cuatro escritoras que se suicidaron frente a la sociedad, aceptaron cada una a su modo, ponerse en boca de las demás, o sea hacerse palabra pública” (2010:149). Unas más que otras sufrieron por su atrevimiento, las cuatro optaron por caminos vedados para su época.

Si recurrimos a la cronología de autoras bolivianas, nos encontramos con las consideradas pioneras de la literatura nacional y el género en el que destacaron, a saber: Josefa Mujía (Sucre, 1812. Poeta); Mercedes Belzu Gorriti de Dorado (La Paz, 1835, poesía); Lindaura Anzoátegui (Tarija, 1846, novela); Hercilia Fernández de Mujía (Potosí, 1860, poesía); Adela Zamudio (Cochabamba, 1854, poesía); Virginia Estessoro (La Paz, 1902, novela) e Hilda Mundy (Oruro, 1912, poesía).

El texto «Bolivianas ilustres; heroínas, escritoras, artistas; estudios biográficos y críticos», de José Macedonio Urquidi (1918), texto colgado en internet por Librerías de Conecticut las nombra así: María Josefa Mujía (1812), la afamada y triste «poetisa ciega»; Lindaura Anzoátegui de Campero (1846), literata eximia, la novelista mejor acaso de la República, cantora de sus tradiciones de gloria; Mercedes Belzu Gorriti de Dorado (hija de Manuela Gorriti), sentimental poetisa de gusto clásico; Hercilia Fernández de Mujía, de suave y elegante lirismo e inspirada artista musical; y, sobre todo, Adela Zamudio (1854) maestra y poetisa cochabambina.

Por su parte, los descendientes de Lindaura Anzoátegui Campero de Campero en el año 2006 publican un compendio de obras y ensayos en torno a la obra de la autora denominado Desafío de mujer, vivir sin el velo de la ilusión por Editorial Plural de La Paz, en cuya contratapa se puede leer los siguiente: Al igual que la de otras, la de Lindaura Anzoátegui de Campero forma parte de la rica tradición de mujeres bolivianas, quienes desde la cultura han abierto brechas para la activa participación de la mujer en la vida contemporánea de nuestro país. (Desafío de mujer, contraportada). Sara Romero de Salamanca, en su discurso de presentación del libro don Manuel Ascencio Padilla (2006), señala “Creo que en el Año Internacional de la Mujer, es oportuno que una de las grandes escritoras bolivianas merezca el homenaje de dar la estampa su novela histórica inédita. Será un doble reconocimiento: a Lindaura Anzoátegui de Campero y su personaje preferido y admirado, Juana Azurduy de Padilla”m refiriéndose a “La guerrera americana más ilustre (1919) La heroica amazona de la gran guerra, la libertadora de Bolivia, la gran Juana Azurduy de Padilla, de donde las mujeres bolivianas heredamos la valentía varonil y el denuedo de mujer patriota. En la obra Huallparrimachi, la denominan “endemoniada viuda”, por el terror que inspiraba la fortaleza y lucha de Azurduy, nacida el siglo XVIII en alto Perú.

Retornando a la infancia de Anzoátegui, el escritor Macedonio Urquidi (1919) nos dice que aprendió a leer antes de los cinco años, estudió lógica, retórica, francés, practicaba la equitación, natación, baile, canto, faenas del hogar, ejercicios de piedad. Prefería la soledad y el silencio lejos del vano bullicio del mundo (p. 77). En Europa aprendió inglés e italiano.

Asimismo, destaca su inteligencia descollante y excepcionales virtudes. Narradora y detallista. Su talento descriptivo y espíritu de observación prometía (Urquidi, 1919) escritos tienen originalidad, hay variedad en la trama que interesa, los diálogos son naturales, espontáneos. El lenguaje es fácil y correcto. Ahí muestra la autora talento de amplias vistas, genio vivaz e intuición rápida, su estilo es ágil, sobrio y pintoresco en estas como en todas sus obras (p.84) Mientras que de su esposo afirma: El general Campero, uno de los presidentes más patriotas, más abnegados y más honrados que ha tenido la República de Bolivia, comparado con Sucre mismo, hizo la transmisión legal del mando supremo en 1884 en la capital (Urquidi, 1918:85).

