
El vuelo de la Esfinge (2009) es la primera novela publicada por la escritora Rossemarie Caballero. Su segunda novela titula Los espejos de Fabia (2014) y la tercera, Lilith en los infiernos (2021).
El libro se comercializa por las librerías de editorial Kipus de Bolivia. Pero la versión digital se puede adquirir por Amazon desde el año 2020.
El vuelo de la esfinge ahora en Amazon.com

Lanzamiento en la ciudad de Cochabamba
Volviendo al libro, qué bueno tener registro del evento organizado en el año 2009 cuando se iba a presentar la primera edición de la novela El vuelo de la esfinge en Cochabamba.
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ARTÍCULOS
SOBRE LA NOVELA DE ROSSEMARIE CABALLERO. EL VUELO DE LA ESFINGE.
El vuelo de una Esfinge, Indescifrable, Múltiple, Impenetrable
Rossemarie Caballero escribe un libro extraño, como lo ha titulado ella misma, el vuelo de una esfinge, indescifrable, múltiple, impenetrable.
Dos versiones, dos publicaciones, primera edición, 2009; segunda edición, 2018. Dos presentadores de contratapa: Homero Carvalho en la primera; Oscar Willy Muñoz en la segunda. El mismo texto y distinto. Un atento lector lo advierte. Se repiten los contenidos, se añaden otros.
¿Cuál versión leer? ¿Qué le hace cambiar a la autora ciertos elementos de una edición a otra? La carta al presidente, por ejemplo en p. 47, 43 en otra. ¿Qué le hace cambiar? Posiblemente para el lector que adquiriese cualquiera de las versiones, no sucede nada al respecto. Lee como aparece, sin hacerse las preguntas que me hice yo.
La novela en sí, en su presentación tipográfica es desconcertante. El uso de varias voces narrativas, de fragmentos poéticos, diversas estrategias tipográficas, ubicaciones espaciales diversas, uso de mayores sangrías para algunos párrafos, uso de líneas en cursiva, en tipos de letras distintos, narraciones en primera, en segunda o tercera persona, códigos y números extraños, que parecen que tiene algo que ver con juegos de ajedrez, desconciertan u obligan al lector a buscar o encontrar continuaciones, nexos en ese mundo ambiguo, desordenado. La aparición de palabras, claves quizá como la palabra Usted, permiten a veces encontrar esos nexos, esa continuidad para entender o armar el rompecabezas de los sucesos. Y entonces pensamos en el título de la novela “El vuelo de la Esfinge”, donde la Esfinge aparece con el significado conocido de “mujer o deidad misteriosa que hace preguntas, enigmáticas a aquel que se le acerca” pero el título añade que esta esfinge vuela, escapa, pide persecución para entenderla.
La lectura insinúa, sugiere elementos a manera de adivinanzas: ¿qué, quienes, cuándo? Se insinúa constantemente pero no se descifra. Los elementos ambiguos permanecen hasta el final, sin correrse el velo.
La temática fuerte, dura, una madre castradora lucha entre odio y amor entre hija y madre, voces de recriminación de la madre desde la tumba.
Padre sustituto, no el verdadero padre ausente y amante al mismo tiempo, iniciador de la sexualidad, poderoso y permanente. Relatos fragmentados, dispersos, derramados a pedazos como para despistar el lector que se acerca. La esfinge, la que habla, maneja una enorme desolación. Parece ser Susana, A veces no. Se autodefine: p. 58
“Susana prosaica. Señora poeta. Prosista o prosaica = aparentemente tonta Poeta = extremista, revolucionaria, esfinge”. Lo que parece ser una definición de la protagonista: “Nereida, sílfide, ondina Hiperbórea, valkiria, uri, Furia, euménide, virgen, Doncella, niña Diosa pagana ¿Quién eres que así me arrebatas?”
Como vemos, la definición de una persona se torna al final en una pregunta desorbitante. Así, los giros del relato en 1era, 2da, o 3era persona, cumplen permanentemente la función de desconcertar. Sin embargo, las frases, hondamente atrayentes, cumplen la misión de hacer avanzar el relato.
Expresiones hermosas, novedosas, reveladoras a momentos, como
“¿Acaso no es una quimera infinitamente intocable e invisible el amor? ¿A dónde partirá después de esto?, ¿Se quedará en casa?, ¿Conmigo?”
La narradora se tipifica como aguerrida defensora de la mujer, en ironía constante sobre privilegios del varón. Verificable en muchas páginas, las anotamos para el indagador: 94- 96- 100-101- 109-119, actitud unida a una fuerte sensualidad, solo posible justamente con aquel varón retado, expulsado. Habla incluso de la necesidad de asesinarlo.
Es un libro de ruptura. Se clizan las imágenes de madre, padre, esposa, hija-amante. Libro amargo, a momentos, de perennes disquisiciones. Pero libro bello también. La trama está escondida, sugerida. Hechiza a su lector, incita a la búsqueda de explicaciones, de luces que no llegan y quizá ahí radica el encanto de esta novela. La autora maneja elementos de la cultura griega, egipcia como claves, como anzuelos para mantenernos en la lectura, pero salimos del libro como permanecimos mientras lo leíamos, intrigados, llenos de preguntas. Estuvimos frente a la Esfinge. Permanecimos fascinados por ella. Eran sus palabras, su actitud, sus reclamos, su bella sensualidad, sus rabias, sus juegos, su ajedrez. Y ahí nos encontramos con el vuelo de la esfinge. Ya no está.
