Escritoras Cruceñas

Escritoras Cruceñas / poesía, narrativa y drama es una Antología de 36 autoras nacidas en Santa Cruz o con residencia de años. El presente volumen representa la ejecución del segundo momento del proyecto EC-B. Escritoras Cruceñas / poesía, narrativa y drama se inició el 29 de agosto de 2018 con el propósito de reunir la obra literaria que devela el pensar, sentir y percibir de la intelectual cruceña de finales del siglo 20 y principios del nuevo siglo 21. Grata es la suma de autoras que escriben textos de género dramático enriqueciendo el volumen.

Ver más del Proyecto EC-B Escritoras Cruceñas en la página de Facebook / Gestora y directora del proyecto: Rossemarie Caballero Vega https://www.facebook.com/ECpoesianarrativadramaescritapormujeres.Bolivia

Antología poesía, narrativa y drama

Conozca a nuestras autoras

Fuente de su publicación: Escritoras Cruceñas (Caballero, R. et al., 2019)

34. NARRATIVA DE ROSSEMARIE CABALLERO


ROSSEMARIE CABALLERO VEGA
 
Nació en Cochabamba. Editora en la Revista Temas Cba. Es Licenciada en Francés por la Universidad Mayor de San Simón, Profesora de Letras y comunicaciones por la Normal Católica y Licenciada en Inglés por la ESFM Enrique Finot, con maestrías en Lenguas y Educación. En 1999 obtuvo una beca para estudiar Literatura y Lengua españolas en Madrid, de donde pasó a París como periodista invitada en el ciclo Théatre au féminin. En Santa Cruz trabajó en el Eagles´ School,  ESFM Enrique Finot  y Colegio Francés. Su obra aparece en Enciclopedia gesta de autores de la literatura boliviana (2005); Breve poesía desde Santa Cruz (2009); Diccionario de la Literatura Boliviana (2009); Antología de la poesía comentada (2010); Los tres cielos. Antología de la poesía amazónica de Bolivia (2013); Diccionario crítico de novelistas bolivianas (2013); Erótica, 2017; Cuentos extraordinarios de Bolivia (2017); Antología de narrativa Nuevos rumbos (2018), entre otros.
 
 Gestora del Proyecto EC, que unifica a las escritoras cochabambinas, cruceñas y contemporáneas bolivianas presente en redes sociales y en antologías. Publicó ensayos y artículos de prensa y libros de poesía, cuentos y novelas. Los vagidos del gato (o tal vez gata) obtuvo la mención de honor en el Concurso nacional de cuento Adela Zamudio, 2008, publicado por el sello La Mancha en 2009; y Enigmas de la esfinge, Primer premio Departamental de cuento en Cochabamba, 2006, publicado por editorial Kipus en 2007. Tiene tres novelas: El vuelo de la esfinge (2009), Los espejos de  Fabia (2014)  y Lilith en los infiernos (inédita). En 2016 lanza su antología personal Obsesiones (Editorial Tahiel, Buenos Aires); en 2018 participa en la 44 Feria Internacional de Buenos Aires, y publica su libro de cuentos Juego de Trenzas (Editorial Ruinas circulares, Buenos Aires).  Deja Argentina, país donde residió el último tiempo, y retoma sus actividades en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

¿En qué momento ha pasado tanto tiempo?

Atravesaba el sendero por donde cada mañana solía caminar cuando una sombra se entrevió entre las ramas de los árboles. No era su imaginación, ella lo vio. Insistió a mirar entre aquellos arces que parecían águilas agitando sus alas, pero no encontró nada que no sea el viento silbante. No pudo haber sido la misma treta de aquella tarde, se repetía para sí.

Por la noche volvió a pensar en la aparición. Era imposible no haberla percibido, como casi siempre que percibía algo extraño, le transpiraba la piel y el oído se le aguzaba. Los párpados de la luna la observaban mientras Malena fingía dormir. Por un instante pasó de la vigilia al sueño y ahí sí lo pudo ver con nitidez. Estaba igual a cuando lo saludó por el chat, con esa sonrisa de orilla a orilla y las mejores palabras para decirle lo bien que la quería. Soñó que se realizaban los planes de huir juntos una temporada para conocerse y entregarse lo que habían prometido por los chats, pero la brusca presencia de sol de la muerte se llevó a Joaquín.

Malena despertó sentada a la acera de una plaza, la lámpara de luz tenue la bañaba desde el centro con intensidad, era la misma plaza que juntos habían transitado años atrás.   Entonces, miró de nuevo al rededor… Una lombriz se metió entre sus pies tierra adentro, una lombriz que destellaba colores fosforescentes…luces de neón. Malena hizo un agujero en esa tierra por donde la lombriz se había metido minutos atrás. Arañó con vigor hasta hacerse sangrar el dedo índice. La sangre era una especie de tinta con la que pudo escribir sobre la espalda de la lombriz fosforescente: Vuelve. Te veo siempre por donde te arrastres o vueles, o me mires desde arriba.

La luna se movía inquieta arriba de una ventana mientras Malena sentada en la plaza intentaba recordar cómo llego hasta ese lugar. Miró su reloj, y marcó una nueva rayita sobre la arena. El tiempo no dejaba de pasar una y otra vez hasta perderse a la vuelta de la esquina de la casa de Joaquín.

Era otoño cuando las hojas de los álamos caían lastimeras contra el piso. Apenas destellos de luz como alfileres se colaban por entre los árboles mientras Carmiña reía a carcajadas, nunca había cavado tanto y tan profundo para esconder una lombriz, su lombriz, la de la espalda marcada, esa que alguien al otro lado del bosque le había tatuado su palabra. Carmiña no podía responder cuando el hortelano  la llamaba desde la puerta de casa, porque estaba literalmente con los oídos tapados. Se había metido al fondo del pozo que en principio era para la lombriz de colores fosforescentes, pero Carmiña no había podido evitar arrastrarse hasta el oscuro más negro desafiando a la física y al fenómeno de la luz. ¿Sería posible que la lombriz fosforescente alumbrara ahí tan debajo de la tierra? Paradójicamente, cuanto más ingresaba, más refulgente se hacía el bicho ese que antes de ser lombriz y arrastrarse fue hombre. Ese muchacho de la esquina de la calle donde tenía una casa y vivía con su madre, ese que un día desapareció sin dar explicación, ese del que decían un sinfín de mentiras. Decían, por ejemplo, que un día, de la noche a la mañana, le crecieron alas y se fue volando bosque adentro, decían también que se convirtió en un insecto que engullía materia y la botaba en forma de humus. Decían que habitaba en los jardines, que aparecía convertido en flor, en rosas, en frutos, en granos. Decían demasiado. Mentían, porque la verdad es que un día Joaquín desapareció tierra adentro no por voluntad propia, sino porque alguien se encargó de sacarle sangre a la mala. Alguien llamó al hortelano y le pidió ayuda, así juntos, ella y el hortelano, pudieron hacer mejor su trabajo. Y lo incrustaron al fondo del pozo, cubrieron su cuerpo con suficiente tierra, unas rocas y agua, encima derramaron humus y plantaron pensamientos de varios colores. (Fragmento)

33. NARRATIVA DE BLANCA ELENA PAZ


BLANCA ELENA PAZ
 
Escritora boliviana nacida en Santa Cruz de la Sierra. Formó parte del grupo de narradores Taller del cuento nuevo. Ha publicado dos volúmenes personales de cuentos: Onir (La Hoguera – La Mancha: 2002, 2009) y Teorema (Litera Viva: 1995, La Hoguera: 2012, 2017). Representó a Bolivia en la Feria Internacional del Libro (Miami, USA, 2002), en el VII Encuentro Internacional de Escritoras Rosalía de Castro (España, 2006) y en el XI Encuentro Internacional de Escritoras Cecilia Meireles (Brasilia, 2014).
Sus cuentos, traducidos al inglés, francés y alemán figuran en antologías, selecciones y revistas de Bolivia, Suecia, Suiza, España, Canadá, EE UU, Argentina y Venezuela.

Las tres lluvias

Busco en mi memoria y te encuentro, Luz Marina, sentada al borde de mi cama en nuestra habitación de La Plata. Tus manos me han despertado y me preguntas al oído:

-¿Sientes cómo llueve? ¿Salgamos a dar una vuelta?

Dimos muchas vueltas, Luz Marina, bajo la lluvia o bajo el sol, esos fueron nuestros mejores años, los años de la facultad. Compartíamos no sólo el cuarto: sueños, aburrimiento, hambre… y a veces, cuando llegaba tu cheque, o el mío: pizza con una botella de vino.

Aún no se fue la imagen de la lluvia rebotando en tu paraguas azul. El tiempo no apagó el eco de nuestros pasos sobre la alfombra lila del parque. Lila, Luz Marina, de ese lila que sólo tienen las flores que caen del jacarandá.

Ahí estás, en mi memoria, chaqueta blanca, manos hábiles y pequeñas, practicando en el hospital. Y estamos en la playa, las dos juntas frente al mar. No importa que sólo nos queden dos salchichas para comer. Veo la plaza, los naranjos, la fuente y la catedral. Mis recuerdos se impregnan del aroma de las magnolias y de los tilos. Tú y yo sentadas en un banco hablamos sin parar, como dos cotorras. Que los novios nos han dejado; ya aparecerá algo mejor. Que estás enojada; yo espero, segura de que se te pasará el enojo. Que estoy de mal humor y no te hablo; también eso se irá y estallaremos las dos en una gran risa que se va así como desaparecen las imágenes. Ya no estamos en la misma ciudad, ni en nuestra habitación. Regresaste a tu país y yo al mío.

No quise escribirte cuando leí la noticia en los periódicos. Me dije simplemente que aquello no podía ser real; pero después la televisión mostró sin evasivas los hechos. Me aferré entonces a la idea que siempre tuve de ti: inquieta, incapaz de permanecer demasiado tiempo en un mismo sitio, y le escribí pidiendo noticias tuyas a tu hermano, el que vive en Bogotá. Hoy, tras larga espera, recibí la respuesta. ¿Sabes qué hice? Busqué la postal que me envió tu madre en Año Nuevo, hace tres años. La tenía guardada con la ruana, el muñequito, el joyero y otras cosas que tú me regalaste. Me puse a mirar la postal deseando que en ella se hubiese detenido el tiempo. Como buscándote.

Llueve esta tarde, Luz Marina, y saldré a dar un paseo, mañana es Navidad. Mientras camino bajo la lluvia, pienso en ti. Ahora da lo mismo que llueva aquí o allá. Pienso que estás a mi lado y la vista se me empaña. La lluvia, esta lluvia que baja por mis cabellos, resbala por mi frente y se mezcla con esa otra lluvia que nace de mis ojos.

-¿Escuchas cómo llueve? ¿Salgamos a dar una vuelta?

Y te imagino, Luz Marina, corriendo por las calles de Armero, bajo una lluvia de fuego.

32. POEMA DE CLAUDIA VACA


CLAUDIA VACA
 
Santa Cruz, Bolivia, 1984, hija de Neusa Rosely Vaca Flores; su compañera de vida es Verónica Lis (maestra de meditación, traductora y consteladora familiar). Es Lectora, escritora, Filóloga, internacionalista, educadora y gestora sociocultural, Magister en ciencias socioculturales, ha publicado poesía, ensayos, narrativa. Ha sido profesora de literatura y filosofía en el Colegio Internacional De la Sierra y el Colegio Alemán. Es columnista y ensayista para diarios nacionales y revistas académicas de Chile, Uruguay y Argentina.
Desarrolla conferencias y talleres para diversas edades, en pedagogías de lectura, literatura para la convivencia multicultural, literatura y escritura creativa, lectura y ciudadanía, bibliotecas para la acción ciudadana, mediación artística, gestión de proyectos socioculturales, educación intercultural, liderazgo y asociatividad. Fundó junto a Jéssica Freudenthal el Colectivo LEE: mediación y políticas de lectura. Es autora-gestora del proyecto-manual educativo Profes fuera de la caja: articulación del profesor y los estudiantes con la ciudad, los espacios culturales, la historia diaria. Actualmente reside en Santiago de Chile.
El peso de las ánforas

No tengo miedos ni partido que me coarten la libertad.
Decido entonces:
Desfragmentar el ruido de tu autoridad
en el gemido de tu entidad
donde difuntos sublevados se llenan de polvo.
donde humanos sedientos trastocan el tiempo
donde culpables inocentes exhalan humaredas.
No tengo miedos ni partido que me coarte la libertad.
Decido entonces:
Apaciguar la sangre que galopa entre mis venas y con aceite de poesía, aquí estoy: Como simple ciudadana
entre los frutos del árbol Dictadura
pintado de Democracia
cuyo voto se dibuja en las ánforas
con forma de estómagos provocados por el hambre; y sus resultados se expresan en el órgano que gime
cuando alcanza su victoria y decide festejar entre la hierba narcótica:
Imponiendo leyes con su capital socialista
en su socialismo capitalista.
Con aceite de poesía aquí estoy,
Como simple ciudadana
entre estas verdades diluidas en mi memoria.
Aquí estás:
con el capital negro y verde que te financia:
el que pisaste otrora,
cuando fuiste cocalero.
Aquí estás:
Con tu escudo Democracia
En tu hueco Ánfora
En tu verde marea ennegrecida.

31. NARRATIVA DE CARMEN BEATRIZ RUIZ


CARMEN BEATRIZ RUIZ PARADA
 
Nació en Santa Cruz el 26 de enero de 1956. Se desempeña como comunicadora social, lectora contumaz, antropóloga diletante y narradora tardía. Tiene experiencia de trabajo en comunicación y gestión institucional en el área de los derechos humanos y el desarrollo, principalmente en derechos de las mujeres y de pueblos campesinos indígenas. Ha trabajado en el Estado (Subsecretaria de Asuntos de Género (1994 -19987) y la primera gestión de la Defensoría del Pueblo de Bolivia (1997 – 2004) y en Organizaciones no Gubernamentales en áreas de derechos humanos, de las mujeres y de pueblos indígenas.
Tiene publicados varios textos en áreas de desarrollo y derechos humanos. Ha publicado Crecer con el siglo, historia de vida de Rómulo Ruiz Faría (Plural, 2005); y los libros de cuentos Espejos en la memoria (Gente Común, 2010) y Fronteras desbordadas (3600, 2013). Su cuento La Loba fue mención en el Concurso Nacional de Cuento Franz Tamayo XLII 2015, publicado en Pollo asado con naranjas (3600, 2016). Vive en Cochabamba.

¡Pare de Sufrir!

La calurosa tarde de sábado en que Coral Figuereida conoció al Maestro, su vida dio un vuelco tan brutal como repentino. De hecho, ella iba a recordar ese día como un sábado de gloria por la razón única y contundente de que, a partir de ese momento, su vida ya no sería nunca más la misma.

El escaso metro de estatura con que se alzaba desde el suelo no le impidió, sino más bien le ayudó a mirar concienzudamente y con el desparpajo inocente de los niños, al hombre que tenía delante. De tan esbelto, flexible y trigueño, el Maestro parecía un junco de esas plantas acuáticas que crecen alrededor de los laguitos falsos fluyendo a la vera de los caminos, cuando Coral y su madre los transitaban durante la época en que las tempestuosas lluvias tropicales caen sobre la tierra ardorosa y sedienta. Años de una vida errabunda sin encontrar sosiego.