En palabras de Julio Cesar Valdés, en una crítica literaria, señala que solo dos mujeres merecen en Bolivia, el calificativo de buenas escritoras. Sin ofender a las demás que han hecho apreciables tentativas literarias: El Novel y Soledad. (Urquidi, 1919).

Por su parte, Ayllón (2006) señala que “Es con su obra “Cuidado con los celos” que Anzoátegui ha logrado su conciencia de ser escritora, y el oficio que esto implica: a través del ser mujer y el ser indio en la Bolivia del siglo 19. En esta novela mujeres e indios comparten dos características en su deber ser: la lealtad/fidelidad y el sacrificio. Ambos llegan a ser cuando se sacrifican” (…) En este punto, cabe recordar que en Bolivia, indios y mujeres no tenían derecho al voto antes de 1956, la gran Adela Zamudio (1854) lo denuncia en su poema Nacer hombre: “Vota el pillo peor, permitidme que me asombre, porque es hombre”. La revolución de 1952, concedió a la mujer el ejercicio de sufragar en las elecciones de 1956; es decir, un siglo y 31 años después del nacimiento de la República de Bolívar, hoy Estado Plurinacional de Bolivia.

El carácter pionero de Lindaura, más allá de su rol como primera dama o primera narradora, es en palabras de Ayllón: Denunciar la situación de la mujer, el deber ser femenino construido en la Bolivia del siglo XX, porque avizora los que después Zamudio nombra e instaura, crea a la mujer boliviana, a decir de Weatüchter: la obra de Zamudio no comparte con la otredad colonial, pero inaugura otra: la del exilio femenino. (…)

En el ensayo Estado y mujeres en la obra de cuatro narradoras bolivianas, Ayllón (2016) corrobora que Anzoátegui percibe, de manera intuitiva, rasgos que unen a los sujetos colonizados, en este caso en su calidad de víctimas. Evidentemente, esta intuición de Anzoátegui, alude a lo que solo en el siglo XX se conocerá como la relación entre patriarcalismo y colonialismo (Rivera, 2010). Cit. por Ayllón, 2016).

Como se advierte, Anzóategui percibió algunos elementos de la estructura del Estado colonial y los nombró desde el reclamo de la atención a la mujer, habida cuenta de su aporte a la construcción de la nación y también intuyó la estructura colonial jerarquizada del nuevo Estado (Ayllón, 2016).

A decir de Fernando Diez de Medina, “Lindaura Anzoátegui de Campero inicia el costumbrismo propiamente dicho. Sus novelas cortas y sus cuentos, lo mismo que sus relatos históricos, denotan perspicacia en la sátira social, fino dibujo psicológico, sentimiento estético del paisaje (…) la señora Campero es un alma delicada, cuyas obras, sentidas y armoniosamente logradas, contrastan con el barroquismo ambiente. Por la habilidad con que plantea y resuelve los conflictos pasionales, se advierte un temperamento dramático que no llegó a florecer en plenitud. Huallparrimachi, Una mujer nerviosa, Luis, Manuel Ascencio Padilla y otras narraciones, denotan un temperamento realista y romántico al mismo tiempo, bien controlado, que sortea diestramente las vallas del relato.

Detractores de Lindaura sobre su rol en la Guerra del Pacífico
Mientras Urquidi (1919) escribía que la paz hogareña deseada por la señora Anzoátegui de Campero era imposible. Chile ocupó con su ejército el puerto de Antofagasta. Campero olvidó sus diferencias con Daza y le escribió «Pido se me conceda el derecho de defender a mi patria, como soldado». Ese paso estaba de acuerdo con el temperamento cívico de doña Lindaura. Y su marido no fue soldado sino comandante de la Quinta División, de la cual abundante papel se ha escrito. La esposa, indignada ante la brutal agresión, publicó en marzo de 1879 una poesía varonil de que copio: Esposa soy y madre! Mas soy hija de su suelo también, y en mi mejilla siento caer la candente mancilla que te arroja, cobarde, el invasor.