Para terminar esta aproximación, copiamos un fragmento excepcionalmente escrito, de una mujer para un varón, que parece un Himno al amor, que es también otra ruptura:
“Usted florece como las rosas blancas de mi jardín. Perfumadas, suaves, blancas, blancas como los tenues copos del limonero del paraje. Como el aroma de los pétalos que acaban de abrirse a la nueva vida. ¡Aleluya! Como los jazmines que alegres trascienden apoyados en el muro de añil. Amor, amor, amor, cuán sublime eres, cuán bello y gentil. Cómo zumban las abejas en tu rededor y yo en el centro de tu corazón, me reposo, me solazo, me desperezo. ¡Eres luz!, bello, transparente, iridiscente. Miel. Fruto de ámbar, de almíbares selectos. Ahora puedo entregarme a ti, y llamarte “tú”, no “Usted”. Porque el tú es próximo, inserto, compenetrado… Así ´estaré, mi amado, hasta que termines, gota a gota, de descifrarme y desvanecerte a mi lado, sin pudor, sin temor, sin dolor. Paz y armonía. Plenitud hasta el fin.”
Hay también en el libro frecuentes segmentos sobre la política y el entorno social boliviano, como detalles interesantes de viajes por el exterior de Bolivia, que también están dispersos, sin ilación, que dan volumen humano al libro.
Para conocer y honrar a esta escritora, hay que leerla y acercarse como a la esfinge.
Gaby Vallejo Canedo
Cochabamba, Bolivia, 2019
El vuelo de la Esfinge y el criptograma del ser
El vuelo de la Esfinge es una novela introspectiva, compleja y enigmática cuya narrativa nos devela la voz femenina de un personaje que navega por la oscura noche materna, el deseo como diario de guerra y el tono lírico de la remembranza.
El contexto político es el espacio donde Susana asume una postura, desde la estrategia epistolar con acrósticos y cartas dirigidas al actual presidente de nuestro país; esta referencia se la puede observar en algunos libros de Homero Carvalho o la novela “Octubre Negro” de Adolfo Cáceres Romero, donde la coyuntura política no es un pretexto para la ficción, la ficción se aproxima con mayor nitidez a nuestra historia contemporánea, cuyas cicatrices aun respiran enigmas que sondean las preguntas de la protagonista.
En El vuelo de la esfinge no hay sibilas redentoras, ni una epistemología de la levedad del ser, nos encontramos con quince capítulos que interpelan al lector como cómplice, como testigo impenitente de una mujer que se desnuda frente a la intimidad del lenguaje. El tono poético que elige la escritora es adecuado para la composición narrativa “la noche me mira con sus ojos negros”, “hoy es noche y oscura la circunferencia de enfrente”. Esta novela parece haber sido escrita para noctámbulos y, al igual que Clarice Lispector, la escritora afirma haber pasado madrugadas hilando finamente el cuerpo narrativo del enigma.
Rosse Marie teje una estructura innovadora, polifónica, de voces que generan un tono existencial e intimista, con personajes que exudan nostalgia, faunos pseudoartistas, recuerdos de la infancia y una estructura narrativa que hace referencia al lenguaje lúdico del tablero de ajedrez donde las piezas blancas y negras son una estrategia discursiva en la eterna contienda entre el hombre y la mujer, la soledad de compartir la misma sangre y el buscar detener los movimientos de la reina, en una atmósfera que lleva a preguntarnos ¿todos seremos simples piezas en el juego de la vida? ¿Nuestro destino será el parpadeo final de un dios que nos sueña? Entonces, “El vuelo de la esfinge” descubre un detallado juego del lenguaje pocas veces visto en nuestro medio literario; cuando las páginas avanzan en el recorrido del lector, la misma novela culmina con un jaque mate.
¡Felicidades Rosse Marie! A un año de tu publicación tus palabras siguen ardiendo.
Lourdes Saavedra Berbetty
COCHABAMBA, 2010
Fragmento de El vuelo de la esfinge
1904
Preparo mi ataque. Quedo aquí. Me encanta mirarlo y atenderlo y ser solícita con usted. Creo que debo volver a pensar en usted desde que me preguntó « ¿dónde se ha perdido? ». Debo, sin embargo, continuar con las obligaciones que impone el trabajo. A trabajar, a ganarse el pan, hay cientos de personas sin empleo, y yo tengo lo mío.
2004
¡Caballo cinco rey! Confirmo mis intenciones de ataque. Hoy usted llamó y me dio la dirección de su casa. Esa casa prohibida de conocer por la misión que usted debe realizar (y no puede estar en entredichos), pero hoy usted llamó. Perdió.
2004
Quiero eliminar esa reina de la columna de protección. Distraerla comiendo peones para dar el certero golpe. Y entonces, necesité mis alas para volar a su encuentro. ¿Un secreto? Muy secreto, solo entre usted y yo, es decir, solo entre una de mis seres y usted… Maravilloso. Usted me dice que me ama y no cree que es usted bello, cuando le digo que es bello, es bello, yo no puedo mentir. Y no cree que gusto de usted, « mire mis ojos », me dice y yo veo la belleza de un ángel, esa sublimitud que me inspira su figura sutil… Aquí quiero detenerme. Re-sentir y re-vivir a cada instante su ternura, mi ternura, suave, suspiro, beso, céfiro que agita mis alas.
Y a la noche siguiente otra vez, ¿a continuar con el juego? La partida apenas empieza. Tantos besos, señor en su cuerpo sagrado, en su bello cuerpo de aromos encrespados, perfumes de morning glory por la habitación, claveles en el salón, una flor además en su cama – yo- somos glory, gloire, para la gloria del espíritu santo, para nuestro espíritu. El aroma de morning glory en su piel, y el color de la rosa pálida en su nobleza… y su tengo miedo, estoy preocupado, si de preocuparse se trata, preocúpese usted de amarme, « ¿quiere usted dormir en mi cama? » « Dormir nomás », « beso, sí, besos, nomás » sólo besar, solo besar, ¿no? Sí. Bésame entonces… ¡No! solo besar, bésame sí, bien adentro, bésame con furia, adentro, bésame. Sólo besar, solo besar y me lamía el alma, literalmente, el alma, de pies a cabeza.
