Por las calles de San Telmo la llovizna persistía. Aun así, no llevé paraguas, porque a veces los paraguas estorban, y preferí dejarlos en casa para no estar al pendiente. Caminé hacia la webera, allí imprimí los poemas para mi primera lectura en Buenos Aires, esperando sumergirme en la magia que significan las tertulias literarias, las palabras, las voces, los ecos, las imágenes y me dirigí al Café. Esta era una cita ineludible con la poesía, porque miren ustedes, si parecía una ironía: una cita con la poesía en el Café La Poesía.