Desde El Salvador dirigió vibrantes versos patrióticos, acogidos en los periódicos. Ya no podía ser la mujer corriente que según su ideal sencillo quería ser. Era la esposa de un hombre de destacada notoriedad. Y los de la guerra no fueron para ella meses de sosiego. Empujada por los acontecimientos y por la situación de su marido, mostró: su temple espiritual pues se consideraba parte de la patria invadida y ultrajada. Después de haber sido jefe del Ejército Unido, el general Campero fue llevado a la presidencia de la república el 19 de enero de 1880 y confirmado en ese cargo por el Congreso el 19 de julio de ese mismo año. Doña Lindaura, en los años de la presidencia del general Campero, fue una de las primeras esposas de mandatario que se dedicó a eficaces labores de beneficencia, atención de hospitales, equipamiento de ambulancias. Organizó conciertos y en ellos actuó personalmente. No le deslumbraba la posición de primera dama; cumplía su deber con discreta comprensión de necesidades relacionadas con la guerra injusta y sus consecuencias inmediatas.

Sin embargo, el menosprecio al rol de la mujer en plena guerra se patentizaa en la ponencia al Encuentro Trinacional Bolivia-Perú, Chile. Historia de la Participación de los pueblos indígena originario campesino y afrodescendientes en la Guerra del Pacífico, 1879, organizado por la Vicepresidencia del Estado, donde Oporto (2013) señala sañudamente:
“Pero lo que llama poderosamente la atención es que precisamente en esos álgidos y turbulentos meses, luego de la derrota del Ejército Unido en el campo de El Alto de la Alianza, la esposa del Presidente Narciso Campero, la distinguida poetisa Lindaura Anzoátegui de Campero, se había enfrascado en atender un desafío singular: remodelar el Palacio de Gobierno, pues vio que este recinto se encontraba en deplorables condiciones”.

revistasbolivianas.org.bo/scielo.php?pid=S1997-44852014000200003&script=sci_arttext

No obstante, a pesar de la intención destructiva de Oporto, su comentario no hace otra cosa que manifestar indirectamente que Anzoátegui tenía el valor de la honestidad y transparencia, pues en el texto citado explica que se hizo compras con factura y con detalle de monto y lugar. No como la prensa en los últimos tiempos informa que la corrupción campea a todo nivel del aparato estatal.

Urquidi (1019) nos cuenta que al cumplirse el período residencial de su marido, se retiró a la hacienda San Salvador, con la certidumbre que entonces podría vivir para sí y para los suyos. Tampoco le estaba dado alcanzar, esta forma de felicidad bucólica. El general Campero fue arrancado de su retiro y llevado a la representación senatorial para formar el grupo de oponentes del presidente Pacheco, su pariente, con quien mantenía un escandaloso pleito judicial por pertenencias mineras y que le ocasionaron sinsabores y persecuciones. Fue entonces que Lindaura, con su pseudónimo El Novel salió a la palestra de la prensa para defender a su marido contra quien se ensañaba la venganza.

Sin embargo, lo evidente es que Ignacia Zeballos residía en Puno cuando decidió, de motu proprio, acudir al llamado de la patria. Su testimonio es revelador. El 10 de septiembre de 1880, le escribe al Presidente Narciso Campero:
«Cuando se declaró la guerra de Chile contra nuestra desgraciada patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después el General Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la Ambulancia». (9)

¿Cuál era el motivo de su carta al Presidente Campero? Ignacia Zeballos había servido a la Ambulancia del Ejército durante más de un año y medio, seis meses como voluntaria, tiempo que dejó un tesoro preciado en la ciudad peruana:
«Al presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la Ambulancia».

El presidente Campero atendió el pedido, con proveído de 13 de septiembre de 1880, instruyendo: «páguese por la Caja Nacional a la ocurrente la suma de doscientos cuarenta bolivianos, a buena cuenta de los haberes que ha devengado». El Intendente de Policía César Sevilla fue responsable de entregar, anticipadamente, la suma señalada como consta en el recibo firmado el 10 de septiembre. La orden, luego, fue endosada a Lindaura Anzoátegui de Campero, quien reembolsó, al Intendente de Policía, la suma en efectivo el 18 de ese mes.
Adviértese Lindaura Anzoátegui de Campero ejerció, con buen éxito, una preocupación esencial: Exaltar el temple de la mujer patriota”, Janet Ortega/
Trigo Paz, Heriberto (1959) Poetas Tarijeños 3. Editorial universitaria: Tarija.