…………(Continúa)
Rosse Marie Caballero
El vuelo de la esfinge
Por: Luis Andrade
A un año de la publicación de El vuelo de la Esfinge de Rosse Marie Caballero
Cuando leí por primera vez el original de la novela El vuelo de la Esfinge de Rosse Marie Caballero, experimenté algo así como un satori (1), como una revelación que surgió repentinamente desde lo más profundo de mi espíritu; era una respuesta que a la vez era una pregunta, a un enigma que me había planteado, quien sabe de modo inconsciente hacía mucho tiempo: ¿Cómo leer una novela? ¿Cómo leer una obra artística hecha con lengua, por medio de la lengua y gracias a la lengua? ¿Podrá ser leída como un informe técnico?, ¿cómo un ensayo histórico o sociológico?, ¿como una crónica periodística? Por supuesto que no. Y cuando digo “cómo”, no me refiero en estricto al aspecto meramente direccional o no direccional de la lectura, sino a la actitud que el lector de una novela debe tener ante el corpus, a esa búsqueda, detrás de cada palabra, cada frase, cada oración, cada párrafo, cada capítulo de uno o varios nuevos sentidos y nuevas significaciones, cada vez más amplias y profundas, ya que el lenguaje literario, cuya propiedad esencial se define por su literariedad, abre un texto a la multiplicidad significativa, a la polisemia, a un juego múltiple y dinámico de sentidos, mucho más aún si el artista, en este caso la novelista, si bien sabe lo que dice –no, lo que quiere decir– dice además, sin saberlo otras cosas que jamás ella misma sabe que dijo, y que sólo la lectura de un lector común sensible o la de un lector crítico puede percibir.
Sin pretender ser irónico, diría que una novela debe ser leída, del comienzo al final, de principio a fin, eso claro está si se trata de una novela con una estructura narrativa lineal, pero si bien eso también se hace con una novela que nos plantea una estructura más compleja, donde se entrecruzan e imbrican distintos planos espacio-temporales; p. ej. una novela in media res, que empieza la narración por el final de la historia, u otras con búsquedas de formas y técnicas narrativas más radicales y novedosas (2), con éstas también es posible plantear una lectura no lineal, no en cuanto a la estructura superficial del texto, sino en cuanto a la estructura profunda es decir a la búsqueda de nuevos sentidos y significados, así en plural; puesto que como no existe una sola lectura posible de una misma novela, por un mismo lector en tiempos, situaciones y circunstancias diferentes, sino muchas lecturas posibles, también no existe una sola lectura, sino muchas, para lectores distintos en tiempos, situaciones y circunstancias diferentes; de ahí que una misma novela sea muchas novelas según tantos lectores existan, y según el tiempo, la situación y las circunstancias de cada lector; esto, sin hablar de un tema más complejo como es la lectura de una novela traducida a otra lengua. Traduttore traditore, reza la conocida locución italiana, y creo que siguiendo a H. Bloom podríamos confirmar y afirmar que toda traducción es una interpretación y toda interpretación una tergiversación, pero ese es un tema que rebasa las intenciones del presente prólogo.
Mas, eso no es todo, ya que aquí el meollo del asunto radica, no solamente en el enfoque o el punto de vista que tiene el lector ante el corpus de una novela, sino que, en nuestro caso, se trata de que la novela, motivo de este prólogo, ha sido escrita por una mujer, desde el punto de vista de mujer, con un “lenguaje de mujer”, con una sensibilidad de mujer, y a base de la experiencia y la cosmovisión de una mujer, y es de ahí que aquí surgen las preguntas de Perogrullo: ¿Cómo leerá un hombre una novela escrita por una mujer?, ¿cómo leerá la misma novela otra mujer?, y ¿cuáles serán las diferencias en cuanto a la connotación de dichas lecturas? ¿Un hombre y una mujer leerán del mismo modo una novela escrita por una mujer? ¿El punto de vista, la sensibilidad y la cosmovisión masculina, en cuanto a la lectura de la literatura creada por una mujer, podrá plantear una percepción distinta que una lectura femenina? Yo creo que sí, ya que desde siempre, y hasta hace menos de un siglo, prácticamente, no existía una literatura propiamente femenina, no tanto en poesía como en novela; lo que sí había era una literatura escrita por mujeres que escribían como hombres, es decir como varones. Durante siglos la literatura escrita por mujeres, fue sólo un mito, puesto que tanto la creación de novelas, como casi todas las artes eran de propiedad exclusiva del sexo masculino. La emergencia de la mujer dentro del campo de la cultura, en igualdad de condiciones que el varón, es un hecho relativamente reciente, mucho más si hablamos de la literatura latinoamericana contemporánea.