Coral casi puede volver a oler el vaho a tierra mojada e insectos fermentando mientras, empinada sobre los dedos de sus pies, se ayuda a crecer para mirar más y mejor a ese deslumbrante manojo de movimiento que es el Maestro. Este se mueve rápidamente, tan rápido que si Coral entrecierra un ojo creyendo que así lo verá mejor, ya no está en la esquina desde donde, dedo amenazador y voces tronantes, estaba expulsando demonios del cuerpo apergaminado de una anciana, sino en la otra esquina de la carpa, perdón, La Carpa, arrodillado, con la cabeza inclinada ladeándose hacia un rincón del infierno para amenazar a Aquel a quien considera el enemigo principal.

La vieja parece un montón de ropa sucia en el piso, y aletea, de rato en rato, despertada por el viento tropical que se cuela entre las junturas de La Carpa. Frente a ella y sobre ella, el Maestro descarga la fuerza de su voluntad y su fe. ¿Es esta misma mujer atemorizada la vieja que hacía apenas unas horas maldecía a los niños traviesos, a las adúlteras y a los avariciosos comerciantes del pueblo?

Animada por esa transformación repentina, la gente comienza a acercarse al Maestro contándole, con gritos y lloros, sus cuitas. Aquél se volvió ciego sin saber qué pecado había cometido, la de allá, arrastra una culpa innombrable en forma de joroba, ésta tiene el mal de San Vito… Ante semejantes desventuras el Maestro cobra aún más fuerza. Su voz se eleva hasta el techo de La Carpa, haciendo temblar sus travesaños. Y ondula, de una a otra esquina, ya amenazador, ya compasivo, llevando a cada quien las palabras que Dios ha puesto en su boca.

¿Cómo podían Coral Figuereida y su madre no sucumbir ante tanta seducción desplegada? La madre ya no intenta siquiera ocultar las lágrimas, que le barren el rostro, evaporándose a la altura de la barbilla, sin llegar a caer en las telarañas de seda del piso polvoriento, removido, una y otra vez, por los pies mal calzados de la feligresía. Porque esto ya no es un sermón de paso, esto ya se convirtió en iglesia. La Carpa ya no es una redoma de tela profusamente parchada y tensamente ajustada a los callapos que hacen de enclave. Se ha convertido en una bóveda protectora en cuyos vértices resuenan, juguetean y reverberan las palabras del Maestro.

De ahí en adelante, los caminos fueron anchos para Coral, sombra silente de su madre, quien acompañaba, servía y obedecía sin reparos al Maestro; primero como feligresa, luego también como ama de llaves, cocinera, camarera y lo que hiciera falta para que el iluminado no tuviese que lidiar ni sufrir con los mezquinos asuntos de la vida cotidiana. Hasta que llegó el día, mejor dicho, la noche, en que el devoto acompañamiento de Leonora Figuereida transitó de la cocina a la cama. (Fragmento)

30. NARRATIVA DE TERESA CONSTANZA RODRIGUEZ


TERESA CONSTANZA RODRÍGUEZ ROCA
 
Nació en Santa Cruz de la Sierra, profesora de secundaria por la Normal Superior Nacional Católica (Cochabamba) y diplomada en Pintura y Fotografía por la Escuela Nacional de Bellas Artes (Sydney, Australia). Cursó los tres ciclos de la teoría y práctica del cuento corto, en la Escuela de Escritores (Madrid, España). Fue profesora de traducción en la Facultad de traductores e intérpretes (Heidelberg, Alemania).
Sus relatos forman parte de numerosas publicaciones literarias latinoamericanas y europeas, y de diversas antologías, siendo las más recientes Antología del Cuento Boliviano de la BBB, Antología de cuentos extraordinarios de Bolivia, Antología de cuentos eróticos, Antología Iberoamericana de Microcuento. Es autora de Función privada y otros cuentos (2005) y Noche de fragancias, relato breve y minificción (2016). Su cuento Isoglosa ha sido llevado a la pantalla grande. En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Cuento Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela (Bolivia) y en 2013 fue finalista en el Concurso Nacional de cuento Adela Zamudio (Bolivia). Es miembro de la Sociedad Cruceña de Escritores Germán Coimbra Sanz y del PEN – Cochabamba. Figura en la antología Escritoras Cochabambinas del Proyecto EC por ser Cochabamba la ciudad de su residencia.

Un santo condenado

El encuentro será dentro de aproximadamente una hora. Quiero saber por qué los del pueblo han convertido mi facha de artista, alto, pelirrojo, en monigote de papel maché, faldón verde paraíso, blusa gris nube, cuando realmente me gustaban los yeans apretados, el cincho de hebilla dorada, botas de punta aguja y el sombrero de saó. Mis cejas tupidas son ahora dos rayas delgaditas; mis ojos claros, un par de círculos negros.

Es más, casi todos los habitantes de Rialto depositan su confianza en mí. Me atribuyen más prodigios de los que hace la Mamita de Cotoca. A ver, que vayan a Cerropunta y pregunten por un tal Celestino Morató. Que pasen por los callejones oscuros de mala muerte, donde solía enredarme hasta el amanecer en juegos de cartas, en peleas con borrachos o entre las piernas de Ambrosia, mi cuñada. ¿Vendrían a que les arreglara sus líos, colgarían a mi cuello cintas de colores, repartirían estampitas con mi figura, para engomarlas en los muros de bares y mercados? Utacará, cuando pienso en mi pueblo, me visita la nostalgia. Sí, tengo que hablar a cuatro ojos con Dios Padre. Le diré que no estoy conforme con esto, nada más porque llovió cuando me liquidaron.  

Yo venía de Cerropunta. Eran las tres de la tarde. El sol achicharraba sombreros, techos y adoquines. En la plaza El Totaí había un montón de vecinos que estiraban el pescuezo. Yo también lo hice. Era para ver la cara y escuchar mejor el palabreo de un dirigente, apostado en los escalones de la iglesia: Desde hace dos años el río Esperanza apenas corre, las plantaciones no crecen; exigimos represas, más cañerías de agua; las pocas lluvias se van y nosotros quedamos abandonados hasta de la mano de Dios. En lo más fogoso de la protesta, tronaron dos balazos; el segundo me nubló la vista y caí en seco, boca arriba. La gente huía sin dirección. Empecé a flotar, pude ver mi cuerpo tendido, la sangre que bajaba de mi frente por la sien, por la oreja y se extendió sobre el cemento gris.

Mientras algunos piadosos me cargaban a la posta sanitaria, nubes oscuras, como setas gigantescas, brotaron del horizonte, avanzaron veloces y empezó a llover torrencialmente. La concurrencia se puso a bailar en plena calle, gritando agradecida: Fue el hombre de Cerropunta. Es obra de él. Y al tiro me declararon “El muertito inocente”.

Pasaron quince días entre aguaceros constantes, relámpagos y truenos. Mientras la lluvia inundaba las partes bajas de la población, el río Esperanza amenazaba con desbordarse el rato menos pensado. Los rialteños fueron a mi tumba, me pidieron que sirviera de enlace con el que me encontraré dentro de media hora. Por mí, que se mueran; nunca me hicieron favores de ninguna clase. Para mi sorpresa, dejó de llover. ¡Milagro!, milagro del inocente, pregonaban hombres, mujeres, niños. La voz se corrió hasta Picoeplancha, Los Tajibos y más allá de las fronteras.             

Desde entonces, no sólo mi tumba se llenó de flores, de moñitos blancos, amarillos, azules; también construyeron este pedestal en la vieja capilla fuera de uso y colocaron mi imagen con vista panorámica hacia el pueblo, el río y las montañas lejanas. Pronto empezaron los negocios con mis cosas. Benito, el del bar, remató la última botella de cerveza y las diez colillas de cigarro que guardaban mis “huellas digitales”; Ambrosia vendió mis botas, el cinturón ancho y uno que otro calzoncillo; mis cuates se ocuparon de repartir las pequeñeces: ganzúas, tornillos, plumas, navajas. Incluso el diente cariado, que había perdido en una pelea de borrachos, se vendió en un dineral que bien me hubiera hecho falta en tiempos difíciles.

Las beatonas del pueblo se ocuparon de divulgar mi santa reputación: Era buenito, decía doña Graciela, contemplando mi retrato en la pared, mientras Valentina, la más joven, añadía: Una noche lo vi elevarse. Juro por las llagas de Jesucristo que sus pies no tocaban la tierra; luego descendió bruscamente y ahí se quedó nomás, meditando. Uta madre, esa noche yo llevaba encima una mona delirante; me había subido al guayabo pa orinar y me caí del árbol, eso fue todo.

Si supieran que cuando se acercan las alumnas de La Providencia, con su faldita tableada por encima de las rodillas, ojos aceituna, labios caramelo, y me encienden velas a cambio de favores íntimos, un torrente cálido me corre por el yeso, quiero bajar de mi tronito y ser el mismo de antes. Pero sólo puedo derramar lágrimas. Vengan a ver, el Inocente ha llorado. Ha llorado por la maldad de los hombres, por nuestras ofensas,vociferan las vejanconas que me rodean, acarician mi pancita con sus manos heladas y rugosas y aniquilan mis ansias de volver a ser carne. Luego salen de la capilla batiendo sus brazos-murciélago, se retuercen de gusto, entran en orgasmo espiritual. (Fragmento)

29. NARRATIVA DE SARAH MANCILLA


MARIA SARAH MANCILLA
Nació en Santa Cruz de la Sierra  (Bolivia), el 4 de agosto de 1950. Está casada hace 45 años con Eduardo Gutiérrez Sosa y tiene 4 hijos y 5 nietos. Es una reconocida y premiada escritora de la saga Benjamín nominada como un Best Seller en Bolivia. Desde el 2008 participa en todas las ferias de libros departamentales y nacionales del país. Regaló su Derecho de Autor de la saga de Benjamín a APRECIA, Institución para no videntes. Es una incansable promotora de la lectura.
Fue columnista del diario El Sol de Santa Cruz durante cinco años y activista cívica boliviana. Su destreza al momento de escribir y su entrega a las diferentes actividades literarias y culturales, la han convertido en una de las mujeres más influyentes de Bolivia. En el 2005 ganó el premio “Cuentos Navideños” auspiciado por el Diario Nuevo Día y la Sociedad Cruceña de Escritores. Ha escrito el Himno del colegio Santa Cruz Cooperative School. Ha recibido varios reconocimientos por sus aptitudes literatas y por su aporte al desarrollo cultural de nuestra Región y Estado. Ha sido presidente de la Sociedad Cruceña de Escritores. Presidente de la Asociación Pro Arte y Cultura, APAC, otra de las prestigiosas instituciones culturales bolivianas. Ocupo la Vicepresidencia de la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz y desde el 2014 hasta el 2018 fue Presidente de dicha Institución. Es miembro del Consejo Departamental de Cultura, del PEN Santa Cruz, de la Sociedad Cruceña de Escritores, del directorio del Centro de Parálisis Cerebral. Es Directora del Centro Cultural Benjamín de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras. Con el Fondo Editorial Benjamín ha editado de manera gratuita 11 libros de escritores nacionales y extranjeros. Mansilla es la creadora del Benjabus, la primera biblioteca móvil de Bolivia que ha promovido ferias del libro en las quince provincias de Santa Cruz junto al Gobierno Autónomo Departamental y la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz. Hace cinco años publica cada mes la revista digital e impresa “Benjamín” que se distribuye de manera gratuita en los colegios, en dos revisteros públicos ubicados en el centro de la ciudad y en diferentes regiones de Bolivia. Hasta la fecha se han distribuido más de 200.000 revistas por todo el país. Promotora de la restauración del Paseo de las Esculturas en la Av. Canal Isuto. Impulsora de la creación de la Biblioteca Modelo para el Centro de Rehabilitación Penal de Palmasola.

Un nuevo amanecer

Tendido boca arriba sobre el desordenado lecho yace hastiado Benjamín. Como todas las madrugadas permanece quieto escudriñando con sus grandes y adormilados ojos cada centímetro del grisáceo techo de piedra de su dormitorio. Lentamente baja la mirada hacia las onduladas paredes, también de piedra, que además tienen algunas pequeñas manchas a consecuencia de la humedad de la cueva donde está su hogar. Estas manchas se confunden entre las sombras que proyectan las estanterías de madera que son similares entre sí. Están abarrotadas con raros trofeos obtenidos en las competencias que a diario juega con sus amigos en el vecindario. Él nunca ha ganado un trofeo en la escuela. Tampoco le interesa. Le gusta otro tipo de competencias, las inventadas por él y sus amigos. Admite que los trofeos ocupan mucho espacio dentro de su cuarto y le molesta tener que reordenarlo todos los días.

Allí está la reluciente y pequeña calavera con una sola cavidad ocular que fue encontrada debajo de una mugrosa y descalichada lápida de una tumba sin nombre en el cementerio cerca del vecindario. También guarda una roca  ahuecada, parecida a una caverna con estalactitas, a la que le dio el nombre de “Helecho llorón.” Un trébol con cinco hojas y muchos otros raros elementos. Benjamín desea realizar algunos cambios: desmantelar  toda su habitación, pintarla con colores cálidos y luminosos. Reiteradas veces ha intentado hablar con su madre para convencerla de que arregle no sólo su cuarto sino también el resto de la avejentada casa donde nacieron sus tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y donde también nació él. Pero es inútil.

-Necesito ahorrar dinero para que este año puedas ingresar al Conservatorio Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana -le explica ella. Hace años que escucha a su tenaz madre comentar con sus amigas del vecindario acerca de enviarlo al CRBA, el mejor Conservatorio de música del mundo.

-Ya envié la carta solicitando el ingreso de Benjamín. Dicen que hay más de un millar de solicitudes en la lista de espera para ingresar al CRBA. No sé qué voy a hacer si otra vez rechazan la solicitud, solamente aceptan hasta los 12 años de edad y Benjamín los cumple en mayo -comenta ella. Benjamín da poca importancia a los planes personales de su madre. En este momento a él sólo le interesa hallar un espacio vacío en las estanterías de su cuarto para guardar su última adquisición: una diminuta piedra color verde esmeralda con varias aristas grises alrededor, que aún guarda en su mochila escolar. Estaba incrustada en la base de una enorme roca, de las muchas que tiene el legendario Reino Chiquitano, región donde habita su familia junto al heterogéneo vecindario. Fija la mirada en la pequeña caja, hecha de madera castaño-rojiza, que le fue obsequiada por su abuela cuando él tenía cinco años. Poco antes de que ella repentinamente muriera, por causa de un raro virus, su abuelita le comentó:

-Las maderas rojizas son las más resistentes a la putrefacción. Esta caja está hecha de una exótica especie. No te separes de ella nunca, cuídala. Benjamín, con once años de edad,  hasta la fecha no encuentra nada original en la caja de madera que le ha regalado su abuela, probablemente, porque está acostumbrado a mirarla como a una simple caja, aunque tenga un valioso contenido. Allí guarda desde entonces su colección de plumas. Todas las mañanas rememora los sitios donde las encontró. La última, por ejemplo, la halló tirada en el suelo del jardín exterior de su casa. Estaba embarrada debido a la última lluvia. Sin embargo al limpiarla recuperó todo su color amarillo brillante. Desde siempre ha sentido una atracción y admiración especial por las aves, por ser los únicos animales que tienen una característica maravillosa: las plumas que no posee ninguna otra especie. Benjamín hubiese deseado volar como un pájaro o, por lo menos, haber nacido con una habilidad particular, tener algo que no tuviera nadie. Sólo él.