“Durante la guerra del Pacífico, Lindaura no llora, llorar es cobardía, dice, y espera que Bolivia se levante” al son de los versos patrióticos la nación irá al triunfo, tal parece recitar los versos de Gabriel Zelaya “La poesía es un arma cargada de futuro…”.El 11 de agosto de 1896, murió en la ciudad de Sucre, el gran Campero, había cumplido 83 años. A su lado estuvo la abnegada esposa, fiándole siempre, prodigándole cariños y cuidados hasta el último instante. Mujer de entereza doña Lindaura trató de sobreponerse a su dolor.

En la novela, en el cuento, en la biografía, en sus prosas en general LAC se muestra sencilla, tierna, suave, sensitiva, y sobre todo sincera. Hay en sus escritos como notas musicales que semejan el arrullo de una madre. La esencia femenina es muy visible en sus poemas. Sus versos tienen la noble resonancia de una voz humana, voz de mujer.

A manera de anécdota, Lindaura inicia una paradoja, pues es sabido que a los tarijeños, llamados cariñosamente chapacos, se les asigna el mote de “lentos”, que siempre llegan al final; pero en este caso, Lindaura es lo opuesto a la regla: Ella llegó primero, y se constituye en la primera novelista boliviana, la primera poetisa es la antes nombrada María Josefa Mujía, la ciega, nacida en 1812.

Huallparimachi,
En palabras de Heriberto Trigo Paz (1982)
«Huallparrimachi es la novela de mayor mérito entre las cinco que escribió Lindaura Anzoátegui de Campero. Publicada en Potosí el año 1894, sus 160 páginas contienen un relato construido con originalidad y belleza literaria, con habilidad en la manera de encadenar los episodios.

Su fondo es de carácter histórico, con personas reales y de ficción, siendo el principal el poeta quechua que da nombre al libro, Huallparrimachi, hijo de María Lahuaraura, descendiente directa del Inca Huáscar, “partidario decidido de la causa independiente” e “hijo adoptivo” de Manuel Ascencio Padilla y de Juana Azurduy de Padilla.

Amor para la muerte
Ronsardes, acribilla a Huallparrimachi quien había pasado la noche con su amada Blanca, inmediatamente Leoncio apuñala a Ronsardes quien: “ y el puñal de Leoncio se hundió una y otra vez en el pecho de Remigio, que insensible, con la rigidez de una estatua, cayó al fin, mezclando su sangres con la ardiente y generosa de los dos amantes” (p.130) chorro de sangre.
Anzoategui, L. (1993) Huallparrimachi. Colección Ayer y Hoy: La Paz

Doña Juana, heroína americana, entrega a Huallparrimachi un “mensaje reservado”, dirigido a La Madrid, jefe de una fracción del ejército auxiliar argentino en el Alto Perú. En camino, el emisario es seguido por un espía indígena, destacado por Remigio Ronsardes, padre de una muchacha de quien está enamorado Huallparrimachi, y cuyas relaciones: amorosas rechaza aquel padre. El espía se finge patriota, y gana la confianza del poeta -soldado. (Ronsardes había obtenido los servicios de espionaje de aquel indígena haciéndole consentir que el incendio de su choza y el asesinato de su familia fueron obra de los patriotas, de los que debía vengarse). Huallparrimachi cumple la misión.

Comunica a La Madrid que doña Juana Azurduy de Padilla estima que debe postergar el asalto a la capital Sucre —ciudad que estaba en manos de los realistas—hasta que las fuerzas militares organizadas por ella puedan sumársele. La Madrid está en las puertas mismas de la capital y se traba el combate. Huallparrimachl combate en la vanguardia. La Madrid es derrotado. Se esfuerza en evitar la desbandada de sus tropas, las que, reorganizadas, se sumarán a los efectivos de la guerrillera, a la sazón en Sopachui. Redacta un mensaje, y encomienda su conducción a Leoncio, el indígena espía. Este, en vez de entregar la carta a doña Juana, la pone en manos del jefe realista La Hera. Don Remigio reúne a su gente y va a sumarse a La Hera. Su hija queda en casa, custodiada por un antiguo sirviente. Huallparrimachi logra ver a su enamorada, a Blanca, la hija de don Remigio. En el interin, Leoncio, el indígena espía, descubre que quienes incendiaron y saquearon su casa fueron los realistas, con Remigio a la cabeza. Ciego de odio, el nativo se dirige a la casa de aquél. Pero don Remigio se adelanta en llegar a ella, y, al sorprender a su hija en brazos de Huallparrimachi, no trepida en dar muerte a ambos. Leoncio arriba luego a la casa, y mata a don Remigio. La Hera y La Madrid se traban en cruento combate en las cercanías de Sopachui. Las fuerzas patriotas sufren tina nueva derrota».