La mujer había estado durante siglos condenada al exilio de la cultura y el arte y, por consiguiente, de la literatura, y cuando se le permitió escribir, si se le permitía, tenía que hacerlo como hombre, es decir como varón, pues la dictadura de la estética masculina se habría de imponer secularmente hasta el surgimiento de un punto de ruptura, gracias a la toma de conciencia de la mujer, en cuanto a su condición de ser humano, y el descubrimiento de que podía crear un mundo literario visto con ojos de mujer. Las búsquedas estéticas, la tradición siempre había estado dirigida, o mejor regida y monopolizada por cánones estético-machistas. El hombre, el varón era el centro del universo, el heredero del poder divino, el que había sido creado “a imagen y semejanza de Dios”, creador de universo y, por supuesto, de la novela; La mujer siempre era un personaje secundario, una “extra” que se diluía en la trama y el argumento masculino, y que era sacralizada, sólo en cuanto madre, en cuanto a ser meramente reproductor, no productor, de la especie humana. Y no habrá ninguna mujer, de que se tenga noticia, hasta Virginia Woolf (3) (1882-1941) que logra romper el mito, para crear una narrativa auténticamente femenina, y descubrirnos aquel maravilloso mundo de misterios, aparentemente inexistente hasta entonces, inaccesible por inexpresado, ante la psicología, la percepción y el espíritu masculinos. Es así que Virginia Wolf abre ante la percepción humana un nuevo universo de la literatura hasta entonces desconocido, que llega para enriquecer el acervo artístico humano, cerrando el ciclo de la creación estética literaria, con la aparición de la otra mitad del ying-yang.
Y es aquí donde nos encontramos con Rosse Marie Caballero, poeta, narradora y escritora boliviana –que más que boliviana es latinoamericana; y más que latinoamericana, universal–, como heredera en línea directa de la más acendrada, y ya rica, tradición woolfiana, de la cual es tributaria, pero con un concepto auténticamente personal y latinoamericano, que ahora nos entrega una novela lírica con un sugerente y provocativo título El vuelo de la Esfinge. Todos saben que, según el archiconocido mito griego, la Esfinge, era un animal –¿no será una “animala”?– fabuloso que, apostado en el monte Pikión, camino a Tebas, proponía enigmas a los caminantes y devoraba inmediatamente a quienes no acertaban resolverlos, hasta que apareció Edipo y la venció respondiendo al enigma que le había planteado, por lo que, vencida, se precipitó a lo más profundo del mar para no volver jamás. Eso reza sucintamente el mito, pero en el título de esta obra, la autora nos dice que la temida Esfinge alza vuelo: ¿hacia dónde? ¿por qué? y ¿qué o a quién representa, simboliza o metaforiza en esta obra este ser mítico? Este misterio podrá ser descifrado y el enigma resuelto, sólo y tan sólo leyendo la novela, no existe otra manera. Vamos, no temamos, enfrentémonos con la Esfinge como Edipo, respondamos al enigma que nos plantea, leamos esta novela cuya novedosa propuesta narrativa es inédita, al menos en lo que al contexto nacional y, tal vez latinoamericano se refiere y que, además, es otra prueba más de la persistente, yo diría incluso, fecunda y afortunada búsqueda de nuevas formas narrativas que caracteriza a las narradoras y narradores latinoamericanos de nuestro tiempo. Miro el tablero y muevo: P4AR: abro la partida, ahora juegan las negras, las posibilidades del juego son infinitas.
NOTAS
(1) En el budismo Zen, “especie de iluminación por la que penetramos en la vida y esencia de las cosas, y captamos el significado inexpresable de alguna cosa o hecho totalmente ordinario que hasta ahora nos había pasado por completo desapercibido”. (R. A. Blyth, Haiku, Tokio, Hokuseido, 1968).
(2) El ejemplo clásico de este tipo de novela es Rayuela (1963) de Julio Cortázar; una de las novelas más renovadoras de la narrativa hispanoamericana de nuestro tiempo, totalizadora y combinatoria, que rompió con numerosos moldes técnicos vigentes hasta entonces, escrita en capítulos “intercambiables”, “capítulos prescindibles” –citas, recortes de prensa, notas de humor– planteando cambios geográficos, temporales y culturales del protagonista, etc.
(3) Novelista y ensayista inglesa, considerada como una de las más brillantes figuras literarias modernas, a quien se debe el empleo de fórmulas que ha incorporado plenamente la novela contemporánea. Ocupa un lugar importante junto con Joyce y Proust. Obras: Fin del viaje, Noche y día, El cuarto de Jacob, Al faro, Las olas, etc.
“El 2009 fue un año fructífero para la literatura boliviana»

Adolfo Cáceres Romero
Este fue un año fructífero para las letras nacionales, sobre
todo si se tiene en cuenta la serie de eventos culturales,
como: las ferias del libro de La Paz, Santa Cruz de la
Sierra y Cochabamba; los foros, seminarios, presentación de
obras y certámenes literarios, que se dan en dichas
ciudades; este año además hubo un encuentro internacional de
escritores en Tarija, con una notable presencia de
escritores argentinos y chilenos, manifestó el escritor,
Adolfo Cáceres Romero al ser consultado sobre su opinión
respecto a la literatura el año 2009.
Resaltó que, luego del Foro de la Crítica Nacional,
auspiciado por el Centro Pedagógico y Cultural Simón I.
Patiño, a través de su Centro de Literatura Boliviana, se
presentó al Viceministerio de Educación una lista de 15
novelas, con miras a seleccionar las 10 mejores novelas
bolivianas; propósito nada fácil por el procedimiento con el
que se procura la cualificación de las mejores novelas
bolivianas. Lo que se advirtió es que esos críticos
respondían a criterios de selección de grupos y generaciones
que desconocen la múltiple variedad de la narrativa actual,
ignorando la obra de los novelistas que se hallan fuera del
país, de ahí que no salían de lo consabido, repitiendo
nombres y títulos de la primera mitad del siglo XX.
La narrativa muestra una significativa renovación.
