Publicado en Argentina (Juego de Trenzas, 2018) y Bolivia (Escritoras Cochabambinas, 2018). Aquí la versión en español traducida al italiano
Un relato cautivador y vigoroso. Su técnica narrativa me arrastró renglón tras renglón, como tomado de las narices, sin darme opciones a ningún tipo de distracción, hasta el final. / Herman Ayala Saavedra
TENGO TU CUENTO
POR: ROSSEMARIE CABALLERO
Y te piden que escribas un cuento, no sabes qué escribir, tampoco logras empezar porque siempre que quieres armarlo, entre chirridos de puertas aparece el hámster ese como un torbellino azul. La maestra dice que en general hay que suprimir todo aquello que esté de más a la economía y la eficacia, se cree el dogma de que hay que recortar –recortar- recortar… y pasa la tijera por tu cola, sí, por tu cola para que te duela. El hámster da un chillido que estremece al vecino, pero la maestra insiste en que el cuento hay que cortarlo, y procede a afilar las tijeras, así, mira, así no dolerá mucho, dice mucho con intención porque de doler te va a doler; y saca el filo; obvio, piensas en Helene y sus tijeras y le dices amenazante que salga de la habitación pero ella sigue detrás, no hace caso. “Esta vez no te me escapas ni el hámster de mierda”, le repites; pero no es escapar lo que Helene pretende ni hacer esfuerzo, sino seguir importunando y dale, te dice que estás enfermo, que sufres de violencia pero tú justificas con que te está evadiendo y la persigues, ella jadea como un pequeño monstruo que, ainda, sigue con su hilera de verborrea afilada.
El chirrido se hace portazo cuando te dice que de niña le abrieron la nariz y otras cosas que no se acuerda con claridad, aunque vos sabes que sí, se acuerda, porque te lo contó antes; que hay por ahí abusadores y vos no le crees, la persigues, quieres atraparla, la golpeas. Tiene las tijeras y las atenaza contra tus manos que empiezan a sangrar. Y que las catálisis no estén demás, entonces no pueden quedar como cabo suelto e intentas cerrar la historia, pero no encuentras una función. Una función sería estrangularla como Ilia Ehremburg a su mujer y crees que lo que natura no da Salamanca no presta, por eso no llegas a armar un buen cuento. Ella lo hace, la maestra consigue el molde perfecto, final imprevisto. Vos apenas encuentras una información y la escribes de manera lineal, se la envías. A vuelta de correo recibes una nota “Para eso, (mejor) te pones a leer el diario”. Compras el diario, buscas: Helene en el corredor de una casa. Lo reportan en la crónica, presumen asfixia mecánica, ciruelas moradas en sus ojos, un hámster asustado, tijeras y demás, chorritos de tu sangre en su ropa.
Rossemarie Caballero
De la antología Escritoras Cochabambinas (2018)

Mio professore d’ italiano ha tenido la gentileza de traducir mi «Tengo tu cuento» a esa lengua bella. Qué sonido grato es pronunciarlo con esas chh — kh … Grazie mille !!
HO LA TUA STORIA
PER: ROSSEMARIE CABALLERO
E ti chiedono di scrivere una storia, non sai cosa scrivere, non puoi nemmeno iniziare perché ogni volta che vuoi metterla insieme, tra porte cigolanti quel criceto appare come un turbine azzurro. La maestra dice che in genere bisogna eliminare tutto ciò che è superfluo all’economia e all’efficienza, si crede nel dogma che si debba tagliare -tagliare- tagliare… e lei passa le forbici attraverso la coda, sì, attraverso la coda per ti fa male Il criceto strilla che scuote il vicino, ma la maestra insiste che la storia deve essere tagliata, e lei procede ad affilare le forbici, così, guarda, così non farà molto male, dice molto con intenzione perché se fa male ti farà male; e disegna il bordo; ovviamente, pensi a Helene e alle sue forbici e le dici minaccioso di lasciare la stanza ma lei ti segue, non presta attenzione. “Questa volta non mi scappa nemmeno il criceto di merda”, ripeti; ma quello che Helene non sta cercando di fare è scappare, né sta cercando di fare uno sforzo, ma per continuare a infastidirla, ti dice che sei malata, che stai subendo violenza, ma giustifichi che sta evitando tu e tu la insegui, sussulta come un piccolo mostro che, ancora, continua con il suo filare di acuta verbosità.
Lo squittio diventa uno sbattere di porta quando ti dice che da piccola le hanno aperto il naso e altre cose che non ricorda chiaramente, anche se sai che lo fa, ricorda, perché te l’ha detto prima; che ci sono molestatori là fuori e tu non le credi, la insegui, vuoi prenderla, la picchi. Ha le forbici e le stringe alle tue mani che iniziano a sanguinare. E che la catalisi non sia troppa, poi non si possono lasciare in sospeso e si cerca di chiudere la storia, ma non si trova una funzione. Una funzione sarebbe quella di strangolarla come Ilia Ehremburg sua moglie e pensi che quello che la natura non dà a Salamanca non lo presti, ecco perché non riesci a mettere insieme una bella storia. Lo fa, l’insegnante prende lo stampo perfetto, un finale imprevisto. Non appena trovi informazioni e le scrivi in modo lineare, le invii a loro. Per posta di ritorno ricevi una nota «Per questo, (meglio) inizi a leggere il giornale». Compri il giornale, cerchi: Helene nel corridoio di una casa. Lo riportano nella cronaca, presumono soffocamento meccanico, prugne viola negli occhi, un criceto spaventato, forbici e altro, rivoli del tuo sangue sui vestiti.
Rossemarie Caballero
Da la antología Escritoras Cochabambinas (2018)