-¡Qué desgracia ser un grillo! -se queja mientras vislumbra en la opacidad del ambiente la reconocible figura que transita por los pasillos de su antigua vivienda. Es su madre que apresurada se alista para ir al trabajo. Ella es profesora de música. Benjamín con un fuerte impulso decide levantarse exhibiendo sus delgadas patas y descarnado cuerpo. Se lamenta diciendo:

-¡Qué feo soy!

(Fragmento del libro Benjamín y el séptimo cofre de oro, 2017, p 1.5)

28. POEMAS DE ALEJANDRA BARBERY


Alejandra Barbery
Estudió Derecho. Ejerció el periodismo para el suplemento Espectáculos (Culturales) del diario El Nuevo Día, Policiales (Seguridad) para el diario La Razón, Policiales (Seguridad) para el diario El Deber. Obtuvo el 1er. Premio en el concurso de lírica – UPSA, en 1994. Activista cultural, integrante del grupo Caraspas editores de una revista del mismo nombre. Grupo Arte, editores del fanzine Seres (1993 – 1995). Exposición de poesías, museo histórico, 1995. Miembro de la organización de CINE CIEN (versión I y II), ciclos de proyecciones de filmes realizados en 1994 y 1995. Exposición de poesía Expoética, 1996. Lectura de poesía en el Museo de Arte Contemporáneo, diciembre 2010.
Publicó 3 al hilo: Poemario. Coautoría: Alfredo Rodríguez, Alejandra Barbery, Oscar Gutiérrez., y Ànima,
Happy and real ansiedad

Fugaz delirio el pensamiento.
Volar sobrevolar volar.
CON ESTA MANÍA DE SER AVE.
Volar sobrevolar,
volar la noche.
La fantasía de la niñez.
La nostalgia de dormir el sueño.
La curiosidad de amar.
Es también soledad lo que aún no llega.
Volar sobrevolar volar.
CON ESTA MANÍA DE SER AVE.
Y desaparecer…
¡Volverse sombra!
Volar sobrevolar volar LA NOCHE
Urge abrir el alma.
Dejar salir el dolor.
Buscar la casa,
los domingos huérfanos.
Te oí nombrar por el viento.
Ya entonces presentía tu llegada.
ES UNA CÁBALA,
DE AMOR
DE DUDA.
ETERNA COMPAÑÍA.
DOMINGO ROJO,
COMO EL ALMA DE UN CUERPO
hecho a la ligera.
Cópula de aire y fuego.
Libertad liberta.
El encuentro es la ofrenda de los tiempos.
El conjuro de una bruja,
ansiosa y curiosa.
Hay una voz que suspira,
grita un nombre.
Anticipado,
como un domingo STAR.
De hombres inmersos
en el sueño perfecto.
Ilusión que no se ve.

27. DRAMA DE DOLLY PEÑA


DOLLY PEÑA PEDRAZA
 
 
Nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Estudió Arte Dramático en la Escuela Nacional de Teatro, y Literatura y Lengua españolas en la Universidad Gabriel René Moreno. Cursó una maestría en el Consejo Superior de Investigación Científica en España, graduándose con su tesis “Del hiperdrama hacia el hiperrealismo”. En el año 2010 fue seleccionada con su texto Frankestein en la vida de Mary Shelley para el proyecto de intercambio dramatúrgico boliviano-español Hojas Volantes. Dicho texto forma parte del compendio de dramaturgia boliviana contemporánea publicada por la editorial El Astillero de España. Su texto Julieta, poema posdramático, fue presentado el día Mundial de la Poesía en una lectura dramatizada en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid, y fue seleccionado para el World Event Young Artists en Inglaterra, realizando una lectura dramatizada en la Embajada de Bolivia en Londres.
 
Su texto dramático Mojada obtuvo el tercer lugar en el concurso de dramaturgia organizado por REPSOL, APAC y la Escuela Nacional de Teatro, siendo publicado (Marburg, Santa Cruz de la Sierra, 2013) y presentado en varias ferias del libro en Bolivia y en el festival Iberdrama de Madrid, organizado por el grupo El Astillero. Además publicó Santa Cruz de la Sierra (Erudito, Santa Cruz de la Sierra, 2008); y Lo que no se dijo del teatro boliviano, coautora (Pequeño Teatro-Ministerio de Culturas y Turismo, La Paz, 2015). Como actriz ha actuado en más de una decena de obras teatrales, publicidades y campañas. Adaptó y dirigió Augenlich (Visión, luz de mis ojos) del dramaturgo Marius Von Mayenburg, gracias al auspicio del Goethe Santa Cruz.

Ofelia, la boliviana

Gota tras

Gota

Gotea

Gota tras

Gota

Gotea

¿Quieres agua?

Yo soy Ofelia, la boliviana

Penando agua, penando mar

Mar que no conocí

Mar que no reconozco

Mar que no quiero

Gota tras

Gota

Gotea

Gota tras

Gota

Gotea

Tortura

Siento el golpe en la frente

Siento la gota

Gota

Siento otra gota

gota

Es un golpe

Cada gota en la frente

Gota

Cada gota se transforma en gota

Cada gota se transforma en golpe

Ruido

Tormento

Me atormenta

Gota tras gota

Goteo infernal

Gota tras gota

Que pare la tortura

Gota tras gota…

¿Que pare?

Gota tras gota

¡Qué pare, por favor!

Gota tras gota

Que pare la tortura

Gota tras gota

Tortura china

Gota tras gota

Tortura alemana

Gota tras gota

Tortura rusa

Gota tras gota

Tortura chilena

Gotea

Renuncio

No lo quiero

No quiero lo que no conocí

Renuncio

Me rindo

¿Te rindes?

Goteo

¿Goteas?

Yo soy Ofelia, la boliviana,

la que el mar no contuvo

¡Era una trampa¡

Sí,

porque… yo soy Ofelia, la boliviana…

y ¿rendirme yo? ¡Qué se rinda su abuela…!

26. POEMA DE PATRICIA GUTIERREZ PAZ


PATRICIA GUTIÉRREZ PAZ
 
 
 Nació en Santa Cruz. Ejerce el lenguaje desde múltiples oficios; periodista,  guionista, columnista. Autora del libro de poesía Arte Palabra, editado por el Museo de Arte Contemporáneo, Bolivia, 2017. Autora del libro de poesía Una palabra que no digo, presentado en la Feria Internacional del Libro, SCZ 2014. Autora de A través del Cuerpo, 1989. Su poesía hace parte de la Antología de Poesía Boliviana siglo XX, editada por VISOR España, 2015, recopilada por el reconocido escritor Homero Carvalho Oliva, y de la Antología poética De buris y surazos, editada en Santa Cruz, Bolivia, por el poeta Oscar Gutiérrez.
 
Columnista en el periódico El Deber, Bolivia (2014 /2018). Se especializó en construcción literaria de guiones y cinematografía, en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Fue guionista de la Serie Me muero de miedo, subvencionada por el European Script Found. En Madrid, guionizó la Serie televisiva Mucho cuento, para TVE. Gestora del movimiento cultural Poesía en la Calleja. Imparte talleres de escritura cinematográfica en el Centro Patiño, Museo Melchor Pinto, centros culturales y universidades. Cursa la maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Salamanca.
Rojo
 
Fumaba como puta sin clientes. Ya la habían dejado todos. El marido. Los kilos. Y los hijos.
 
-Así es la vida- dijo pa adentro y prendió otro pucho. La avenida increpaba sus canas.
-¿Quién diría que este cuerpito se paseó -a lo Marilyn- gtrepada al descapotable rojo de Don Antonio?
De repente, una ráfaga de viento la devuelve a sus insoportables sesenta y largos. Diosa añejada de un pueblo perdido, donde nada añeja bien, ni los vinos, ni las mujeres.
 
Entre acelere y acelere, él le juro por todos sus santos apestosos, que se separaría, y se largarían al extranjero, a ser felices, como Dios manda- ¡Ay, Dios! Dios, en aquellos tiempos todavía se escribía con D mayúscula.
Definitivamente, eran otros tiempos.
 
El no cumplió.
Ni dejó a su mujer.
Ni se la llevó al extranjero.
Ni la hizo la mujer más feliz. 
Ni Nada.
 
-Ya es tarde, para lamentos, sermonea la madre octogenaria, desde sus canas azules. ¡Entrá ya! y deja esa manía de apagar tus puchos en mis macetas-rezonga. 
 
Ana, sabe que este es el último. Lo apaga a sabiendas en los geranios rojos. Hace mucho que espera y esquiva este día. Pero todos los plazos llegan;
 
muerde el cigarro. Con sus ojos lluviosos refriega el cigarro en tierra muerta, mientras saca el rojo más puto posible de su cartera, y se lo pone en la boca. El descapotable rojo se trepa a la memoria 
y a la entrepierna.
 
Se zampa un vaso de whisky.
Felina -como a sus 30- suelta los cabellos sobre la avenida.
Los semáforos se paran.
Ana salta al vacío.
 
Piso 15.
 
-Hay que regar los geranios- dice la madre a tientas -y más vieja que nunca- mientras recoge las colillas.
Colillas que volverá a sembrar todos los jueves -como aquel jueves- en los geranios rojos,
como un tributo,
como un mantra,
como una afrenta al olvido.

25. POEMA DE PAURA RODRIGUEZ


PAURA RODRÍGUEZ LEYTÓN
 
 Nació en Chuquisaca en 1973. Poeta y periodista boliviana. Ha publicado Del Árbol y la arcilla azul azul (Argentina, 1989); Ritos de viaje (La Paz, 2002; Caracas, 2007, ed. digital); Pez de Piedra (La Paz, 2007); Como monedas viejas sobre la tierra (Santa Cruz, 2012) y Deshilvanando el misterio de la hierba (Quito, 2014). Coexistencia, disco de poemas musicalizados (2016). Con Ritos de viaje obtuvo el Premio Nacional de Poesía convocado por el Gobierno Municipal de Sucre (1999). Su poema Te atribuyo el torrente de mi sangre mereció el segundo Premio Internacional César Vallejo de la Casa del Poeta Peruano en Londres (2006).
Poemas suyos han sido traducidos a 17 idiomas. Su libro Pequeñas mudanzas obtuvo el Accésit del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador, Salamanca, en 2017. En 2013, la Unión Boliviana de Clubes del Libro premió su aporte literario con una Medalla al Mérito. Su más reciente publicación es la antología poética Instante claro (México, 2018). Vive en Santa Cruz.
2
Pequeñas mudanzas
¿Será la desmemoria perpetua
la que nos lleva de la mano,
tanteando los abismos?
Morar este pequeño espacio
es ser un amasijo de almas.
Cavar y cubrir el hueco con la misma sed
nos hace brillar con aura de animal herido.
Las breves muertes de cada día
marcan la distancia entre nosotros y nosotros.
¿Cómo cavar mudamente la atmósfera?
¿Cómo desandar estas pequeñas mudanzas?
Esta cueva insondable será la amnesia,
el engaño de habitar recuerdos
de remoto origen.
 
 
4
Tiempo dado que ejerce la frescura de un cuenco de agua.
Agua que se vacía sobre las manos:
tarea inacabada,
distante reflejo del pasado
en el que no fuimos ni héroes ni testigos.
Un hueco horadado de tanto gotear al cielo
se hunde como velo gris de humo.
El alma ciega
sabe cómo abrir un candado
palpa el borde de la vida,
teje los caminos a punta de huellas.
(Poemas del libro Pequeñas mudanzas)

24. NARRATIVA DE GIOVANNA RIVERO



RIVERO GIOVANNA SANTA CRUZ
Nació en Santa Cruz. Ha publicado libros de cuentos y novelas entre los que destacan Niñas y detectives (2009), Tukzon (2008), Para comerte mejor (2015, 2018)98 segundos sin sombra (Caballo de Troya, Random House, El Cuervo). Recibió la beca Fulbright el año 2007. En 2011 fue seleccionada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como uno de Los 25 Secretos Literarios Mejor Guardados de América Latina. El año 2015 recibió el Premio Internacional de Cuento Cosecha Eñe. Obtuvo un doctorado en literatura hispanoamericana en University of Florida, en 2015.
La Society of Voice Arts and Sciences otorgó el máximo galardón como Best Spanish Voice over 2018 al audiobook de la novela 98 segundos sin sombra. También será llevada al cine y está siendo traducida al inglés gracias a una beca de la National Endowment for the Arts (Estados Unidos). Para comerte mejor recibió el Premio Dante Alighieri (Bolivia) en 2018. Junto a la escritora Magela Baudoin, dirige el sello “Mantis”, que publica exclusivamente la producción literaria de escritoras hispanoamericanas. Actualmente vive en Ithaca, Estados Unidos de Norte América.

Viaje a Broadway

Rojo, rojísimo ahí lo tienes, púrpura es más y qué. Pero te juro que esa línea pendeja no es el horizonte, resopla Maga, que a pesar de la deshidratación tiene aún la energía suficiente para contradecir mis arranques poéticos. Hace tres segundos, entornando los ojos, he dicho: “Qué horizonte más rojo, como la sangre de Túpac Amaru cuando lo partieron en cruz cuatro bestias del apocalipsis”. Maga me mira con lástima infinita, perdonándome el acceso de romanticismo, la inexplicable sed de venganza, lo descolocado de mi saudade. Es que no, mi entrañable, acá, lo que menos hay es horizonte, dice, ya más tranquila, en la misma onda reflexiva que quiero impostarle a mis palabritas. Lo que me irrita es el tonito, güey, ¿qué es eso de horizonte? Horizonte un carajo. Esa pinche línea se llama frontera. Y luego pide que no la nombre “Maga”, que se llama “Magaly Bucharan”, que el oído se acostumbra, sobre todo el suyo tan sensible a todo tipo de hipnopedia, y cuando ya del otro lado le pregunten por su nombre durante una entrevista trabajo, dirá Maga como si tal cosa. Entonces todo, todo en ese mismo instante se irá one way al mero infierno. “To hell”, enfatiza.

Nos hemos sentado aquí, bajo este cactus gigante, durante tres horas, esperando a Jack, nuestro coyote. No queremos prestarle atención a la oscura certeza de que nos ha abandonado. Pero, por otra parte, es lógico que así sea. En las grandes historias, las crónicas de viajes, las estoicas cruzadas en búsqueda de la libertad, uno siempre está solo. Nadie tiene un coyote. Vas, corres, huyes, aúllas. Por fin cruzas. Llegas a Texas y te instalas finalmente en Tukzón, donde te irás pudriendo en slow motion. Le sugiero que intentemos dormir y que aprovechemos la noche para caminar. Es lo que nos han instruido. Pero Maga tiene terror a los alacranes. Hasta ahora sólo hemos visto uno; no nos atrevimos a aplastarlo por una cuestión de instinto. Vida que respeta a la vida, esas cursilerías que nos hacen parecidas. Así que Maga se queda despierta, mirando el lunar rojo en que se ha convertido el sol, mientras yo intento dormir.

Pero no duermo.

Sueño.

Pienso.

Viajo.