Según Cáceres, la narrativa de 2009 muestra una
significativa renovación en cuanto a la visión de la
realidad boliviana. Dos novelistas son los que llamaron la
atención de la crítica y de los lectores, a mediados de
dicho año: Claudio Ferrufino Coqueugniot, que ganó la 50
versión del Premio Casa de las Américas de Cuba, con su
novela “El Exilio Voluntario”, que fue publicada por la
Editorial “El País”, de Santa Cruz; Edmundo Paz Soldán con
“Los vivos y los muertos”, novela que llama “non fiction”,
por estar centrada en la vida de unos adolecentes
norteamericanos. Asimismo, Eduardo Scott Moreno ganó por
segunda vez el Premio Nacional de Novela, con “He de morir
de cosas así”.
Ramón Rocha y Ariel Gamboa, presentan su guión
cinematográfico novelado con el título de “Iskay”. Amalia
Decker publica en Alfaguara su tercera novela: “Yo la reina
de sus sueños”. Gaby Vallejo Canedo es autora de “Tatuaje
Mayor”, novela juvenil. “El vuelo de la esfinge”, de Rosse
Marie Caballero.
Producción de cuentos y poesía
En el ámbito de los cuentos, Cáceres destacó obras como
“Diario”, cuentos de Maximiliano Barrientos y “Angulo
muerto”, el segundo libro de cuentos de Miguel Esquirol
Ríos.
Agregó que con Gente Común, comienza la producción de
Shariel Baptista, joven narradora, con “Confesiones de esta
vida, la otra y la de más allá”; también Rosse Marie
Caballero presenta “Los vagidos del gato”, cuentos
publicados por La Hoguera. “Las batallas del pan” es una
antología de Yerba Mala Cartonera, que reúne la obra de 14
cuentistas. Iván Prado Sejas es el autor de “Los sueños del
Padre”, cuentos de terrícolas, terrimarcianos y marcianos.
Escritores Unidos y la Editorial Kipus publicaron “Pétalos
de sangre” de Gonzalo Montero Lara; “Cuentos de siempre”, de
Jenny Mouzón Oporto.
Refiriéndose a la poesía dijo que es notable la antología
“Cambio climático”, que selecciona la producción dispersa de
la novísima poesía boliviana, editada por el Espacio Simón
I. Patiño de La Paz.
“Carlos Rimassa, pintor y hombre de teatro, con “Perfil de
tiempo” nos brinda su segundo poemario. “Bajaron las nubes”,
de Norma Mayorga; “Estaciones”, de Jorge Ayala Zelada,
señaló.
En ocasión del Festival Nacional de Teatro “Bertolt Brecht”,
David Mondacca presentó en la Feria del Libro de Cochabamba
su drama “Amores que matan”; Mauricio Rodríguez Medrano ganó
el Premio “Adolfo Costa du Rels” del IV Concurso de
Escritura Dramática, que auspicia la Oficialía de Cultura de
La Paz, con “Las muertes de San Andrés”, pieza teatral en
tres actos, de carácter policial. Finalmente, una obra digna
de destacar es “Memorias razonadas de un escritor perplejo”,
de H.C.F. Mansilla.
del Diario Opinión (Cochabamba-Bolivia)
Imagen: Bolsa de coca/Curahuara de Carangas, prov. Sajama, dpto. Oruro/llama y oveja/aymara/c. 1900
https://rosemariecaballero.wordpress.com/2010/03/07/pasion-y-fascinacion/
PASIÓN Y FASCINACIÓN EN LA NOVELA DE ROSSE MARIE CABALLERO
Por: Carlos Rimassa
En la historia de la literatura en nuestro país – al menos la conocida – la mujer ha tenido un sitial no muy importante en relación a la escritura de los hombres. La crítica suele mencionar a unas pocas entre los más importantes desde Adela Zamudio a nuestros días, pero los últimos diez años aparecieron o se dieron a conocer varias importantes autoras; sin ir más lejos, las últimas semanas entregaron al público dos novelas de las escritoras Giancarla de Quiroga y Gaby Vallejo, y hoy, la poeta y escritora Rosse Marie Caballero reaparece con su novela EL VUELO DE LA ESFINGE.
Al margen de argumentos más o menos explorados a través del tiempo, no podemos negar en las escritoras la búsqueda de lo femenino, y ha sido el feminismo en último término que ha creado un tipo de literatura que intenta liberar a cada autora de los esquemas tradicionales, buscando una literatura estrictamente personal en la íntima batalla de cada autora con el texto.
En los últimos diez años las mujeres han hecho evolucionar radicalmente su discurso literario y considero que con MEMORIAS DE UNA MUJER FORMAL, de Simone de Beauvoir, cada escritora sintió necesidad de relatar sus experiencias vitales, con las que las lectoras podían sentirse identificadas, creando personajes y modelos femeninos, convirtiéndose en parte activa de sí misma.
Todo esto me parece imprescindible para entender la esencia y contenido de la producción literaria femenina actual. Autoras como la nombrada Simone de Beauvoir, Rosa Montero, Angeles Mastreta, Zoe Valdez, Isabel Allende más Elfriede Jelinek y Doris Lessing –premios Nobel de literatura los últimos años, por decir de algunas. Todas distintas en sus temas como en su expresión, cada una con su lucha personal en esa búsqueda del camino y espacio propio sea distinto o parecido al tradicional femenino.
Entonces cabe afirmar que sí, ha existido y existe una literatura desde la mujer, otra cuestión será por supuesto el hecho obvio de la calidad literaria. Y aquí está Rosse Marie Caballero, poeta y escritora, con su novela El vuelo de la esfinge. Quiero confesar que al leerla me encontré con una autora que demuestra su valentía en su voz de mujer sincera e íntima. Su búsqueda con el paralelo de un juego de ajedrez como hilo conductor, que a través de las crípticas jugadas, va significando sentimientos de amor nostalgia y desamor en esa existencial y constante movimiento de la vida, movimientos de lirismo surrealista o una cruda visión realista con tintes poéticos, alusiones a la cultura egipcia ahondan en sugerencias para un final que nunca llega, se mueve entre la prosa y la poesía, impone lo subjetivo como una grieta visible, con la realdad siempre en otra parte. Aquello que es cotidiano permanece oculto y agazapado en su aparente autenticidad, cada acto y cada palabra posee el don de la multiplicidad por sus múltiples lecturas.
