Mi escritura, ese sabor a mujer

Desde Cochabamba-Bolivia, la Editorial Kipus acaba de lanzar el libro Deslumbramiento, 46 narradores bolivianos hablan de su escritura (2021). La fortuna hizo que mi persona participara como una de las narradoras del espectro nacional.

«Deslumbramiento es una exploración en las profundas cavidades del escritor que olvidó o guardó emociones ante las propias palabras escritas en el dolor, por el amor, con la soledad, entre las lágrimas, sobre la almohada, tras de los cristales de las ventanas, ante la muerte. En fin, cada escritor ha vibrado a su manera al descubrir la escritura». (Deslumbramiento, 8:2021), son las palabras de la Responsable de la publicación, la escritora Gaby Vallejo Canedo.

Cuando fui invitada a participar del CICLO DE NARRATIVA BOLIVIANA CONTEMPORÁNEA, que se realizó virtualmente durante el 2020, desconocía que cada escritor debía aportar un texto respecto al porqué de su escritura. Me encantó la idea, y comencé a pensármelo. Lo terminé y se lo mandé al mail de la compiladora, con cierto temor, con cierta incertidumbre, a ver qué me decían, qué tal estaban los párrafos. Silencio. Nadie dijo nada y nadie sabía lo que se venía. Tampoco sabía si mi texto se incluiría en el Gran libro del Ciclo de Narrativa Boliviana. Tampoco conocíamos el título que llevaría y quiénes participarían. Un total misterio que debía ser guardado hasta que el libro se publicara, y salió hace unos días. Se titula Deslumbramiento. ¡Wow, qué título! y mi texto está inserto ahí, ¡doble albricias!

Tapa de la compilación Deslumbramiento (Varios autores, abril, 2021), publicado bajo el sello del Grupo Editorial Kipus.

Al escribir mi texto sentí brotar una especie de confesión, un desnudarse en el río. Elay! Esto es lo que me surgió:

Mi escritura, ese sabor a mujer*

Comencé a escribir por necesidad. La necesidad de descifrarme, reconocerme, pensarme como mujer sintiente. Sabemos que la literatura es una fuente poderosa que nos lleva a explorar las palabras, el significado, el origen, las implicaturas, las variantes, los enigmas, hasta la “cortedad” del mensaje si en el mejor de los casos no dice todo lo que el pensante quiere; y la escritura además de arma es un arte. Fuera del arte el mundo es cotidiano, quizá incluso cargado de hastío. El arte es creer. Yo creí que escribir me haría bien, y me hizo, de alguna manera,  provocando, contando, incluso bramando si quieres, en cada poema o relato.

La literatura es cataclismo. Si no mueves lo establecido no es literatura que valga la pena. Ahí me di cuenta que mi literatura, al inicio, buscó decir algo, con palabras huecas, dolientes, solitarias… pero el tiempo las fue acomodando. Y surgió otra energía, una combinación intensa de palabras que me hizo más fuerte. Una combinación que debió ser inédita, hasta cierto punto original, si se puede llamar original a algo, pues creo que alguien escribió o dijo antes de  manera similar –en mayor o menor grado- lo que intentamos decir en cada texto. “Voz propia”, le llama Patricia Bence Castilla, “rupturista”, agrega. Y me gusta que me asigne el rol de rupturista. Pero falta. Siempre falta, y en la búsqueda está la alegría de seguir escribiendo. Hasta encontrar ese algo que cada escritor/ escritora sabe que busca, a  veces lo logra, otras no.

Cuando Elena Ferrufino Coqueuniot mencionó que mi Enigmas de la Esfinge colmaba la expectativa de ese lenguaje, esa subjetividad otra que Kristeva o Cixous alegaban refiriéndose al lenguaje de mujer, comprendí el sabor que tienen las palabras de la literatura escrita por mujeres, y aquí me encanta husmear.

“2302 1 P4R

Acabo de reencontrarme, de reconocerme, en su espejo, en su agua, Narciso, en su fuente. Soy, tal vez la griega, pero soy más, soy multitud. Me habitan extraños seres que se disputan el derecho de decidir mi suerte en la partida interminable del ajedrez que empezó en aquel preciso instante que escuché su voz y miré su imponente figura. Parecía usted un príncipe, aunque sin capa azul y sin caballo blanco. Ardientes destellos nacidos en los cristales de las ventanas rebrillaban y se apagaban en los pastos verdes de mis sueños”. (Fragmento, Enigmas de la Esfinge, 2007)

(*Documento incluido en el libro Deslumbramiento, 46 narradores bolivianos hablan de su escritura, 97:2021)

La autora Rossemarie Caballero mostrando el libro Deslumbramiento (2021) desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

El último párrafo citado en el texto, se encuentra en el libro Enigmas de la esfinge (2007) y el penúltimo, en la contratapa del mismo, como síntesis de la valoración de Elena Ferrufino – Coqueuniot en ciudad Cochabamba de 2007.https://rosemariecaballero.com/enigmas-de-la-esfinge/

¡Gracias por Seguirme!

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