Mi infancia es una mujer regando el jardín. Si me preguntaran eso, en una oficina de Migraciones, por ejemplo, diría: “Mi infancia es una mujer regando el jardín. Tiene várices en las piernas, pronunciadas, como serpientes escondidas llenas de sangre”, y así, me diluiría en una narración eterna, hasta soltarme las cuerdas vocales, o las ideas, o el jodido deseo de contar lo que no importa. Pero nos han instruido a responder con monosílabos. Si dicen “childhood”, no se refieren a la infancia, quieren saber tu raza. La primera pregunta que me hizo el coyote fue si yo era terrorista, ¿no se suponía que esa pregunta te la hacen al entrar? El coyote se rió, se ahogó riendo, se le habían acabado las ganas de reír pero decía que la burla era parte del entrenamiento. No, no soy terrorista, quiero ser escritora. Estuve pensando en esta respuesta durante días, los días que pasé en Ciudad de México. Me había venido de Bolivia pensando que ser escritora en cualquier otra parte del mundo tenía más coherencia, siempre y cuando entendamos por “coherencia” futuro; “futuro” en el sentido de éxito. “Éxito” en el sentido más vil, y así sucesivamente. Fue mi año del “no”. Me dijeron que “no” en la embajada, H también me había dicho que no, de algún modo yo me había dicho que no. Entonces, se me ocurrió México. Y allí conocí a Maga. (Fragmento)

NARRATIVA DE HEIDE ZURCHER

HEIDE ZÜRCHER
 
Nació en Alemania y de nacionalidad boliviana y suiza. La niñez de la autora transcurrió en Venezuela y su juventud en Suecia. Estudió pedagogía en Bélgica y Alemania. Durante tres décadas fue profesora del idioma alemán en el ciclo secundario del Colegio Alemán de Santa Cruz. Andamios de ceniza (Editorial Lewy Libros, 2013) es la tercera obra que nos presenta Su libro de cuentos Fulgores/Funken (edición bilingüe español-alemán) fue publicado en 2005 por el Fondo Editorial La Hoguera. En el año 2007 publicó El Torno a través de la historia, sobre la cual la historiadora Paula Peña escribió: “La curiosidad sobre el nombre El Torno, sobre la gente y la formación social hizo que la autora inicie una investigación histórica- que abarca 100 años de la historia de este municipio (1907-2007)”.
 
En 2013 celebró sus 50 años en Bolivia con la colección de cuentos «Andamios de ceniza». Ha participado en talleres de literatura con Liberto Ribot, Blanca Elena Paz y Giovanna Rivero. Es miembro del PEN Santa Cruz y de la Sociedad de Estudios Históricos y Geográficos de Santa Cruz. Vive en Santa Cruz.

Andamios de ceniza

– ¿Así que usted es Fidel?

– Sí, señora

– Mi prima Isabel me contó que usted solo trabaja de noche. ¿Se puede saber por qué?

– Cómo no, señora. Es que me siento más tranquilo cuando todo está en silencio y nadie me molesta.

– Pero la luz eléctrica no se compara a la luz del día, ¿no le parece?

– No se preocupe, señora. Va a quedar contenta con mi trabajo, al igual que sus parientes.

– Pero ¿Y el ruido? Mi esposo tiene un sueño muy sutil.

– Trabajo silenciosamente, ya verá. Además su casa es bien amplia. A veces trabajo también los domingos cuando la gente se va al campo. Entonces aprovecho para picar las paredes o el piso y hacer otras cosas que hacen bulla.

– Bueno, como no he podido encontrar otro albañil, lo probaremos.

– Gracias señora, no va a tener quejas de mí.

Quizás por mi edad y por mi experiencia en el trabajo me aceptaron, y sobre todo porque no cobro caro. Solo quería tener mi mente ocupada, un plato de comida y un sitio para dormir. La señora Isabel me conoce de mucho tiempo. Sabe que varios años atrás perdí a mi hija y mi mujer no lo aguantó. Me quedé jodidamente solo cuando Marta falleció. A su muerte mis otros hijos no se interesaron más por mí. Como que si yo hubiera sido un padre insensible sin considerar que tuve que abandonar mis estudios y dedicarme a este oficio para mantenerlos. A veces pienso que he andado por este mundo a tropezones. Ahora la noche es mi mejor compañía, pero tengo que buscarme la vida. Menos mal que el trabajo no me falta. El que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija.

Dormía en una habitación del segundo patio, adormecido por el movimiento de las hojas y el suave volar de los murciélagos por encima del guayabo. Sus frutas estaban madurando y el olor a guayaba invadía todo el patio. Al principio la señora no parecía convencerse de que verdaderamente trabajaba. Parecía que me iba a llamar la atención pero, al día siguiente, se asombraba al ver los avances. Cuando asomaba la noche alistaba mis herramientas, mezclaba la arena con el cemento o preparaba el estuco a la vez que masticaba hojas de coca. Cuando ella se levantaba en la mañana ya no había rastros de mis cosas. En las altas horas de la noche yo trabajaba incansable colocando pisos nuevos, revocando paredes, pintando acompañado por las sombras nocturnas y la luz de un foco como mudos testigos, disfrutando del silencioso paso de las horas. A las cinco de la madrugada recogía mis pilchas y me sentaba en la cocina a esperar que comience la cocinera con sus afanes diarios y me prepare una taza humeante de café que acompañaba con tortillas recién horneadas. Enseguida me iba a dormir hasta que la cocinera me despertaba a las dos de la tarde y me servía el almuerzo. En la tarde salía a pasear sin rumbo fijo por las asoleadas calles del centro de la ciudad, al igual que los jaúsis en el campo. Pero últimamente no estaba muy tranquilo. La cocinera me chismeaba que el señor era muy celoso y por eso no faltaban las discusiones a la hora del almuerzo, aunque en realidad, según me decía, es él quien llegaba a altas horas de la noche. Piensa el ladrón que todos son de su condición.

Los hijos de la pareja se habían ido a España y parece que no estaban muy enterados de lo que pasaba, así que no había quien le ponga atajo al dichoso caballero. ¡Pobre señora, tan buena!, pensé.

Al darse cuenta de que yo era cumplidor en mi horario y hacía un buen trabajo a su entera satisfacción, pedía a la empleada que no me faltara un plato de comida en la cocina para mis largas noches. Yo estaba a gusto y pensé que las discusiones no tenían por qué afectarme personalmente, hasta que una noche los escuché al regreso de una fiesta. La disputa tomó por asalto a la noche, era una agresión al silencio reinante. Seguramente no se acordaban que yo estaba trabajando en la última habitación del primer patio. (Fragmento)

22. NARRATIVA DE ANGÉLICA GUZMÁN


NIDIA ANGELICA GUZMAN REQUE
 
Nació en Cochabamba, pero reside en Santa Cruz de la Sierra donde se ha desempeña como profesional en la docencia de las letras en distintos establecimientos secundarios, universitarios y escuela normal en la formación de maestros de la ciudad y del país. Licenciada en Psicopedagogía en la Universidad Gabriel René Moreno; Diplomado en Educación Superior por la UTEPSA; y Escritura creativa de la Universidad de Colombia. Miembro directiva de la Sociedad Cruceña de Escritores: 2000 – 2018; PEN internacional: 2004 – 2018; y Comité Nacional de Literatura Infantil Juvenil CONALIJ 1990 – 2018.
 Autora y Editora de Comunicación y Lenguajes – texto de secundaria. Editorial el Paúro- 2007 – 2016. Cuentos para adultos: Designios. Nuevas leyendas cruceñas; Voces de la Naturaleza: leyendas, entre otros. Mención de honor Voces de la Naturaleza, leyenda del tiluchi, Centro Patiño, 2012. Su obra aparece en varias antologías, entre ellas Escritoras Cochabambinas del Proyecto EC (2018) por ser la ciudad de su nacimiento Cochabamba.

Las aguas y el barquero

El barquero, sentado a la sombra de aquel añoso árbol que creció junto a un río de aguas turbulentas. Tenía el rostro incuestionable del paso de los años; miraba el vacío, como extasiado. Sin embargo daba a entender su vida sencilla. Porfirio, así lo llamaban. Su vida era la encarnación del otoño prolongado y del invierno macilento de los que recibió la carga de armiño sedoso y de blanca nieve que se alojaron en sus sienes.

Porfirio, ya de andar cansino, ataba y desataba su vieja embarcación a la orilla del río, que lo viera nacer y crecer. Por eso entendía el lenguaje del río, conversaba con él. Entendía su filosofía tan sencilla, como compleja y que siempre repetía: “no te acerques a mi vera, cuando me veas espumoso, no me contradigas, si mis aguas no quieren intrusos, no te enfrentes a mi cólera, que soy muy bravo, como manso en mi corriente”.

Por eso mismo, hoy, amarra la soga a un tronco seco pero resistente que le sirve de ancla y se sienta a conversar con las aguas. Remoja sus pies callosos, viendo cómo la corriente avanza caprichosa, vislumbra allá en el fondo, un vacío negro y tenebroso. Ve asomarse algo que crece con las aguas. Sólo distingue una boca enorme que ríe y se enfurece. Se traga a los peces para expulsarlos envueltos en lava espumosa hasta la orilla afectada de espuma grisácea. Vuelve a perderse en las profundidades e inmediatamente rebulle y se contornea, como molesta e inquieta por algo.

Contempla esa espuma y se dice resuelto: ¡Hoy no pasaré a la otra banda! Sabe que su vida corre peligro. Las aguas amenazantes, por un instante lo miran para, inmediatamente alejarse de la ribera.

  •  “Don Toribio – escucha una voz – quiero cruzar el río, pagaré con monedas de plata”.

Es la voz de una linda muchacha, parada en la misma orilla y con expresión de ruego, insiste: “Por favor que tengo prisa”.

El barquero recuerda que la noche anterior, sentados todos alrededor del fuego que comenzaba a languidecer, escucharon la voz del chamán de la tribu, quien les advirtió: “mañana es un día especial, la luna llena cubrirá la tierra y las aguas renacerán, por eso nadie debe asomarse a la orilla del río. Toribio, ya sabes qué hacer…”.

Habló el silencio y el fuego se consumió, latió la selva y mientras la luna se apoderaba de la noche recordó su arcano brillo. Una ligera brisa arrastró consigo al frío místico. Todos los hombres se pusieron en pie y marcharon taciturnos hacia sus chozas iluminadas por la luz del alba. Refulgían las hojas secas de un motacú.

  • “Hoy no entraré en el río por nada, – es la respuesta seca y determinante del barquero.
  •  Estas aguas están impregnadas del mal y de la muerte. El averno está abierto. Hay un vacío que se engulle todo, tiene sed de venganza y hambre de víctimas”- dice.
  • La muchacha insiste; “Tonterías, mi barquero querido, debo cruzar el río y lo haré, al otro lado está mi amor y debo llegar. Si no quieres hacerlo, préstame tu canoa, por favor, desamarra la gruesa soga de tu embarcación, yo conduciré tu canoa. ¿No ves las lágrimas que empapan mis ropas?, ¿Es que no comprendes que mi destino me espera allá, al otro lado del río? – Calla.

Nubes de oscuro légamo pretenden esconder la luna y la tierra se cubre de penumbra. La mujer solloza, mientras el barquero escucha la risa del vacío, que se mezcla con el débil llanto de la hermosa mujer. El barquero asiente, deja su asiento de tierra. Se pone en pie. Se dirige a soltar las amarras. (Fragmento)

21. POEMA DE VALERIA SANDI


VALERIA SANDI PEÑA
Nació el diez de abril de 1991 en Santa Cruz- Bolivia. Gestora Cultural, escritora y abogada. Autora en co autoría con Quincho Terrazas del poemario Ambidiestros (2014). En 2016 nace su poemario La luna lleva sal, ediciones Jota de Nelson Jaliri (Potosí). Participó en el libro de poesía y cuento breve El tiempo está después (Uruguay, 2016). Forma parte del libro artesanal Ilusión Líquida, de ediciones Jota en 2016 (Potosí). La reedición de La luna lleva sal fue publicada por la cartonera Ediciones Chanchito (2018). Participó en la antología de poesía Hispanoamericana en 2018 (Perú). Entre Manos antología de poesía y cuento, Editorial El Rumbo 2018 (Uruguay).
En 2012 sus poemas fueron puestos en escena y convertidos en obra teatral con el título Arrebatos, con el elenco Chonta Teatro, bajo la dirección de Paola Antezana. Ha sido colaboradora en diversas revistas nacionales e internacionales. Fue Co organizadora del World Festival Of Poetry (2014). Actualmente ha recibido la distinción de poeta joven con potencial para compartir, entregado por el Centro cultural San Isidro/ Santa Cruz (2018).
Frascos de tiempo

Hay
quiénes derramamos nuestra sed
junto al primer sol, que ahora
es sólo
una sombra redonda, golpeada en la pared
dejando de germinar días.
Y en la tarde
somos el caldo
del que bebe
cada día la vida
y a cambio, nos devuelve
nuestros restos desperdigados
en frascos de tiempo sin memoria.
Miro arriba
y los cargados algodones azules
van derramando lágrimas
sobre ésta tierra árida
con habitantes de polvo.
Está húmeda la noche
desde que el lago
carga dentro suyo
todos los huesos
de sus habitantes extinguidos.
Y yo
no soy más que la represa
de éstos ojos
Que ya no sueñan ríos.

20. POEMA DE SARA MARÍA VAZQUEZ


SARA MARIA VASQUEZ RIVERO
 
Nació en Santa Cruz en 1938. Radica en Cochabamba. Ganadora del Premio Nacional de Poesía Franz Tamayo, 1972, con el poemario Tiempo tuyo. Sus obras premiadas y publicadas son: Tiempo tuyo; Desde Lejos, Premio Nacional de Poesía «Club Social 24 de Septiembre», 1988; La sombra que me habita, segundo Premio Nacional de Literatura, (Poesía), Municipalidad de Cochabamba, 1993. Poema a la solidaridad humana, A Teresa de Calcuta (Primer Premio, Cantuta de Oro y Banda del Saber de los Juegos Florales Nacionales Leonísticos, 1999, Cochabamba; Entre la Tarde y la Llovizna, 2005; Sinfonía de Invierno; La sombra que me habita, 1993; Destinos en vigilia, 1996. Es autora además de los poemarios inéditos Memorias del rocío, y Las lámparas del día. En otro género publicó El arte de cocinar Rico y Barato, 1980 y En su cocina con Humor y Economía.
 
La poesía de Sara María versa sobre el amor y la vida, el amor en todas sus formas, el amor filial, el amor apasionado de la juventud, el amor reposado de la edad madura y el amor a la naturaleza y el terruño, como aquel que describe diariamente la atmósfera de su tierra natal, Santa Cruz de la Sierra.CREATOR: gd-jpeg v1.0 (using IJG JPEG v62), quality = 85
Viejo tacú

Viejo Tacú,
hondo como mi pena;
perdido en los palmares de mi infancia.
Tú
que alborozastes de harina en la mañana
y pusiste sonrisas de pan
al mediodía;
que fuiste amigo inseparable del Tajibo
compañero estival del Tamarindo
aún tienes en tu fibra
la estirpe del molino y la cascada.
Yo se que todavía
queda huellas fragantes de otros días
en tu corazón
profundo y cóncavo.
¿De que tronco centenario
te forjaron los abuelos del campo?
¿Donde están ahora las muchachas
enjoyadas de luna
sincronizando la canción del río
con tu vaivén de arroz
y madrugada?
¡Cuantas labriegas y morenas manos
molieron cereales
y cansancio
en tu cuenco pulido de intemperie!
¡Cuanta espiga
danzó su ritmo de agua,
-liturgia agreste y dulce-
en tu vientre
bruñido de esencias vegetales!
Viejo Tacú,
¡como vuelves de pronto
a resonar vacío,
trasnochador insomne en la memoria!
Tú,
que hicistes pan y fuiste árbol
tienes ya
olor a olvido.