El lector ha de acostumbrarse a un insólito ritmo narrativo, que lo marca como una novela abierta en su bifurcación polivalente de senderos que nos llevan a situaciones a veces sin rumbo aparente, brotado de la condición existencial, no por ello menos engañoso, proponiendo aquello de que: si el sueño es producto de la vida o la vida un producto del sueño.
Rosse Marie Caballero confirma su admirable creación narrativa (que estoy seguro va a dar mucho que hablar), mostrando sin lugar a dudas su capacidad siempre renovada para sumergirnos en su fascinante libro.
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Novela Contemporánea escrita desde 2006 a 2008
Publicada en abril de 2009, Cochabamba-Bolivia
El vuelo de la Esfinge
Autora: Rosse Marie Caballero Vega
«¿Les parecerá una novela inentendible?…» (solapa)
HE AQUI UN FRAGMENTO
Capítulo Primero
Hay que domar
a la bestia.
I
Entre las piezas en blanco y negro, esbozo las líneas de su fino cuerpo.
Cada jugada encubre la intensidad de su mirada y su mano apenas roza mi mente. Ahí está, usted no lo sabe. Me convierto en cereza jugosa y me dejo sorber gota a gota sobre el tablero mágico del enigmático ajedrez.
Usted trama el certero ataque, mas no mide el fuego que se juega en este juego. Lentamente su aliento me envuelve y respondo con un furtivo jaque. ¿Qué enigma predomina mi cerebro? El aroma del viento ha llegado y se posa entre mis cabellos. Usted simplemente concentra sus ojos en el blanco y negro, aún no ha despertado del sueño que yo estoy viviendo, y ahí yo le invento y es espuma entre mis dos rosas, huele a rocío y sabe a victoria.
Finalmente mira a mi dama y es jaque, y no se explica cómo, pero es tarde. Y mira a su rey, y es mate.
Los fragores del acto amoroso se aplacan lentamente. Los líquidos se unen y en ese grito interno de la hembra se envuelve el mundo, gira el universo y todo parece prodigioso. El alarido de la hembra es la victoria del macho. El hombre sumido de espaldas en la colchoneta relame sus líquidos y se solaza al mirar de reojo a su pareja. Sabe que la ha vencido, y ella que no quiere ser vencida ni doblegada a la voluntad de este farsante, se sacude y bruscamente se levanta para correr a la ducha y limpiar todo vestigio de impureza. A jabonarse. No quiere que la crea satisfecha. No, ella no está satisfecha, no es ‘su pareja’, no quiere ser nada suyo, por el momento, por las olas que influyen en la sangre; y refriega esa piel de prostituta que ardía en deseo minutos atrás. La deja lisa y suave como la de un ángel. “Mi ángel, te amaré por siempre”, le repite el hombre y ella, volviendo la cara, prefiere mirar en el infinito. “Ni sabes lo que es amar… pero sabes que esto va a terminar, no sé cuándo, pero debes estar preparado (no me quiero entregar a nadie)”. “Pero yo te amo, te adoro”, y le besa los pies, las piernas, el monte, quiere besar su boca pero ella esquiva ese beso fatal, ése sería el beso de la entrega y no está dispuesta a ceder.
Es temprano en la mañana. Hace frío aquí. Voy caminando por el bosque, las grosellas me encantan, rojas, frescas. El bosque está poblado de ellas. Tengo sed y… busco un riachuelo. El agua es tibia y dulce, clara como una lágrima. Me calma la sed, la disfruto, la bebo y riego todo mi cuerpo. ¡Paz y quietud! Ya repuesta consulto el reloj. ¡Es tarde! El horizonte comienza a perder su brillantez y las sombras amenazan apoderarse del cielo.
Un hermoso caballo blanco montado por un jinete de suave penacho, a galope firme aparece entre sueños. La pradera. Una mujer encaramada en un alto muro lo está mirando pasar en la oscuridad. El jinete, reparando en una sombra extraña, se detiene y sorprende a la mujer in fraganti, en pleno placer de contemplación. Entonces, ella, temiendo las consecuencias de su osadía, no ve más remedio que recostarse, dispuesta a sufrir la vejación que el jinete parece resuelto a ejecutar. La lluvia, otras sombras, figuras aladas, figuras humanas, la serpiente y el cóndor impiden el acto. El soldado emprende la retirada con su miembro ansioso por entrar al mundo femenino, misterioso, pero servilmente apetecido por todo jinete, militar o labrador, carpintero o doctor y cuantos oficios como hombres hay en el orbe.
Páseme la miel, mamá – dice Susana- la miel en el pan sabe deliciosa. Pásame la leche descremada, el edulcorante, el adelgazante – dice mamá. Las persianas blancas en todas las ventanas de la casa y los manteles inmaculados de las mesas iluminan la sagrada hora de la siesta. Las florecillas del ventanal del salón miran mi piel, miran a través de las lenguas de sol que destellan colores en las gotas de diamantes que derraman los rosales del jardín. Los ojos de los pájaros me miran y sus voces me llaman. Me desprendo de un brinco del regazo de mamá. Una abeja zumba cerca de mi oreja, una oruga se ha enroscado sobre sí misma formando un aro de luz.