Lindaura Anzoátegui y su poema Bolivia
Fernando Diez de Medina
«Lindaura Anzoátegui de Campero inicia el costumbrismo propiamente dicho. Sus novelas cortas y sus cuentos, lo mismo que sus relatos históricos, denotan perspicacia en la sátira social, fino dibujo psicológico, sentimiento estético del paisaje. ¿No ha dicho Joubert que la literatura es delicadeza? Pues bien: la señora Campero es un alma delicada, cuyas obras, sentidas y armoniosamente logradas, contrastan con el barroquismo ambiente. Es “la mejor prosa escrita en Bolivia por pluma por pluma femenina”, afirma un crítico. Por la habilidad con que plantea y resuelve los conflictos pasionales, se advierte un temperamento dramático que no llegó a florecer en plenitud. Huallparrimachi, Una mujer nerviosa, Luis, Manuel Ascencio Padilla y otras narraciones, denotan un temperamento realista y romántico al mismo tiempo, bien controlado, que sortea diestramente las vallas del relato».

Otro ensayista apunta: “Maneja bien el diálogo, y es de tal valor plástico, que informa por sí solo de toda la acción y trasluce el escenario o fondo”. Doña Lindaura vió y expresó las escenas habituales de su Bolivia, como la Fernán Caballero transcribió las de su España. Lástima que sus variadas producciones se hallen dispersas, o no se hayan reunido en libros, lo que impide gustar largamente los zumos de su noble ingenio. Fue también poetisa de rara distinción espiritual.
andesacd.org/lindaura-anzoategui-campero-de-campero/4/ consultado el 12 septiembre de 2017
Publicada en Literatura Boliviana en 1982.

Bibliografía
Agreda, R. (2017) Más de cien escritores bolivianos. UPEQ: Cochabamba
Ayllón, V. & Olivares, C. (2010) Las suicidas: Lindaura Anzoátegui de Campero, Adela Zamudo, virginia stenssoro e hilda mundy. Fundación PIEB: LA PAZ
Ayllón, V. (2016) Estado y mujeres en la obra de cuatro narradoras bolivianas. Universidad nacional.
Descendientes de Lindaura Anzoátegui Campero de Campero (2006) Desafío de mujer, vivir sin el velo de la ilusión. Editorial Plural: La Paz
Oporto, Luis. Indios y mujeres en la Guerra del Pacífico Actores invisibilizados en el conflicto. revistasbolivianas.org.bo/scielo recuperado en octubre de 2017.
studylib.es/doc/8480597/descargar-el-archivo-pdf—revistas-de-la-universidad-nac/recuperado el 20 de octubre de 2017
Trigo Paz, Heriberto (1959) Poetas Tarijeños 3. Editorial universitaria: Tarija.
Urquidi, J. (1918). Bolivianas ilustres: heroínas, escritoras, artistas; estudios biográficos y críticos. Arnós: La Paz.

* Rossemarie Caballero Vega (Cochabamba, 1961) Poeta, ensayista, narradora, docente, columnista de prensa y gestora cultural boliviana. Estudió Letras en la Normal Católica de Cochabamba; Licenciada en Idiomas, por la Universidad Mayor de San Simón y Licenciada en Inglés, por la ESFM Enrique Finot. Cursó las maestrías: “Didáctica de la enseñanza de lenguas extranjeras: Inglés, Francés y Castellano”, UMSS – Nantes y “Educación Sociocomunitaria Productiva”, Universidad Pedagógica – Convenio Andrés Bello. Viajó a Madrid con una beca de la AECI sobre Literatura y Lengua. Luego pasó a Francia donde participó en eventos culturales y ambientó su primera novela. Miembro del equipo de edición de revista Temas Cochabamba (www.temascbba.com). En 2016 cursó el Taller de Recursos Narrativos con Liliana Díaz Mindurry, Buenos Aires.2018 Conductora del programa de radio virtual A cierta Hora, Ciclo En la otra puerta (www.enlaotrapuerta.com.ar.). Reside en Argentina.

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