19. NARRATIVA DE BÁRBARA ANTELO


BÁRBARA ANTELO MÉNDEZ
Nació el 21 de enero de 1989 en Santa Cruz, Bolivia. Por medio del trabajo de investigación Consumo de Literatura Infantil en los escolares Cruceños, obtuvo el grado de Licenciada en Comunicación Estratégica. Divide su tiempo libre entre la escritura, la colaboración en obras teatrales infantiles y la composición de canciones. Actualmente es socia y tesorera de la Sociedad Cruceña de Escritores Germán Coimbra Sanz, socia fundadora de la Sociedad Boliviana de Escritores ESCRIBO y promotora de la lectura en la 7ma. versión de la campaña Bolivia Lee. Participa como expositora en las Ferias Internacionales de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, además de otras ferias donde es invitada.
 
Hasta la fecha cuenta con siete libros infanto – juveniles publicados. El Duende del siglo XXI; Sky Kids, aprendiendo a volar; Manual del Detective; El Duende del siglo XXI, travesías en el tiempo; Eufi, el secreto mejor guardado; Manual del Explorador; Eufi, descubriendo el enigma. Ha participado en dos antologías literarias: Quiboro literario IV y Supernova, antología de narrativa fantástica, volumen 3. Ganadora del Premio Joven – Literatura 2018, otorgado por la Gobernación de Santa Cruz. 

Doppelgänger

La noche está espesa, caliente y húmeda, apenas puedo respirar. La falta de un aire acondicionado ahora sí que lo sentía, pero ¿qué más podía hacer? apenas tengo un colchón y un par de mudadas de ropa. Los mosquitos se están dando un banquete conmigo, no es novedad, lo hacen desde hace tiempo. Me he dado cuenta que las ronchas solo pican si les doy demasiada importancia, así que casi no pienso en ellas. En estas condiciones es casi imposible conciliar el sueño. No importa, después podré descansar, ahora solo tengo que hacer una cosa, planificar, y eso es lo que me preocupa, el calor, los mosquitos, y la falta de luz, no ayudan en la concentración. Todo debe quedar perfecto. No hay lugar para el error ni cabos sueltos. Y eso es exactamente lo que no me deja respirar tranquilo, las diferentes variantes que aparecen en mi mente. 20 segundos de retraso significa pasar al plan B. Tres grados de variación en la temperatura, pasamos al plan C. La velocidad del viento, la densidad atmosférica, el grado de nerviosismo medido en el movimiento involuntario de mi mano. Las combinaciones de algunas con otras y grabar en mi mente los pasos a seguir con cada combinación, eso me motiva, me ayuda a no pensar en los mosquitos, me excita, me mantiene alejado de la realidad, realidad que prefiero olvidar. Todo lo que hago, todo lo que pienso, tiene un nombre, mi propio nombre Leonardo Villar. Sí juré que no dejaría que se salgan con la suya. Ya no tengo nada que perder. Lo he perdido todo. Ahora puedo atestiguar que solo después de no tener nada se te crecen las pelotas y agarras una valentía que ni siquiera sabías que existía en vos. La fecha está lista, y el plan armado. Todo caerá por su propio peso, y con mi puño por delante. Me cansé de esperar justicia, porque lamentablemente no existe justicia, ni aquí ni en la China. Seguro al leer mi nombre se te vino a la mente el “famoso depravado sexual y asesino serial que se robó la vida de 9 mujeres” del que los medios han hablado desde hace más de dos años antes de que la “justicia me atrapara”. Nadie cree que yo no he sido quien ha comedio dichos crímenes, todas la pruebas están en mi contra. Mi ADN en el lugar de los hechos. Estuve involucrado con todas las víctimas de alguna manera. Todo es una mierda, y nadie me escucha. Alguien quiere que me pudra en la cárcel y planificó todo tan bien que me convirtió en un monstruo. Pero esa persona, quien tan cuidadosamente calculó todo, quien tan meticulosamente me hizo quedar como alguien que no soy, debería entender que somos uno, que soy su aprendiz, y en dos noches más, podrá ver que este aprendiz superará con creces al maestro. (Fragmento)

18. POEMA DE MELISSA SAUMA

La caja de los sueños

Laberinto vertical
en el que caigo para levantarme sin descanso,
sucesión de habitaciones de paredes blancas,
desnudas paredes, sin puertas ni ventanas.
Y una puerta que se abre desde el techo
y una escalera improbable se me extiende,
entonces
el ascenso.
Ascenso y caída y otra vez ascenso
incontables veces, incontables sueños
un encierro contenido dentro de otro encierro
una columna implacable, una espiral de silencio
y el ascenso sin pausa
apenas el ascenso
cada vez con menos aire, cada vez con menos fuerzas
cada espacio más pequeño, cada puerta más estrecha
finalmente,
una puerta es la última puerta
y una escalera
la última
escalera.

17. NARRATIVA DE ISABEL SUÁREZ


Isabel Suárez Maldonado
 (Santa Cruz, 1994), cursó la carrera de Comunicación Audiovisual en Diakonía, ejerciendo su profesión como fotógrafa y videasta. Comenzó a escribir a los 15 años. A los 18, fundó el blog Caja de Zapatos, destinado a contener todos sus escritos. En 2016 ganó el Primer Concurso No Municipal de Literatura (La Paz, 2015), gracias al cual publicó Caja de Zapatos, su primer libro de cuentos. En 2017, su cuento Ruthina participó de Tríplice, antología de narrativa de Cinosargo Ediciones, compuesta por autores de México, Chile, Perú y Bolivia. En 2018 su cuento Travesía participó de la antología feminista Escándalo en tu Barca (La Paz). 
Actualmente, es editora para Bolivia de Liberoamérica, Plataforma Literaria Digital, con la cual se encuentra preparando la primera antología en papel de dicha plataforma, con 80 mujeres poetas de todo el mundo.

Cebolla Problema

Sos una cebolla, una blanca. Yacés en el mesón de la cocina, rodeada de desorden, sumergida en la fría oscuridad, pero tranquila.

De pronto encienden la luz. El gordo entra en la cocina y se dirige a la heladera, saca el pan molde, jamón, queso y un tomate. Al tomate lo conocés. Lo viste cuando llegó del supermercado. Ya lleva una semana viviendo en la heladera. Por alguna razón, no te cae bien. Será porque es demasiado rojo, demasiado brillante… No. Solo sos una cebolla racista. El gordo lanza dos panes al mesón. Cubre uno con jamón y abundante mayonesa. Qué gordo goloso, pensás. Luego agarra al tomate y un gran cuchillo. Su piel se abre con un corte perfecto y su jugo se derrama, rojo ardiente. Caen un par de rodajas de tomate sangrante y el resto queda como un corazón abandonado, partido en dos. Qué desagradable, podés ver hasta sus semillas.

El gordo vuelve a la heladera y saca una cabeza de lechuga, esa vieja mustia y pálida que nunca te cayó bien. Le arranca unos pedazos, los lava y los hace trizas sobre el jamón. El crujir jugoso de la lechuga mutilada te hace estremecer, pero al menos, ella no hizo tanto escándalo como el tomate.

Ahora el gordo te mira y se acerca, anunciando el final.  Por fin vas a cumplir tu cometido de ser alimento. Desde pequeña, tus padres te inculcaron estoicismo y obediencia, recalcando que te quedaras muy quietita cuando por fin fueras a ser comida, pero no te sentís lista, todavía querés hacer muchas cosas con tu vida y te destroza la idea de perecer entre dos panes junto a tus antipáticos compañeros de heladera.

No hay tiempo para pensar, el óbito es inminente. Cuando el gordo comienza a frotarte con las manos para despojarte de tu delicada capa protectora, le mordés con fiereza el pulgar. El gordo chilla, despavorido, y corre como puerquito espantado. Vos también tenés que correr, ahora que sos una rebelde, una prófuga de la ley natural. Brincás al marco de la ventana, respirás profundo y, gracias a dios por el pasto del jardín, te lanzás. (Fragmento)

16. TEXTO DE GABRIELA ICHASO

Gabriela Ichaso Elcuaz nació en La Plata. Escritora y librepensadora. Periodista, articulista, editora, documentalista, guionista, ensayista, estratega política, comunicadora política, activista. 

Autora de los libros de poesía “En tu amor, amor, respiro y vivo” (Fondo Municipal de Cultura, 1991); “Ensalada de dos” (coautoría con Mariana Ferreira) y “Desnuda en el mar; Autora de “Para que conste en acta”, la primera rendición pública de cuentas en el sector público local como Concejal (año 2000). Autora de la trilogía de ensayos y narrativa “Lo volvería a decir”, “Lo volvería a escribir”, “Lo volvería a hacer” (2008).  Autora de los epistolarios “Cartas de amor con café batido” (año 2009) y “Nuevas cartas de amor con café batido” (año 2011).  Coautora del libro institucional “Santa Cruz de la Sierra: Una ciudad en construcción” y de la Marca Ciudad Santa Cruz de la Sierra, ciudad que enamora (año 2014). Autora de programas de gobierno local, discursos institucionales y políticos, 10 campañas de experiencia a talón, planta y punta. Autora de las columnas de opinión “Punto G”, “Para que conste en acta”, “Al final”, “Intuiciones”, y otras, en la prensa nacional.  Dirigió y editó la Revista Piedra Libre (2005 – 2019) y varios suplementos de diarios nacionales. Con un par de libros inéditos en la mochila, autora de contenidos digitales, del blog “Hoy Se Vive” y explorando con “Postales del fin del mundo” los relatos de viaje.

Arrastrarse o levantarse y luchar

A los 16 años, mi papá observó que mi cuello parecía agrandado debajo de la zona de la nuez de Adán.

Me hicieron varios estudios y diagnosticaron que tenía hipotiroidismo. Me mandaron de vuelta a casa con un montón de pastillitas muy chiquitas y blancas que me dijeron que debía tomar a diario de por vida. Esa fue toda la explicación. Como buena adolescente rebelde, habré tomado algunos días el medicamento cada mañana antes de desayunar, como lo indicó el médico, y después tiré todo a la basura y me olvidé. Viví sin acordarme de esa glándula que, con los pocos kilos que aumenté en cada embarazo pero que nunca disminuí después de cada parto, se fue camuflando en un cuerpo humano más grande que el de aquella flacuchenta estudiante de secundaria.

No me mediqué ni volví al médico hasta después de los 40 años. Cuando empecé a ver y sentir mis pies hinchados por la retención de líquido, mi pelo cayéndose por mechones cada mañana al peinarme; que daba igual que almorzara un plato de pasta o uno de ensalada porque igual engordaba; cuando mis uñas bien cuidadas comenzaron a romperse tan delgadas como una hoja de papel y cuando a los pocos minutos de tirarme en el sofá a mirar una película sentía mi cuerpo enfriarse al punto de creer que había muerto y me estaba contemplando desde afuera de él. Me preocupó faltarles antes de tiempo a mis hijos aún pequeños. Recién ahí decidí, a regañadientes, visitar al médico.

Creí que una enorme decepción política por aquella época me podía estar arrastrando a la depresión, sin darme por enterada. Leí que era otra enfermedad silenciosa, como tantas que no vemos ni sabemos, pero no me sentía deprimida: en todo caso, estaba defraudada. Pensé que podría ser estrés o, por su causa, un adelanto de la menopausia.

Decidí visitar al endocrinólogo Dr. Douglas Villarroel para que me realizara un control hormonal y con el resultado del más simple análisis de sangre que me pidió realizar, todas las respuestas a las preguntas que me había hecho y yo le había contestado afirmativamente, quedaron reconfirmadas. Y sí, lo que yo seguía teniendo era hipotiroidismo, un hipotiroidismo que nunca había tratado y que más bien no me había causado más problemas que los sintomáticos propios de la aparición y el desarrollo de este trastorno silencioso, una falla hormonal que te condiciona a su dolencia autoinmune.

Desde entonces soy una consumidora de por vida de la levotiroxina, el nombre genérico del popular sello farmacéutico Eutirox. Es una medicación que recién comienza a hacer efecto bastante tiempo después de iniciar el tratamiento. Sin embargo, sus efectos más inmediatos son sin duda los más importantes para afrontar la vida y los demás efectos encubiertos de este trastorno que puede llegar a ser invalidante de no ser tratado a tiempo y adecuadamente. Incluso, mortal. (Fragmento)

15. POEMA DE GIGIA TALARICO


GIGIA TALARICO
Poeta y narradora, vive en Santa Cruz, Bolivia. Tiene publicados 7 libros cuentos para niños, cuenta entre sus reconocimientos en esta categoría, el Premio Nacional de la Reforma Educativa, cat. 8 – 9, (1997); los dos últimos libros, La maleta de Esperanza y Cuentos de Niños y Gatos, están en su 6ª edición respectivamente. Ha publicado dos novelas juveniles, La sonrisa cortada, en su 7ª Edición, y hace dos años, publicó El secreto país de las aguas, en su 2ª edición. Es también responsable de los dos números de la antología Dicen que en mi País que comprende dos números.
Tiene tres poemarios publicados, Ángeles de fuego, Púrpura, por los que logró varias menciones (Italia, Argentina, Virtual Mundial 2 veces), y La manzana Dorada. Este último le valió el Primer Premio Municipal de Poesía 2013 y El 1er. Premio Dante Alighieri en su primera versión Poesía en el año 2014.
El escape
Revisando
en el cuerpo dormido
el tatuaje
de su vida
carcomiendo la mía
encontré
entre las líneas
el escape perfecto
una fisura
Más su piel
fue siempre
mi dique y mi candado
entorné los ojos
e ignoré la salida

14. NARRATIVA DE MAGELA BAUDOIN


Magela Baudoin (María de los Angeles Baudoin, 1973). Escritora y periodista boliviana, autora del libro de entrevistas “Mujeres de Costado” (Plural 2010); de la novela “El sonido de la H”, con la que recibió el Premio Nacional de Novela 2014 (Santillana-Bolivia); y del libro de cuentos «La composición de la sal» (Plural 2014), que ganó el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez (2015) y ha sido traducido al inglés y editado en Colombia, México, Bolivia, Argentina, Perú, Chile, Ecuador, España y Estados Unidos. Próximamente será traducido al portugués y al árabe y será publicado en Brasil y Egipto, respectivamente. Sus cuentos y reseñas han sido recopilados en antologías y en revistas impresas y digitales como El malpensante (Colombia), The Short Story Project (España), Escritores del mundo (Argentina) y Círculo de Poesía (México). Ejerció el periodismo en distintos medios de prensa bolivianos. Es directora de la revista de literatura boliviana El Ansia y dirige junto a la escritora Giovanna Rivero la colección editorial Mantis, que difunde el trabajo literario de escritoras de Hispanoamérica.

La Cinta Roja

Natalia llegó tarde al bar pero nos trajo una historia, lo cual fue aceptado como salvoconducto por todos. Esta vez mi hermana no se disculpó por el desajuste horario, sabía que gozaba de nuestra indulgencia hacía ya un par de horas. Al fin y al cabo, todos somos gente de prensa y, en el bar de la esquina, la espera nunca es un problema. Se sentó y comenzó a hablar, cosa muy rara pues usualmente escucha lo que dice Gabriel, cuya gran inteligencia lo ocupa todo. Me gusta mucho oírla. No sé qué hay en su timbre tenue y frío que me adormece. Pero esta vez su voz no era serena, acababa de dejar el periódico y todavía palpitaba en la urgencia de la tinta y la medianoche. Han apresado a un hombre, se le escapó y, por su ansiedad, preguntamos si era inocente. Pero ella respondió casi con una disculpa: Es que no lo sé, dijo y enlazó su mano a la de Gabriel.