Rajas de oro penetran por entre las ramas de los árboles. Me escondo entre las hojas verdes de los manzanos del huerto. Papá me busca, me persigue, papá juega conmigo, papá ama a su nena y juega conmigo. En la cocina el aroma del cilantro o de las hojas de menta se entremezclan con la suavidad de las lechugas. Sus colores conjugan con el claror de los ojos de mamá. Las zanahorias con su piel, y las frutas de colores y sabores agridulces son la sonrisa de papá.
La puerta de la cocina bate de una sola vez. Vengan a cenar – dice mamá- es la hora de comer. Papá me carga en sus fuertes brazos, me llena de mimos, luego llena de mimos a mamá.
Cuando la mujer despertó, el reloj de pared marcaba las once. Buena hora para los panfletistas y graffiteros que trabajan incesantemente en las noches cómplices. Es la hora en que los gatos dormitan y los aullidos no tienen respuestas. A esta hora imprevisible aparecen los soldados de la rebelión. Se acercan al vaivén del gentío reunido en la plaza principal. Cargan dinamita entre las manos y repasan la orden de disparar ante la primera provocación. Los soldados son también gente, pero no parecen advertirlo. Van contra el pueblo…
Los soldados visten uniformes camuflados. Van en columnas, a gasificar la manifestación. La turba incendia el edificio gubernamental. Huyen. Soldados y pueblo huyen del lugar para guarecerse de la tormenta de fuego y agua que comienza a caer.
El pueblo se rebela. Llaman a nuevas elecciones. Sólo con la nueva elección habrá esperanzas. Los soldados disparan sus metrallas. El pueblo huye.
De pronto, junto a una piedra, a la orilla del río, encuentro una llave. ¿Una llave? ¡Qué raro! Una ensarrada llave pequeña, parecida a aquella del baúl de mi abuela. La guardo y mil preguntas me atrapan.
Debo apresurarme. La noche se acerca. Escucho un rugido… ¿un rugido? ¿Es real? Apuro mis pasos y tropiezo con un tronco caído y detrás… parece haber algo tal vez misterioso… ¿Me acerco? Podría ser peligroso. En eso suena mi teléfono móvil y despierto del sueño.
(amanece)
Visto que usted pidió la partida de revancha, pues así sea. Su petición es concedida, pero no olvide que si esta vez vuelvo a ganar usted estará no sólo derrotado, sino eternamente perdido. No habrá desempates. Usted pide piezas blancas, así sea, su deseo es una orden, su deseo es una concesión que me veo forzada a realizar, por mi honor de mujer.
Fresca y pura
límpida y libre
eres un río incontenible
que corre buscando su destino
pero yo puedo contenerte
como se contiene a la mar,
Océano
en mí puedes sentirte nube
y precipitarte en furiosa tormenta
en gélida nieve
disolverte y correr por tus laderas
ser arroyo, río
o sumergirte en la tierra
para volver a brotar en la fuente
y correr y ser otra vez mar
Océano
en el cuenco profundo de mi vida.
1. e4
Peón cuatro rey es una apertura clásica que permite el dominio y control del centro, y usted sabe que quien domina el centro del tablero domina el juego. ¿Prefiere que empleemos la notación algebraica e cuatro? No hay problema, recurramos al álgebra; por consiguiente anoto e4 ¿Y usted espera un P4R (perdón, e5) o P4D (d5) como respuesta? Sabe que si juego d5 deberé seguir con peón cuatro alfil dama (es decir, f5) para inducir a su peón alejarse del centro, y se anticipa a mis pensamientos. Usted cree que domina el centro de mi encéfalo, mas olvida que yo, sagazmente, me evado de sus insinuaciones.
1…. e5
“¿Dónde está la Sibila? Que me resuelva este enigma. Conocerte así es increíblemente maravilloso. Inefable sentimiento de gozo y de temor. Temor de obtener favor inmerecido. Inapreciable presea. Temor de dejarlo escurrir entre los dedos y perderlo tan rápidamente como has llegado. Inescrutable enigma, maravilloso portento. Quiero descifrar este enigma. ¿Dónde está la Sibila que descifrar pueda este enigma de esfinge?”
2. Cf3 d6
Entonces, no sé cómo, pero usted llegó, o yo lo busqué. Tal vez tenga razón, me metí en sus células, en sus neuronas, en su cuerpo, en su adentro. Y ahora no me quiere sacar de ahí. Me deja estar, me deja permanecer en su vida, y yo me voy quedando nomás como queriendo estar, como queriendo a ratos escapar, y usted no me deja salir, no permite mi huida, teme la retirada, piensa en lo mejor, que soy lo mejor, debo quedarme a darle vida, a dejarme sorber por su furia las noches que aún restan. Y yo me voy estando nomás, me dejo arrastrar y desnudar. Si parece no haberme desnudado hasta ahora más que con palabras, apenas en suspiros y besos mandados por telegrafía o voces, pero ya me siento suya. ¿Será una promesa? Siento ya pertenecerle, ya, porque usted así lo quiere, mmm… Usted así lo quiere. ¿Y ahora qué hago? ¿Me dejo estar? ¿Me dejo atrapar por su voz, por su mirada y sus celos? Me ha dicho ser invenciblemente poderoso en los celos y eso me agrada, prefiero un hombre de frente y no de perfil, es más leal, pienso y siento, y recuerdo aquel domingo cuando nos regalamos una tarde a la cama. Y pinto mis cuadros al son del pincel.
Con los colores
al
v
i e n
t o
juegas
rose pale, écarlate, vert olive…
Sin embargo sus promesas de amor desmedido no tienen la fortaleza del sauce.
Reitero, juego: 2…. d6!