Expuso los únicos datos exactos que poseía: la muerte de Rebeca, tan verídica como su proclamación de Reina del Carnaval. Le habían proporcionado las fotografías de ambos sucesos. Pudimos reconstruir entonces un carnaval de baratija, con un corso de extramuro, perdido entre el arenal y la basura, que Rebeca no había alcanzado a protagonizar pues fue asesinada antes. Natalia nos contó de su reinado fugaz y, por su exposición, adivinamos un pueblo aborigen de pobreza infame que, igual que la chica, se dirigía inexorablemente hacia la desaparición. Gabriel la besó en la cabeza, un segundo antes de que mi hermana le soltara la mano y dijera, no sin cierto suspenso: Nadie podía prever lo que tenía preparado el destino para la Reina, menos aún cuando la eligieron.

Aquel día se había presentado luminosa con el cabello suelto y liso, la risa fácil y un clavel rojo atado a la pretina de los pantaloncitos cortos que destacaban sus caderas evidentes. Rebeca tenía catorce pero hacía mucho que había dejado de ser una niña. Quizás no había tenido niñez alguna y había nacido directamente en la vida adulta, pensé, mientras Natalia explicaba, según le habían dicho los expertos, que la chica provenía de una cultura originalmente concupiscente. Tratamos de desentrañar que querían decir los expertos con «concupiscente» y

tradujimos así: un pueblo amazónico de cazadores, nómada, tejedor, en el que las virtudes carnales son virtudes cardinales. Todavía era muy abstracto. Un seno materno, acompañado de cantos femeninos, en el que los placeres del cuerpo son inculcados a las niñas desde muy pronto. Un tiempo y un espacio narrados oralmente, dijo Natalia, donde la lascivia y el placer no son un pecado sino algo natural, vital. Su aclaración nos llevó por unos segundos al Paraíso y en seguida al Infierno, al recrear este mismo ecosistema en la ciudad, en donde la libertad se vuelve un yugo y se encamina a la más antigua moledora de carne. La pobreza puede molerlo todo: las niñas indias se entregan por exiguas cantidades de monedas, desde edades impronunciables, en los márgenes urbanos. ¿Y cuánto es una cantidad exigua?, pregunté. Natalia contestó sin poesía: Son dos pesos. (Fragmento)

13. POEMA DE LUCIA CARVALHO


Lucía Carvalho
Nació en Santa Cruz, en 1993. Violinista, licenciada en publicidad y escritora en el closet. Colaboró en la revista mexicana Errr Magazine entres 2014 y 2016, versión digital e impresa. El 2017 publicó su primer poemario, Fiesta Equivocada, con la editorial independiente Torre de Papel. El 2018 fue seleccionada para participar de la residencia poética en el marco del Festival Internacional de Poesía de Rosario, Argentina. Desde el 2018 colabora en Liberoamérica, plataforma literaria.
/Campamento de verano/

Vueltas y vueltas
Un lindo día para caminar,
jugar a saber lo que quiero.
Estar contigo es como un campamento de verano,
las expectativas muy altas,
los días muy cortos.
Podríamos acostarnos sobre la grama en silencio,
escuchar lo que cada quien desea escuchar.
El tiempo que pasamos juntos no es mío ni tuyo.
Campamento de verano hay bromas,
hay risas luego no sabes qué pasa.
Nostalgia congénita.
Dar vueltas y vueltas
alrededor de la fogata ya no es divertido
pero tampoco quiero ir a casa.
Espantemos a la oscuridad con una linterna
y cuentos de terror.
Me pregunto si el tiempo que pasamos juntos,
¿es parte de tu vida o de la mía?
Vueltas y vueltas.
Mi casa.

(Del libro Fiesta equivocada)

12. POEMA DE ALBANELLA CHAVEZ TURELLO


Albanella Luena Chávez Turello
No es de ninguna parte, pero nació en Trinidad en 1985 y vive en Santa Cruz. Escribe, explota, sangra, llora, habla y vuelve a escribir. Ha publicado: Noches de cuerpos sin nombre (2008), Cuaderno de notas (2010) y colaborado en las antologías Lo Nuestro. 200 años de poesía cruceña (2010), Los tres cielos. Antología de poesía amazónica (2013), Encrucijada (2017/2018), LiberoAmericanas: Antología de poetas bolivianas jóvenes (2018), además de participar en diferentes festivales de poesía y plataformas virtuales.
Vale decir que aún espera que la poesía exista.
vidas como tú
 
i.
quien estrena un cuerpo nuevo de aire prístino                      se contempla vestir manjares
no entiende que su sombra acaba dónde empieza
aquella se mantiene queda      espera sombra             acude quieta se mueve lenta
                                               se logra inerte se muta roja se derrama volcán                      
 
se derrama
se mantiene en pie desde su boca abierta hasta tu vientre     
y es                                                    
un cuerpo más desde los días de tu cuerpo
 
 
desde la noche que es del lunes
hasta tus lenguas que van en miércoles
 
es por todo esto que existe nuestra tiniebla gracias a la cual los sábados y domingos subsistían enteros
 
lista improbable de sueros de mermelada
 
el destino me tiene una historia escrita entre dientes
vuelo entre el hombre que se siente jueves y resiente los demás días de la semana
aterrizo en un pájaro obsceno que abre las plumas y muestra su inicio         desde su mismo embrión
todo ocurre porque la vaca se mide desde el lametazo que te pasa por el rostro
la vaca está entre lo que espero y lo que callo
 
 
ii.
algo ocurrió
 
sólo las formas
imprecisas
están
y
 
las palabras por fin
vieron luz                     
cayeron
 

POEMA DE SILVIA ROZSA

Silvia Rózsa Flores. Nació en Santa Cruz. Periodista de profesión, con diplomado en Mercadotecnia Estratégico, Postítulo en Escritura Creativa y cursos varios en museología y crítica de arte. Trabajó en radio como productora y conductora de programas, fue jefe de información y dirigió dos revistas impresas. Fungió como encargada del Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad de Santa Cruz, durante seis años. Editó el libro El teatro de Jorge Rózsa, el Catálogo del Museo de Arte Contemporáneo de Santa Cruz, Bolivia, el libro de arte de Jamir Johanson, del artista Tito Kuramotto, Mi Primera Enciclopedia, enciclopedia infantil cruceña, el libro de arte de Karin Koelb, Pintar es vivir. Mi historia artística; compiló tres tomos de Mitos y Leyendas de Bolivia. Tiene publicados cuatro poemarios: Destello, Ritual de Tempestades (en coautoría con Elías Serrano), Tocarte con el otoño y Texturas de amor y lluvia. En 2018 publicó el plaquette de poemas Dolor en el silencio. Fue acreedora de una primera mención en el concurso de la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz, Bolivia (2007) por el poemario inédito Intentos y recibió un primer premio compartido en un concurso de poesía en Argentina. Ha publicado tres cuentos infantiles: Anita en el Museo, Anita y la ciudad de los anillos y La gata del Museo (este último con mención en el Concurso de Noveles Escritores del Gobierno Municipal de Santa Cruz, Bolivia, 2015). Algunos microrrelatos y poemas se han publicado en antologías de cada género. Tiene un poemario y una novela sin editar.

Mestiza
 
Tinta fluye
desde la lejanía
en mi sangre mestiza
alborotada de cielos
de cielos pardos y azules.
Soy sangre
vertida en cuencos
en pocillos mágicos
de letras
palabras
versos
que escapan hacia lo alto.
Soy sangre mestiza
calle
huerto.

NARRATIVA DE PAULA LOPEZ


Paula López Moreno
Nacida en 1970.
En el campo creativo es actriz (Mejor Actriz 2002, Festival Bicu Bicu; Actriz del Año, Trofeo Tiqui 2003), pintora (cerca de 40 exposiciones entre individuales y grupales, en Latinoamérica, Europa, Asia y Oceania; premios en Bolivia, Italia y Argentina) y escritora (poesía, cuento, novela y dramaturgia). PUBLICÓ LA NOVELA PRAGA (=
En el campo académico tiene una maestría en Dirección y Gestión de Industrias Culturales, con especializaciones en Museología y Comunicación Cultural. Desde 1996 colabora con periódicos y revistas escribiendo biografías de artistas y artículos sobre arte e historia del arte y (durante los últimos tres años) sobre gestión cultural y gestión de públicos culturales.
Actualmente vive en Madrid, España, donde trabaja en su segunda novela y está pintando los cuadros para una exposición individual programada para el año 2020.

Fragmento de “Praga” (Págs. 41-42)

Novela

El hombre camina por la calle, sin prisa, pero con ansiedad. La mujer se mira en el espejo del baño de su habitación, y de pronto, nota que en su sien derecha han aparecido las raíces de unas cuantas canas, y se peina tratando de disimularlas. El hombre conoce esa calle, ha pasado por ahí muchas veces, pero esta tarde tiene la impresión de que todo es diferente, nuevo, más lindo. La mujer se pone un poco de rubor en las mejillas y duda entre pintarse los labios o no. El hombre llega al hotel, sube las gradas de la entrada y atraviesa el umbral con la curiosidad de un niño que está abriendo un regalo; él espera encontrar a la mujer en el lobby, pero ella no está. La mujer enciende un cigarrillo y lo apaga inmediatamente, no quiere oler a nicotina.Enciende el televisor y se sienta en el borde de la cama a mirar, sin atención, un programa de entrevistas con gente desconocida, que hablan de temas que a ella no le interesan para nada. El hombre se acerca al mostrador de recepción y pregunta por la mujer de la habitación 211. En la habitación suena el teléfono. La mujer apaga la televisión y espera que el aparato suene dos veces más antes de contestar.  Una voz neutra le avisa que tiene una visita. Ya bajo, dice ella, gracias. El hombre se distrae leyendo unos panfletos que anuncian viajes a zonas turísticas de su propio país. El sonido de la puerta del ascensor (un ascensor antiguo, de esos con reja que aún se usan en los países rioplatenses) hace que el hombre levante la mirada. Pero del ascensor salen dos hombres vestidos con traje oscuro. La mujer espera el ascensor en el segundo piso y, sin darse cuenta, canturrea el estribillo de una melosa canción de Julieta Venegas. Dime si tú quisieras andar conmigo o, o, o, o… El hombre se sienta en un sofá, de frente al ascensor, tamborilea el piso con el pie derecho, y recuerda la última vez que la vio. Parada, en la puerta de su casa. El pelo muy corto, largos aretes rojos colgando paralelos a su delicado cuello, blusa tejida roja, la piel bronceada, pantalón y sandalias blancas… con los brazos cruzados, la cabeza apoyada en el marco de la puerta y esa sonrisa, siempre presente, que le iluminaba el rostro. Un rostro que no era hermoso…¡pero era tan lindo!

9. POEMA DE KATHIA MARÍA SIMON


KATHIA MARIA SIMON. Nació en el Beni, pero radica en su Santa Cruz desde muy joven. Tiene un libro publicado en 2014 que se titula La mitad de la niña, con editorial El País.
Ha participado del Festival Paralelo 22 en la feria Internacional del Libro de Santa Cruz en 2012, así como de la antología de poetas amazónicos de Homero Carvalho. Dos poemas que figuran en la presente antología aún no han sido publicados, y uno pertenece al libro La mitad de la niña. Este año está planeando lanzar otro poemario.
Glitch
 
 
se pasea descalza la chica que aún roba sueños
 
se pasea descalza la esposa sin cabeza
 
dueña de las dudas y las verdades
 
se pasea sin temor alguno el brillo
 
de la vida, sin genero ni norte
 
se alimenta de planes sin cumplir
 
y facturas sin pagar
 
le invito una taza de café,2,3,4
 
 
 
we´re getting old
 
me dice y le respondo
 
castellano por favor
 
me hago la tonta
 
me rehúso
 
me retiro
 
me camino
 
me caigo
 
me raspo
 
me retuerzo
 
me contraigo
 
me retraigo
 
 implosiono.....
 
 el silencio universal....
 
 
 
ya no soy me, ni yo
 
 
 
rehusar
 
retirar
 
caminar
 
caer
 
raspar
 
retorcer
 
contraer
 
retraer
 
 
 
implosionar
 
 
 
verbos sin sujeto
 
 
 
no hay yo, hay millones
 
hay neuronas, sangre, bilis, salud, enfermedad y esquemas sociales
 
verdades, mentiras, un paso violento por la tierra, un paso agradable por la tierra
 
hay huesos y luces sin explicación, hay magia y fábula, vacíos y cálculos
 
carne vacía, carne con espíritu, carne infinita y repetitiva.
 
espíritus vacios, espíritus con carne, espíritus infinitos y repetitivos.

8. NARRATIVA DE KASSANDRA BARBERY


Kassandra Barbery Knaudt
Nació uEL 13 de octubre de 1977 en Brasil y vivió su niñez y adolescencia en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Se licenció en la carrera de Psicología en el año 2002 y trabajó como docente en la Universidad Privada de Santa Cruz en las cátedras de Psicología Experimental y Teoría de los Tests. Posteriormente, por motivos de trabajo, se mudó al exterior, residiendo tres años en Buenos Aires, Argentina. En la distancia, lejos de la tierra en donde creció, su alma empezó a encontrar la guía para vivir su pasión. Inició un curso de literatura en el Museo de Bellas Artes en la ciudad de Buenos Aires y fue ahí donde las palabras encontraron empatía con su imaginación para dar inicio a su escritura. A principios del 2011, se mudó a Rio de Janeiro, Brasil, lugar en donde finalizó su primera novela literaria con trasfondo histórico, y fue publicada bajo el título de Aruma a mediados del 2011. Residió en Rio de Janeiro hasta principios del año 2014, tiempo en el cual comenzó y terminó de escribir su segunda novela con trasfondo filosófico y espiritual. La novela titulada Ella, en su Plenitud fue publicada a mediados del año 2015 en Santa Cruz de la Sierra. Actualmente, Kassandra reside en Santa Cruz de la Sierra con su marido y sus dos hijos.

Ella, en su plenitud

Qué viaje lindo a Ibiza. Mario me regaló dos semanas de aguas cristalinas del mar Mediterráneo. Cuando ingresamos a Ibiza, recuerdo que Mario me susurró al oído: «Amor mío, este es uno de mis rincones favoritos, y ahora quiero recorrerlo con vos». Recuerdo también que tres días antes de partir de vuelta a casa, compartí con Mario los pensamientos que les restaron significado a mis vacaciones.

—¿Qué pensás, preciosa?

—En los extremos, amor —Mario me miró con un gesto contrariado, que pude percibir cuando desvié mi mirada del horizonte del mar Mediterráneo.

Él se sentó atrás de mí, en la reposera dentro del espejo de agua de la piscina del hotel. Apoyé mi espalda en su pecho y él me abrazó desde atrás. Entonces, me volvió a preguntar:

—¿En qué, amor?

—En los extremos de la vida. Aquí estamos nosotros, en un extremo del mar Mediterráneo, y al otro extremo, allá en la Franja de Gaza, cuántos Pedrinhos, Marías y Felipinhos están muriendo en este instante por la interminable guerra palestino-israelí. El conflicto entre los palestinos y los israelíes, de alguna forma, debe llegar a su fin, ya sea a través de un Estado binacional o de dos Estados con fronteras claramente establecidas y pactadas por ambos países y por organismos internacionales.

—Me vas a arruinar las vacaciones. Ya no voy a dejar de pensar en que nosotros venimos al mar Mediterráneo por elección y libre voluntad y los palestinos, atrapados en la Franja de Gaza, no desean otra cosa que escaparse del mar Mediterráneo. Pero, aun así,

Laura, hasta el más miserable cruel villano del mundo merece tener unas vacaciones de su propia vida y nosotros, que estamos lejos de ser villanos, merecemos estos días.

Mario tenía razón, yo no debí haberle manifestado mis pesares. No puedo negarme a mis propios pensamientos, estos tienen voluntad propia, pero sí puedo escoger manifestarlos en voz alta o no. Debí pensar antes de hablar que lo que tenía para decir en aquel momento no superaría al silencio. (Fragmento de novela)

7. NARRATIVA DE BIYU SUAREZ


BIYÚ SUÁREZ CÉSPEDES
Nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Narradora, profesora de Idiomas, (Normal Superior Católica de Cochabamba), Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Gabriel René Moreno. Diplomada en Escritura Creativa de la Universidad EAFIT de Bogotá Colombia. Ha recibido las siguientes distinciones: Primer Premio Nacional de Literatura en Género Cuento de la Casa de la Cultura de Santa Cruz por el libro “Huellas”, Mención Honrosa del Premio Nacional de Literatura de la Casa de la Cultura de Santa Cruz por el libro “Anita la Niña Bonita”. Recibió la Medalla de plata en 1989 y de oro en 2014 al Apostolado Docente en Santa Cruz de la Sierra.
Pertenece al Grupo Literario “Garabatá”, a la Sociedad Cruceña de Escritores, al Comité Nacional de Literatura Infantil, al Comité de Literatura Infantil y Juvenil de Santa Cruz, a PENSCZ, a AMEP y otras. Es Ex -Presidente Nacional de PEN Bolivia, de PENSANTACRUZ y es Presidente de la Sociedad Cruceña de Escritores y de Clijsan.

Kurupi

La india mitad mujer, mitad pez estaba sentada en una gran roca en medio del río. Peinaba los cabellos que le llegaban más allá de la cola. Usaba un espinazo de pescado para realizar la tarea y dar brillo a su magnífica azulada cabellera. Pasó mucho tiempo acariciando los delicados hilos azules.

Luego decidió trenzarlos, la simba resultó majestuosa. Sus sirvientes nadaban alrededor de ella y depositaban caracoles, pequeñas conchas y flores para adornar la larga trenza.

La sirena no se había percatado de la presencia del milenario Kurupi, el enano sanguinario con espesos bigotes. Este tiene predilección por las sirenas. Él puede caminar en cuatro pies. Tiene el miembro viril de tamaño realmente exagerado. Cuando camina lo hace al revés y no puede correr. Pero en el agua casi nadie lo puede detener. Es por esto que las sirenas le temen tanto. Sucumben solo por la idea de caer en sus manos.

– ¡Qué hermosa quedó mi señora! Dijo uno de los sirvientes, acercándose un poco más a la roca. Ella le respondió con una sonrisa y le movió alegremente la cola. Fue suficiente

aquel movimiento para que el enano, que la miraba desde la orilla, se pusiera en cuatro pies, en actitud de ataque. Todavía no se habían percatado de su presencia.

La sirena dotada de singular hermosura se miró en el espejo de las aguas del Río Parapetí y quedó muy conforme con su reflejo. Sabía que esa noche debía cantar y encantar a Yasi, la luna, su madrina. Con mucho cuidado se sumergió en las aguas, con gracia volvió a emerger y cantó.

Sus sirvientes y los pájaros la escucharon embelesados. Era ella la única sirena joven del río, las otras con el tiempo se habían transformado en bufeos, los bonitos delfines de agua dulce que ayudan a los humanos cuando corren peligro de ahogarse o de naufragar. Los machos salvan a las mujeres y las hembras a los hombres. (Fragmento)

6. DRAMA DE MARY MONJE

 
Ella: No, no voy a morir por eso.
K: ¿Vas a morir por un abandono?
Ella: No, no es el abandono.
C: Eres mejor que eso, que él, que nosotros. Brillas.
Cuando la conocí, me deslumbró.
Así es ella, deslumbra.
Ella: No soy mejor, ni peor. Soy yo no más.
K: Eres más fuerte que esto.
Has sobrevivido a más cosas.
A Cosas más grandes.
Esto no es tan grande.
Tú eres fuerte.
Ella: No. No lo soy. No soy tan fuerte. Ya no. No así. O sea si soy fuerte, pero no así. No como tus esperas que sea. Ahora hay algo más importante.
Él: No puedo contigo, eres demasiada responsabilidad. Eres demasiado, me recuerdas a alguien del pasado. Esta relación es tóxica. Peleamos. Me siento presionado. Eso, mucha presión. Necesito tiempo-espacio. Necesito buscarme a mí mismo. Encontrarme.
Ella: (reaccionando) Yo te creí, yo te esperé, yo te amaba. (Llora)
C: (a ella) Tranquila. Ya pasó. Es solo un recuerdo.
(La consuela. Luego a K)
C: ¿Y eso se lo dijo cuándo?
K: Después de que le dijo que la amaba y que quería hacer una vida con ella.
C: ¡Ouch!
K: Sí
(Ella recitando en voz baja las palabras del Kempis.)
“No hay cosa más dulce que el amor, ni más fuerte, ni más ancha, ni más alegre, ni más cumplida, ni mejor en el cielo ni en la tierra…El que ama, corre, vuela, alegrase, es libre, no es detenido, todas las cosas da por todo y las tiene todas en todo, porque descansa en un sumo bien sobre todas las cosas…
C: ¿Y al final… él…se encontró?
K: Sí, se encontró… con otras.
C: ¿Ella lo supo?
K: Cada vez
C: ¿Cómo?
K: Lo soñó.
C: Jajaja pero son solo sueños.
K: Después lo comprobamos, una y otra vez.
Doble sufrimiento.
El mundo es pequeño.
Ella: Una conexión que no logras romper.
Un no saber nada, pero sentirlo todo.
Y no querer saber, ni sentir más.
Y soñar una y otra vez. (Fragmento)

MARY CARMEN MONJE DOMINGUEZ

Nació en La Paz. Directora, actriz de Teatro y  gestora cultural. Licenciada en Artes Escénicas de la Escuela Nacional de Teatro de Bolivia, viene realizando una  labor dentro del Teatro desde el 2000. Ha estudiado actuación con importantes maestros de Francia, España, Bolivia y Argentina. Ha participado en importantes grupos de teatro, asistiendo a diversos Festivales Nacionales e Internacionales de Teatro. Ha organizado Festivales, talleres y eventos relacionados con el quehacer escénico. Co- fundadora de El Baúl Teatro, grupo de Teatro que trabaja en Santa Cruz desde el año 2006 y con el que hasta el momento ha estrenado más de 12  obras de teatro. Trabajó con grupos de mujeres, usando el teatro como herramienta de empoderamiento. Realizo talleres con niños, jóvenes y adultos. 

Recibió un reconocimiento por parte de la empresa VIVA Fundación estás VIVO por su aporte a la cultura en la ciudad de Santa Cruz. También ha incursionado en la dramaturgia. Dos de sus textos en colaboración han sido puestos en escena. Radica en Santa Cruz de la Sierra.

5. CUENTO DE PAULA BENEDICT

Paula Benedict de Bellot
 Nació en la ciudad de La Paz en 1955, radica en Santa Cruz de la Sierra hace treinta y ocho años. Se graduó de Psicóloga en la Universidad de Belgrano den Buenos Aires. Ejerce como psicóloga clínica. Se dedica a la literatura hace veinte años, tiene cuatro publicaciones individuales y en antologías de cuentos infantiles, a su vez participó en varias antologías con cuentos y ensayos para adultos. En la Revista PEN Bolivia 7 con “La nostalgia del mar no tiene fin”, en Santa Cruz de la Sierra, ciudad íntima con “La mujer cruceña y el concepto político de lo femenino”, Antología de cuentos La Tabaco con “La calle amarilla” y “Sangre y Arena”, Antología de cuentos Deshojando una Historia con “Travesía Mágica” y “La Tregua”. Su libro de ensayos titula  “Ilusionario».

La dama de los espejos

Alguna vez mamá explicó porqué la abuela vivía en nuestra casa. De toda la historia relatada pude deducir que el único esplendor que la vida le había permitido fue la fugaz experiencia de la juventud. Los días, los meses y los años, para ella significaron un puñado de tiempo disuelto en el mar de la vida cotidiana. Cuando se la miraba a los ojos era posible distinguir el lejano reflejo de una felicidad retaceada por el destino.

Peinaba sus cabellos blancos con un cepillo de plata, luego los sujetaba encima de la cabeza con las peinetas de nácar. Permanecía encerrada en su habitación. Salía exclusivamente para realizar su aseo personal, era el momento que yo aprovechaba para curiosear dentro de los cajones del tocador que se hallaba cerca de su cama. Me encantaban los antiguos envases de perfume, para ese entonces contenían sólo restos de fragancias. Pero sobre todo disfrutaba de los espejos del tocador. La hoja central era fija, se hallaba coronada con flores de madera, las otras dos partes estaban unidas a la sección principal con bisagras doradas. Podía cerrar parcialmente las secciones movibles y ubicarme en medio de los reflejos. Al enfrentar los cristales conseguía visualizar la idea de lo infinito. Resultaba desconcertante ver mi perfil repetido en un eco interminable, la angustia que ello me provocaba se mitigaba con el placer de poder controlar a voluntad la posición de las hojas espejadas. Cuando era posible replicaba la experiencia. El asunto fue convirtiéndose en una obsesión. La abuela me encontró varias veces, absorta mirando hacia adentro del pasadizo de vidrio.

No decía nada, se limitaba a balancear la cabeza en signo de reprobación. En esa época yo era la única que se parecía percatarse de la presencia de la abuela. Nadie más en la casa le dedicaba un poco de atención. Los lacónicos saludos al empezar o al terminar el día eran suficientes para los otros habitantes de la casa. Con el tiempo la anciana se acostumbró a estar conmigo. Obtuve cierta libertad para revolver dentro de los cajones y portezuelas del ropero y del tocador. Hallé pañoletas con diseños de flores o arabescos; los zapatos de gamuza azul adornados con moñas rematadas en estrás e incontables objetos que alimentaban la infantil imaginación. Parecía imposible que alguna vez ella hubiera usado esas hermosas prendas. Contrastaban con la austeridad del gris con el que vestía su ancianidad y con el par de pantuflas de paño que se amoldaban a sus maltrechos pies. Entre las dos nació una amistad de pocas palabras. La fascinación por los espejos mantenía su intensidad. Tanto que la convencí para que también experimentara mi juego. Luego con cierta frecuencia la sorprendía jugando con las imágenes de los cristales. Incluso una noche que me había levantado para ir al baño, pude verla a través de la puerta entreabierta de su habitación. Sentada frente al tocador, susurraba dando la impresión de estar conversando. Otras veces lo único que se escuchaba era su voz, la oscuridad la escondía. Establecimos una rutina durante la cual tenía su aprobación para usar algunas de sus atesoradas prendas. Las pañoletas y los sombreritos de terciopelo engalanados con plumas o velos de tul cuadriculado, eran los preferidos por ambas.

Una mañana desperté con el revuelo que desató mi madre. ¡La abuela había desaparecido! Papá trataba de imponer la cordura, pero ni mamá ni las tías le prestaban oídos. Llamaron a la policía para reportar su desaparición. Era la primera vez que se veía a la familia preocupada por la abuela. Según ellos un ataque de locura senil era el motivo de su ausencia. Por la tarde los ánimos se distendieron. Mamá permanecía sentada al lado del teléfono esperando cualquier novedad. Las tías y sus respectivos esposos, decidieron salir a buscarla. Comenzó a oscurecer. Decidí subir a su habitación para ver si hallaba alguna pista de lo que sucedía. Cuando pisaba el último escalón oí el chirrido inconfundible de las bisagras del espejo. ¡La abuela era genial! Se había escondido para llamar la atención y darles un buen susto. Abrí la puerta con cuidado para no delatarla muy pronto. Ingresé. La penumbra impedía ver bien. Busqué con la mirada. No estaba ahí adentro. Cuando me volví hacia el espejo, sentí la imperiosa necesidad de jugar un con él. Acomodada en medio de las hojas laterales inicie mi ritual. Miré hacia un costado y como siempre la visión del pasadizo sin fin me dio escalofríos. Al mirar hacia el otro lado, para sorpresa y deleite mío vi a la abuela parada en el centro del pasillo vidrioso. Su mano dibujó una señal amistosa. Se la veía casi joven. Aunque vestía de gris llevaba puestos los zapatos de gamuza azul, una pañoleta multicolor sobre los hombros y uno de los sombreros de su colección ligeramente inclinado sobre el cabello castaño. Me envió un beso con la punta de los dedos, luego empezó a caminar internándose en el túnel de espejos. Había descubierto cómo pasar al otro lado, supe que ella no tenía miedo. Cuando relaté lo sucedido todos dijeron que era la digna nieta de mi abuela, pues era tan fantasiosa como ella. Para todos ellos la desaparición fue fruto de la locura senil. Nunca volvimos a verla. Aún hoy, después de muchos años, me pregunto, ¿qué encontraría la abuela al final de ese pasillo? Quizás decida averiguarlo más adelante. Ahora el tocador de los espejos es mío.

4. POEMAS DE ROSARIO ARZABE


María del Rosario Arzabe Argandoña
Nació en Cochabamba y renació en Santa Cruz a los dos años. Periodista y columnista de El Deber. Directora creativa de audiovisuales y gráfica en Arzabe & Jiré. Varios de sus trabajos forman parte de la colección no convencional del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Documentalista, guionista y estratega política. Premios y nobramientos otorgados en los Festivales Mundiales de Publicidad de Gramado – Brasil. Inversora y constructora del Icono cruceño “Torre Alas”. Ganó el Premio Maya 2015.
Del libro inédito Amatorio
Rosario Arzabe

SEGUÍS BUSCANDO
 
Has montado unicornios,
cabalgado ombligos,
hurgado cavernas,
contado infinidad de cuentos.
 
Has buscado tanto,
tanto…
 
y siempre fui yo.
 
 
QUE QUEDE CLARO
 
Yo no te ofrecí ninguna manzana,
ni hablé con ningún reptil.
 
Vos te fuiste del paraíso
al cruzar la puerta del jardín.

3. POEMA DE SANDRA CONCEPCIÓN VELASCO

Sandra Concepción Velasco nació un 7 de diciembre en La Paz, Bolivia, pero desde su infancia vive en Santa Cruz de la Sierra. Estudió Administración de Empresas en la Universidad Católica Boliviana, ejerció cargos administrativos durante doce años; pero al descubrir la pintura digital se apasionó por la ilustración y el arte, lo que la llevó a las letras, publicando su primer poemario Por palabras Concebida en 2018.

Actualmente trabaja con proyectos educativos, sociales y educativos y entidades ecológicas en el área de la ilustración.
La espera

Miraba el cielo cada tarde.
Esperaba que llegaras.
Podías estar a mi lado en forma de letras.
Convertirte en real.
Extenderte con tu voz por medio del teléfono.
Pero yo era paciente y seguía permanente.

Un día como tantos otros, mi alma se rebeló contemplando los árboles desde la terraza.
Podía verlos bailar con el viento,
descubrí como crecían,
me maravillé como se extendían en el cielo haciéndolo suyo.
Seguí esperando.
Los pájaros se acostumbraron a mi presencia,
me enseñaron su idioma.
Las nubes me adoptaron,
se transformaron en cuentos para mí.
El viento me abrazaba,
me instruyó en el arte de la flauta para que mis tardes tuvieran música.
Los minutos pasaban,
las horas se aburrían,
los meses se fugaban,
las estaciones mutaron y los años agarraron maletas cargadas de suspiros rotos.