(continúa)
foto: Cochabamba, 2013, junto al escritor Jorge Cladera
ROSEMARIE CABALLERO´S NOVEL AT DICCIONARIO DE NOVELISTAS BOLIVIANAS
Caballero, Rosse Marie. Más conocida como poeta, publicó Antítesis (1998), Hojas de Eva (2004), In versos (2006); en cuento Enigmas de la esfinge y otros relatos (2007) y Los vagidos del gato (2009); El vuelo de la esfinge (2009) es una novela lírica construida con diferentes registros narrativos, los que posibilitan una polifonía de voces articuladas en prosa, verso y cartas. Combina la reflexión existencial con lo lúdico, la sensualidad con lo onírico y posibilita el intercambio de monólogos interiores entre vivos y muertos. Crea una red de relaciones intertextuales con la mitología griega y sitúa la acción en el acontecer histórico boliviano contemporáneo.
Susana, la principal voz enunciativa, cabila sobre la naturaleza del amor, sobre la imposibilidad de la relación amorosa entre el hombre y la mujer, relación imbricada como un juego de ajedrez, como un combate entre ganadores y perdedores, donde la vida misma transcurre como en un laberinto, lo que imposibilita desentrañar existencialmente el enigma de la esfinge, metáfora que constituye la base de esta novela.
Rosse Marie Caballero juega con los pronombres nominales: el yo femenino deviene nosotras, estrategia que busca universalizar la incertidumbre de las relaciones entre hombres y mujeres, cuando el fingimiento inserta la duda, reemplaza al amor. De la misma manera, la transición del usted al tú sirve para indicar la familiaridad alcanzada en la relación sentimental, la que no es más que la antesala de la separación definitiva.
La ruptura de las relaciones amorosas y los fracasos matrimoniales se repiten de una generación a otra, fragmentan la familia y trastocan las relaciones de padres e hijos, o más precisamente, la relación entre una madre y su hija, quien cuestiona sobre la identidad de su verdadero padre. Susana pregunta ¿quién es padre, el que cría o el que engendra? Esta interrogante causa la escisión entre madre e hija, anida sentimientos de odio, desavenencias que no se resuelven hasta después de la muerte de la madre, cuando la hija se percata de su propia equivocación, cuando la rectificación ya no es posible y solo quedan unos monólogos que simulan ser diálogos, que pretenden superar la barrera entre la vida y la muerte.
En esta novela el personaje femenino realiza el viaje edípico, se rebela contra el destino doméstico que la sociedad ha asignado a la mujer, travesía que culmina con la comprensión y compenetración entre madre e hija, meta que, sin embargo, no la faculta para desentrañar su relación con el hombre. Analógicamente compara al hombre y la mujer con los libros del génesis y éxodo, textos diferentes aunque partes de un todo, “con distintas historias y distintos mandamientos, y distintas lágrimas y cantos” (126), razón por lo cual concluye que “El amor es olvido” (127). Sin embargo, permanece la necesidad del placer y de la necesidad económica, como satíricamente establecen lacónicamente los versos de un poema enmarcado en el relato, cuyo yo poético admite que ella necesita un señor “¡Que me pague la cuenta!” (135). La única posibilidad de comunicación radica en los breves minutos de la unión sexual, en aquellos instantes en los que ella le dice que se siente “Adorada, idolatrada por tus manos y tu voz, incrustada en tu piel, hecha carne de una sola carne” (140). Estos encuentros fugaces constituyen el material de leyendas y epopeyas, comunión transitoria que precede a la nueva partida del varón.
Así como la incomunicación imposibilita la relación entre el hombre y la mujer, de la misma manera la falta de comprensión imposibilita el diálogo entre las diferentes clases sociales, entre las razas, entre oficialistas y opositores, diálogo de sordos que resulta en disputas políticas. Lo que prevalece en este mundo es el egoísmo, el bien personal. Esta novela entonces, codifica la fragmentación de la familia y la nación, donde la relación tanto a nivel personal como comunal deviene un enigma sin solución en esta vida. Irónicamente, Rosse Marie Caballero recurre a una prosa poética para codificar el fracaso existencial de los personajes. En este sentido, El vuelo de la esfinge es una importante contribución en la búsqueda de nuevas formas literarias para las escritoras bolivianas.
Autor:
Muñoz, Willy O. DICCIONARIO CRÍTICO DE NOVELISTAS BOLIVIANAS
Ed. Plural, La Paz-Bolivia, pg. 57- 58: 2013



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ATENCIÓN, YA SALIÓ LA SEGUNDA EDICION EN VERSION COMPLETA DE ESTA FASCINANTE NOVELA EL VUELO DE LA ESFINGE, EDITADA POR GRUPO EDITORIAL KIPUS: COCHABAMBA-BOLIVIA. PEDIDOS EN TODAS LAS LIBRERÍAS DEL PAÍS.
EL 2018 UN AÑO PRODUCTIVO PARA LA AUTORA BOLIVIANA. SOY ROSSEMARIE CABALLERO.
BESOSOSOS
Cochabamba, 1 de febrero de 2019
Caballero presenta dos obras en Café Kipus
La escritora Rossemarie Caballero presenta la segunda edición de su novela “El vuelo de la esfinge”, publicado por el Grupo Editorial Kipus, y su libro de cuentos “Juego de trenzas”, editado por Torre de Babel (Argentina). El evento se llevará a cabo hoy a las 18:00 en el Café Kipus, ubicacado en la calle Hamiraya entre Colombia y Heroínas. Caballero cuenta con más de 10 publicaciones entre cuentos y novelas. https://www.lostiempos.com/doble-click/espectaculos/20190201/adondevamos-conozca-oferta-eventos-culturales-este-fin-semana
Nueva edición