Una tarde descubrí que ya no te añoraba,
la espera era sólo un pretexto para disfrutar mi soledad. Miré el cielo cargado de estrellas, sonreí y me convertí en hiladora de palabras. Gracias por no venir. Sin tu ausencia jamás hubiera descubierto el mundo donde habita lo esencial.

2. NARRATIVA DE CENTA RECK

Centa Reck López nació en Santa Cruz. Es psicóloga de profesión. Sus publicaciones figuran en la revista Proa, Argentina, Septiembre, 2007; Cuentos de Momo y Baco; La tabaco – Antología cuentos, Sutó- Fondo editorial, 2005; Antología de cuentos Pen club, Fundación Nova, 2008; y Antología del cuento, Gladys Vallejo Monte Ávila editores Latinoamérica, 2009.

Es autora de artículos en diarios y revistas locales, y de la creación y edición de la revista infantil Alfeñique. Recientemente lanzó su novela Abril, 2019.

Una casa

(Fragmento de la novela Abril)

La mañana emerge en el horizonte gris, el cielo se ve encapotado, en tensa calma. Tengo la impresión de que este cielo salió de una inmensa chimenea, que está hecho de humo.

Todas las mañanas sigo el mismo trayecto: encuentro casas alineadas, dispersas en algunos sitios, otras amontonadas e incluso acurrucadas en su indefensión. Las hay confortables en apariencia, desaliñadas y precarias. Mi corazón late más rápido cuando pienso que todos envejecemos como las casas, que todo, absolutamente todo es perecedero y finito, que polvo somos y en polvo nos convertimos, que nos vamos yendo sin tregua y caemos segundo a segundo como un reloj de arena.

Apostaría que más tarde el cielo se pintará de azul; se salpicará de sol, el gris es apenas una cortina de humo con la que quiso vestirse este amanecer.

Recuerdo la mancha roja que era mi pueblo, sin asfalto, por doquier brotaban las malvas y los motojobobos, bardas con enredaderas enlazando las casas, una plaza sombreada por toborochis y árboles del paraíso. Flores rosadas, blancas y anaranjadas, una fuente gorgoteando y resbalando agua entre el musgo verde; por todos lados asomaban laureles rebozando su sencilla fiesta de colores.

Mis recuerdos saltan como ranas en el estanque de mi memoria. Ellos siempre están ahí, tienen vida propia, no se van nunca, están engarzados unos a otros, burbujeando dentro de mí: viven, renacen, se agitan una y otra vez. A veces logro escapar de ellos o los alejo, los dejo en lugares en los que quedan atrapados temporalmente. Cuando finalmente logro abandonarlos vivo lo que me toca, el presente, el espacio furtivo del que luego tal vez, con alguna suerte, me quedarán algunos episodios vividos y brillantes.

Abro una puerta y es el día del cumpleaños de mi padre, él consiguió festejarse este año (mi madre suele poner obstáculos a las fiestas). A mi padre le encantan las celebraciones y hasta trajo una banda de pueblo con trompeta, maracas, bombo y platillos ruidosos y algo desafinados. Los músicos inflan sus mejillas y transpiran cuando soplan o agitan las maracas o cuando en forma estridente golpean los platillos.

Mi padre sacó a bailar a mi madre, ha tomado cerveza y se ve feliz y desinhibido. Ella es un poco tímida, muy hermosa en el marco de sus cabellos negros, una estrella de ojos infinitos y boca carnosa y sonriente.

A ella, mi madre, no le gustan las fiestas, tal vez porque se siente angustiada debido a que mi padre suele beber en demasía y, luego, cuando los invitados se marchan, a mi padre se le quita la alegría, le entra una rabia inexplicable, se llena de reclamos, interpela a mi madre y, la culpabiliza por todo y nada de lo que él piensa que ha pasado.

Creo que él se siente celoso de su belleza inquietante y altiva, (su corazón de hombre es exigente y tormentoso, siempre se retrotrae al pasado; creo que mi padre hubiera querido que mi madre no hubiera albergado sentimiento alguno por otra persona que no fuera por él, es un hombre posesivo).

Ella, mi madre, (yo la conozco), hoy se siente temerosa, pero quiere dejar que el momento transcurra sin más, que todo se deslice hasta el final del jolgorio que mi padre ha creado para sentirse un hombre feliz. (Yo observo la escena, veo el mundo de los grandes con profunda curiosidad, me fascina como se conducen, como hablan, como se miran entre sí y como encaran sus reacciones).

Sin entender a cabalidad las razones que me impulsan a hacerlo, de manera repentina, se me ocurre una idea, me asalta el deseo de participar de algún modo de esta fiesta amena y desbordante, no puedo esperar a ser grande para hacerlo, quiero ser protagonista de la celebración de mi padre.

Tengo que participar hoy pase lo que pase, no quiero frenarme, quiero tener la oportunidad de hacer algo que ha nacido como un lirio de amor en mi interior. Quiero hacerle a mi padre una demostración de mi afecto, quiero que él sepa que lo amo y lo admiro profundamente, (es un deseo que tiene tantas aristas y que por ende rebasa mi comprensión).

Inesperadamente salgo al centro de la pista e invito a bailar a mi padre, todos sonríen, algunos ríen ruidosamente, a carcajadas, sorprendidos por mi osadía: mi padre me eleva en sus brazos y me pasea por los aires, luego me deposita en el piso con delicadeza, toda mi estatura apenas consigue bordear su fornida cintura.

Animado por la situación inesperada y amable, mi padre les pide a los músicos que toquen un taquirari que él sabe que a mí me gusta mucho. Iniciamos el baile y yo me siento una princesa con su príncipe encantado, la gente nos hace ruedo, nos aplauden, me siento un poco intimidada pero no me echaré atrás, nunca me echo atrás una vez que he tomado una determinación. (Abril, 2019. Editorial 3600).

1. POEMA DE NELLY VAZQUEZ

Nelly Vázquez Jimenez nació en Santa Cruz en 1983. Abogada de profesión y escritora por vocación. En literatura ha participado en la Publicación Antología del Concurso Escritores Noveles 2016 con una Mención de Honor en el Género Cuento. Participación en la Antología Latinoamericana “Liberoamericana”, 2018.

Actriz protagónica en el Documental Biográfico de Gladys Moreno producido por el Ministerio de Culturas 2016.

Exponentia infinita 

Rascar y rascar, en la comezón de ideas que proliferan los minutos.

Este brote de algas marinas en descomposición, inunda con sus fétidos pies la sala y la cocina.

La vida se vuelve surreal, hay una afectación infecciosa de heridas abiertas, todos cortes finos de navaja Victorinox.

Pero la sangre no mana roja sino marrón, no en gotas sino en cristales, grandes cantidades de pedazos diminutos entre la piel, y ésta, se escama verdosa en un pantone de sustos.

Desarrapado el silencio, se cercenarán todos los posibles -todos sin excepción- por las alcantarillas que las pestañas tratan de enclaustrar,

sólo queda seguir rascando más, hasta que las uñas muten en cuchillas más fuertes, más punzantes, hasta quedar hechas un vitral desordenado en el suelo,

Tumbar los cielos con cañones de rabia, ahuyentar a las aves que cantan afuera, revolverse adentro y hacer/se una nueva composición de partes disímiles.

Tocar desde adentro las venas, palparlas, sentirlas fluir y vaciarse los odios impropios.

Saborear las muchas formas de derrota, saber cocinarlas, sazonarlas con las especias que los labios han dejado por ahí yaciendo en el recuerdo.

Despojar/se  de todos los todos-supuestos-siempre, que no se pudo obtener, y escupirlos por retardados e incapaces.

Atreverse a sacarse el cuero del cuerpo para fabricarse otro, de otra; otras yoes

hacer ovillos de los cristales y amasarlos hasta que las manos no resistan las fisuras,

doblegar el arma des/almada de demonios y exorcizar a las bestias babeantes de la lengua del deseo.

Habrá que rascar sin parar, hasta que la comezón y la carne

-y sus partes más incorpóreas-

sean comidas por la propia boca.

LEER MÁS SOBRE EL PROYECTO…

ESCRITORAS CRUCEÑAS

Antología poesía, narrativa y drama

El proyecto EC-B comprende inicialmente tres resultados: El primero, Escritoras Cochabambinas/ poesía y narrativa, cuyo lanzamiento se realizó en la XII Feria Internacional del Libro de Cochabamba en octubre de 2018. El segundo, Escritoras Cruceñas/ poesía, narrativa y drama, con la presentación de este volumen en la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz (junio de 2019), y el tercero con Escritoras Contemporáneas Bolivianas, cuyo lanzamiento fue previsto para agosto de 2019 en la Feria Internacional del Libro de La Paz.

Escritoras Cruceñas/ Antología de poesía, narrativa y drama, Editorial Kipus, 2019.
Escritoras Cruceñas/ poesía, narrativa y drama, Editorial Kipus, 2019.

El proyecto EC-B (por su sigla Escritoras Cochabambinas, Escritoras Cruceñas, Escritoras Contemporáneas Bolivianas, y Ensayistas Bolivianas) se creó en 2016, anticipándose al Día de las Escritoras, instituido en España en octubre 16 de 2016 con el objetivo de recopilar y difundir la literatura boliviana escrita por mujeres, y como homenaje de las escritoras a la tierra que las vio nacer y/o crecerimplica el rescate del bagaje cultural de nuestro país; además de la compilación de la literatura de las autoras bolivianas, el lanzamiento de la obra tanto en Bolivia como en otros países, su difusión por prensa y redes sociales, y la promoción de nuevos valores de la literatura boliviana contemporánea escrita por mujeres.

La antología Escritoras Cochabambinas, poesía y narrativa (2018), reúne a 42 autoras bolivianas que comparten la experiencia de haberse impregnado de la esencia del valle cochabambino, sea por nacimiento o por residencia. Las valerosas poetas y narradoras cochabambinas presentan su talento y trabajo en el espacio virtual en redes sociales y a la vez en un documento impreso por editorial Kipus, de alguna manera histórico por ser la primera vez que se reúne las letras escritas por mujeres de distintas generaciones y diversas voces, que viven en Cochabamba; algunas emigraron, otras llegaron y se establecieron, pero todas están presentes en la memoria de la Llajta, como recitando los versos de la gestora del proyecto: “montaña con montaña encadenas en anillo dorado el espíritu” (Caballero, 1998). La compilación y supervisión estuvo a cargo de los escritores Gaby Vallejo Canedo, Homero Carvalho Oliva y de su servidora.

“Yo soy el hombre de la selva, perfume, cántico y amor, pero encendido de relámpagos, pero rugiendo de huracanes. Yo soy un río de pie”, decía el poeta  Raúl Otero Reiche (n1906) en una época en que la voz de la mujer cruceña parecía estar ausente de la literatura oficial. Veamos los lugares y fechas de nacimiento de las pioneras que publicaron textos en décadas próximas a la fundación de la República de Bolivia: Josefa Mujía (Sucre, 1812, poesía);  Mercedes Belzu Gorriti de Dorado (La Paz, 1835, poesía); Lindaura Anzoátegui (Tarija, 1846, novela); Hercilia Fernández de Mujía (Potosí, 1860, poesía); Adela Zamudio (Cochabamba, 1854, poesía y narrativa);  Sara Ugarte (Cochabamba, 1866, poesía); Virginia Estenssoro (La Paz, 1902, novela) e Hilda Mundy (Oruro, 1912, poesía), entre otras. Pero es curioso que en aquel periodo histórico no se visibilice una literata nacida en el departamento Santa Cruz, no obstante que, como sostiene Gustavo Pinto Mosqueira, “La identidad cruceña existe firme, plena y vigorosa” (2011). En este sentido, la identidad de la mujer cruceña vive plasmada en su historia, su quehacer cultural, en su cotidianidad, en su arte, en su literatura, que aunque no conformó el grupo de las pioneras, en lo que va del siglo experimenta una emergencia impresionante que alcanza nivel internacional, puesto que las escritoras cruceñas han traspasado fronteras con su creación, integrando el grupo de las nuevas generaciones donde “la obra de al menos una decena de narradoras (y poetas) bolivianas va a permanecer viva en las siguientes décadas de este siglo y transcender al próximo”, como pronostica Márcia Batista Ramos en Palabras preliminares de este volumen.

Escritoras Cruceñas / poesía, narrativa y drama es una Antología de 36 autoras nacidas en Santa Cruz o con residencia de años. El presente volumen representa la ejecución del segundo momento del proyecto EC-B. Escritoras Cruceñas / poesía, narrativa y drama se inició el 29 de agosto de 2018 con el propósito de reunir la obra literaria que devela el pensar, sentir y percibir de la intelectual cruceña de finales del siglo 20 y principios del nuevo siglo 21. Grata es la suma de autoras que escriben textos de género dramático enriqueciendo el volumen.

Por supuesto que existen diccionarios, antologías y otros estudios que recopilan la obra de autoras bolivianas, tal el caso de Escritoras bolivianas de hoy (García, 2006), Diccionario crítico de novelistas bolivianas (Muñoz, 2013), Estado y mujeres en la obra de cuatro narradoras (Ayllónm 2016) y otros, pero también es conocido que bibliografía que reúna exclusivamente literatura de esencia telúrica/geográfica al interior del país, no existía. De ahí la iniciativa por llevar adelante este proyecto, que no intenta parcelar la producción de las escritoras, sino reunir su obra para fines de estudio y venciendo las limitaciones propias de un trabajo de voluntariado en tres momentos. La Antología de Escritoras Contemporáneas Bolivianas que recoge la literatura de autoras bolivianas, nacidas en la patria o con radicatoria de años será el corolario del proyecto en esta fase. Tratamos de hacer una compilación y selección de textos lo menos arbitraria posible, pero factores adversos a la buena voluntad dificultan el cometido.

Agradecemos infinitamente al equipo de coordinadoras de este trayecto: Centa Reck López y Márcia Batista Ramos, a las artistas plásticas Alejandra Barbery y Kathia María Simon, a los escritores Willy Muñoz y Homero Carvalho y al Grupo Editorial Kipus, que una vez más colabora con la impresión y difusión del presente documento que, además de ser un referente histórico, atesora la creación literaria de sus protagonistas, en la voz de las talentosas poetas, cuentistas, novelistas y dramaturgas cruceñas. ¡Que sea enhorabuena!

Rossemarie Caballero Vega, Gestora del Proyecto

Marzo, 2019

Enlaces

https://www.lapatriaenlinea.com/?nota=348969

https://www.faroculturalsc.com/espectros/i/34946324/voces-de-mujeres-cambas-haciendo-eco-traves-de-la-literatura-marcia-batista-ramos

https://elpais.bo/las-mejores-plumas-crucenas-en-el-libro-de-caballero/

NARRADORAS CRUCEÑAS

NARRADORAS CRUCEÑAS I

NARRADORAS CRUCEÑAS II

ceta
Centa Reck Lopez, autora cruceña, co-compiladora.
Marcia Batista Ramos, co-equiper.

El artista es creador de belleza. Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte. El crítico es quien puede traducir de manera distinta o con nuevos materiales su impresión de la belleza.

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4 comentarios en “Escritoras Cruceñas

  1. Un proyecto de lectura muy hermoso que nos da la posibilidad de degustar las letras de nuestras escritoras cruceñas, cuyos nombres algunos ya conocidos en el mundo literario como Biyú Suarez ,Centa , Giovanna Rivero, otros nombres nuevos para mí. Gracias por hacernos conocer este maravilloso arte de las letras cruceñas.

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